CAPITULO 23

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—Este es uno de esos lugares que siempre me hacen sonreír—Evan permanecía a mi lado contemplando la naturaleza del lago congelado al cuál ya se nos había hecho costumbre acudir

 —Es un lugar especial —Giró su rostro para clavar sus ojos en los míos —Elizabeth.. —Se detuvo un poco, remojó sus rosados labios para terminar lo que tenía en su mente—Estoy enamorado de ti—Tragó con dificultad y llevo una de sus manos a mis mejillas y cerré mis ojos para disfrutar su tacto en mi rostro. 

—No sé exactamente qué sea estar enamorada, Evan. Pero.. esto que esta surgiendo entre ambos, me gusta. —Le brinde mi mejor sonrisa —Todo lo que tu me haz hecho sentir—Abrí mis ojos para encontrarme con su azul —Sólo sé qué ya no puedo estar sin ti, Evan —Finalicé.

—Elizabeth Portman.. Aquí, rodeado de esta hermosa naturaleza. Quiero preguntarte ¿Quieres ser mi novia? —deslizando su mano hacía la mía tomándola firmemente.

—Acepto ser tu novia —Una sonrisa sincera brotó de mis labios.

Y con esto, Evan aminoro la distancia entre nosotros colocando un bello beso en mis labios. Sus  manos apretaban ligeramente las mías, para luego dirigirse a mi rostro y tomarme por completo. Nuestras respiraciones se mezclaron haciendo de la misma una sola. Su cuerpo estaba tan cerca al mío, que podía sentir como su corazón latía apresuradamente. Todo aquello provocaba que esa energía eléctrica viajará por cada parte de mi cuerpo. Nuestros labios se movían con sincronicidad. Y en ese precioso lugar, con Evan.. y todas las sensaciones que éste me provocaba. Me di cuenta y pude sentir que quería de una manera diferente a Evan. Y que cómo lo había dicho anteriormente. Ya no podía estar sin él.

Evan había despertado algo en mí, algo que jamás había sentido. Y todo eso se sentía jodidamente bien. 


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—No sé cocinar—Le advertí a Evan haciendo negación con mi cabeza.

—Yo sí—Se apresuró a las alacenas sacando todos los ingredientes

—Ah.. ¿Si?—Alcé una ceja —¿Y que harás?—Pregunté curiosa mientras me acomodaba en alguna de las sillas del comedor de mi casa.

—¿macarrones con queso? —Una pasta en sus manos moviéndola de lado a lado.

—Vale —Una gran sonrisa permanecía en mis labios.

Evan tomo todos los utensilios para colocar la pasta sobre la lumbre. No pude evitar soltar una carcajada mientras buscaba por toda mi cocina el rallador de queso. 

—Vale.. Eso lo haré yo. —Dije poniéndome de pie en busca del rallador de queso

Tome el rallador de queso y comencé a rallar toda la barra. Mientras realizaba dicha acción unas manos rodearon mi cintura, dejándome quieta en mi lugar por completo.  Escuché su voz  resonar en mi oído. Mis latidos se aceleraron por el acto del ojiazul. Sus labios viajaron de mi oído, hasta un poco abajo del mismo. Provocando que todo mi cuerpo se erizara en el instante. 

—Lo haces bien—Y se retiro un poco.

Se deslizó por la cocina, tarareando alguna canción mientras vigilaba la pasta que se encontraba en el fuego. 

—¿Extrañas a tu madre?—Pregunté mientras continuaba con mi tarea.

—Claro. Todos los días. Suelo llamarla diario — Evan sacaba del fuego la pasta.

—Platícame sobre ella—curiosee 

—Mi madre, es una mujer difícil. Es algo fría, pero en ocasiones muestra su amor. Es inteligente —Yo prestaba atención a cada una de sus palabras —Suele ser un poco controladora—en su rostro apareció una pequeña mueca — Y la amo. —Finalizó.

—¿Y papá?—Curiosee nuevamente

—Papá es un adicto al trabajo, siempre habla por celular o tiene un cita de negocios —Se escogió se hombros mientras colocaba la pasta en el refractario—Somos una extraña familia—Sonrió con tristeza—Y mi hermana, es un sol. Ella es alegre, divertida, comprensiva, rebelde, cariñosa —Su voz se encendía con cada palabra, su hermana era una persona realmente especial para él—Y tu... —Se acerco hacía a mi con lentitud pasando su brazo por mi cintura—Y tu eres lo más maravilloso que me ha pasado —Su rostro se acerco al mío y sentí su respiración

—Elizabeth—Carraspeo Van al incorporarse a la cocina. 

Ambos nos alejamos ante la presencia de Van. Pasaron unos segundos de silencio.

—Hacemos cena—Restándole importancia aquello que Van había presenciado. 

—Ya veo—Van cruzo sus brazos en el pecho y achico los ojos observándonos.

—¿Cenas con nosotros?—Evan hablo esta vez.

—Querrás decir ¿Tu cenas con nosotros? Yo vivo en esta casa. Tu vienes de visita. ¿Recuerdas?—Su voz salió firme y sin una pizca de gracia. 

Yo sólo pude agrandar mis ojos ante su comentario, pero Van lo ignoro por completo. 

—Cierto —Dijo Evan. 

El silencio incomodo inundo la cocina de mi casa, Van permanecía con su rostro tenso. 

—Te la haz creído —Suelta una gran carcajada y Evan y yo nos miramos con desconcierto. —Cenen ustedes—Camino hacía nosotros y colocó su mano en el hombro de Evan —Disfrútenlo. 

—Eso fue cruel —Evan me miro por el rabillo para después soltar una carcajada.

—Lo fue—Dije.

Ambos nos sentamos a cenar los macarrones con queso. 


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