—¿Qué haces aquí? —Pregunté.
— No ¿Tú qué haces aquí? —Respondió Lorenzo
—Vine a entrenar..
—¿En sábado? ¿Es en serio?—Achico sus ojos azules observándome— ¿Tanto miedo tienes de perder, preciosa?—De sus labios broto una sonrisa arrogante.
—Detente —Susurré.
—¿De qué estás hablando?—Nuevamente sus ojos de achicaron y en sus labios aún colgaba esa sonrisa arrogante.
—Eso. Eso que haces, eso que haces con tus ojos y tu sonrisa. Eso no funciona conmigo, Lorenzo —Dije posando la mirada en el castaño.
—No sé de qué hablas —Repitiendo de nueva cuenta su técnica de seducción
—Eres increíble—Rodee los ojos
—¿Qué?—Su cara delataba fingida sorpresa.
—Está claro estas tratando de coquetearme—Crucé ambos brazos
—Eso quisieras —Y su cara de sorpresa fue intercambiada nuevamente por su cara de seducción.
—Obviamente no, Lorenzo. Eres el típico chico mujeriego, mimado por sus padres con aires de superioridad y totalmente acostumbrado a obtener todo aquello que quiere—Dije sin ni siquiera pensarlo.
—Auch —Lorenzo fingió una mueca de dolor ante mi confesión
Le di la espalda y me encamine hacía el estadio, de mi bolso tomé una de las llaves para así poder abrir la puerta del mismo.
—Te pueden meter a la cárcel por eso. ¿Lo sabías, preciosa?—Hablo Lorenzo a mis espaldas.
—No me digas, genio. Vete —Introduje la llave en la puerta. Pero esta no abría. De hecho, tenía mucho tiempo que no la usaba. Desde lo de Emily.
Lorenzo se posiciono a mi lado y de sus labios broto una risa de burla ante mi acto fallido por abrir la puerta del lugar.
—Tus influencias apestan, preciosa—este tenía una sonrisa de entretenimiento plasmada en su rostro.
Lance una mirada filosa hacía Lorenzo y este acerco peligrosamente su cuerpo y rostro hacía el mío. Su mano camino hacía el bolsillo delantero de su jean para sacar un manojo de llaves. Con su índice sostenía las mismas y las movía una y otra vez.
—Hazte a un lado—Dijo con suavidad —¡Tarán!—Ese acto basto para que su estúpida sonrisa volviera a posicionarse en sus labios. Por lo que sólo me limite a rodar los ojos y adentrarme al lugar.
Caminé a paso apresurado hacía los vestidores y sentía la mirada de Lorenzo en mí. Cada músculo en mi cuerpo se tensaba. Me di la vuelta para enfrentarlo y nuestras miradas nuevamente se encontraron.
—Deja de hacer eso —Mi voz en tono de advertencia.
—No sé de que hablas —Restándole importancia al asunto.
—Hazte el bobo, Lorenzo. Tus miradas y todo eso que haces me moles—Me interrumpió.
—Te pone nerviosa—Termino mi frase.
—Me molesta, Lorenzo —Sus ojos me detallaban.
Y era verdad, Lorenzo había salido con casi todas las chicas del estadio. Claro, sin tener alguna novia estable. Siempre se le veía coqueteando y que lo hiciera conmigo me molestaba.
Suspiré con cansancio.
—¿A caso no tienes a alguien a quien molestar hoy?
—Qué no hayamos encontrado aquí hoy es una total casualidad, preciosa —Afirmó —Pero, en fin. ok. Algún día caerás, preciosa. —Y con esto Lorenzo termino la conversación y me pasó de lado dejándome atrás.
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Patinadores de hielo
RomanceElizabeth Portman vive en una pequeña localidad dónde el clima es de bajas temperaturas. Desde temprana edad ella entrena patinaje artístico junto con su entrenadora Emily, una ex patinadora olímpica que desaparece repentinamente ocasionando en Eli...