CAPITULO 20

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Mis ojos permanecían cubiertos con una sudadera de Evan. En cada respiro sentía como su aroma entraba a mis pulmones.  Y allí estaba de nueva cuenta, en aquel lago dónde me había traído por primera vez, aún era de noche y la luna brillaba, se veía hermoso. 

—¿Vamos? 

Tomé su mano y ambos nos colocamos nuestros patines. Evan sostuvo mi mano mientras ambos nos deslizábamos por el hielo, tomando poco a poco más velocidad sentía cómo chocaba el aire helado en mi rostro, todo aquello era liberador y se sentía bien. Me sentí tranquila. Nuestra ropa tenía nieve y el hielo estaba un poco cubierta de ésta.

—Cierra tus ojos—Me dijo suavemente.

—Cierra tus ojos—Me dijo suavemente

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Cerré mis ojos y me deslizaba una y otra vez, sentía que corría y en cada movimiento de mis piernas dejaba atrás los problemas, sentía poco a poco como mi cuerpo se destensaba y se volvía más ligero, al abrir mis ojos observe a Evan, quién me miraba con una sonrisa, la cuál no dude en brindarle. Unas líneas en las esquinas de sus ojos aparecieron debido a su sonrisa. Aquella sonrisa que me brindaba tranquilidad. Y sin pensarlo, en mi mente viajo aquella primera vez que lo vi. Sin previo aviso, Evan se acerco peligrosamente y tomo mi rostro con ambas manos y suavemente deposito un beso en mis labios. Nuestros labios se movían con sincronicidad y nuestro pulso se aceleraba sin recato alguno.  Poco a poco el beso se volvió más suave, hasta que Evan se detuvo aún sin alejarse de mis labios, asomo una sonrisa dulce, dejándome quieta. Ante la acción del chico, tomé su rostro y di inicio nuevamente aquel beso. La sensación de sus labios en los míos cada vez era mas seguido y diablos que se sentía bien. Evan mordió suavemente mi labio inferior siendo causante de una reacción eléctrica que viajo por todo mi cuerpo lo que me hizo tomar su rubio cabello mientras recibía gustosa aquel beso con todas las sensaciones de éste. Sus manos viajaron por mi espalda hasta posicionarse en la parte baja de esta, sus movimientos fueron delicados y dulces. Nuevamente sus manos viajaron a las mías y nos detuvimos aún agitados para tomar distancia y continuar deslizándonos por el hielo, entre las montañas se podía observar cómo hacía arribo el sol.. dejando atrás poco a poco la noche. 

Unos minutos después, ambos regresamos al auto. Estaba cansada, por lo que sólo me limite a posicionar mi rostro en su hombro y sentí como Evan tomo firmemente mi mano para disponernos a regresar a casa de Elle. 

Y nuevamente, agradecí internamente estar allí. 


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 —No sabía nada, Ell..—Resonó la voz de Van al otro lado de la sala de espera.

Yo me encontraba desde muy temprano en el hospital, aguardando la hora de visita para ver a mi madre, Van estaba ubicado en uno de los asientos de enfrente de la ancha sala de espera. 

—Ell —Alzó un poco la voz.

Silencio.

Van se puso de pie y se introdujo por un pasillo y yo con la mirada hacía la puerta dónde entraban y salían doctores y enfermeras, aguardaba ver el rostro del médico que había visto anoche.  Pasaron algunos minutos cuándo notó que Van toma asiento a mi lado.

—Es tu favorito—En su mano un café caliente ofreciéndomelo. 

Gire un poco el rostro a ver aquel café, extiendo el brazo para tomarlo y le ofrezco una mirada acompañada de una media sonrisa.

—¿Dormiste aquí? —Preguntó Van al tomar un pequeño sorbo a su café.

—No.. Más bien, llegue desde muy temprano —Tomé el café con ambas manos para así calentarlas un poco. 

—Ell.. —Lo interrumpo

—Detente, hoy no.. —Negué con la cabeza—Ahora sólo importa mamá—Finalicé.

—De acuerdo, en otro momento hablaremos—Murmuro—Y... bien, no puedo no hacer está pregunta, Ell.. ¿Quién es el chico de la otra noche? ¿Es... tu novio? —La inquietud teñía su voz. 

Lo siguiente que vi fue cómo el doctor salía por aquellas puertas y se dirigió al área de las enfermeras para firmar algunos papeles, en cuánto lo vi me puse de pie rápidamente y se dirigí hacía él dejando atrás a Van con aquella pregunta que ni yo misma sabía. No me había cuestionado esa pregunta, si Evan y yo éramos novios. Y la verdad, es que no tenía nada más en mis pensamientos, sólo a mamá. 

—¿Podemos ver a mamá?—Pregunté sin ni siquiera saludar al médico y a la señora con vestimenta blanca al igual que él.

—Buenos días—Me observo por encima de sus gafas cuan abuelito—Tu madre despertó desde hace unos momentos.

—¿Cómo está, doctor? —Van se incorporo 

—Esta bien, muchachos. No se preocupen. La señora Portman podrá irse hoy a casa—Y con un ligero movimiento de rostro nos indico que podíamos pasar a verla—Andando. 

Van y yo caminábamos al tiempo detrás del médico, hasta que se detuvo en la puerta de alguna de las habitaciones y pudimos ver a mi madre. Su rostro se miraba triste, el brillo en sus ojos se había esfumado por completo tomando ahora el lugar de unas marcas con una tonalidad oscura debajo de los mismos. Jamás había visto a mamá así. Solté un suspiro liberando todo el aire de mis pulmones, me acerque a ella y sus brazos rodearon mi cuello y al tiempo los míos la rodeaban a ella. Cerré los ojos por unos momentos, agradeciendo internamente que ella estuviese bien de salud. Al separarnos, me sonrió con tristeza.


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Chichos, les pido paciencia.. la historia va lenta pero les prometo que se den la oportunidad de leerla. Muchas gracias a todas aquellas personas que me leen. 

Saludos a todos y bendiciones!


gracias, gracias, gracias! 


Patinadores de hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora