Elizabeth Portman vive en una pequeña localidad dónde el clima es de bajas temperaturas. Desde temprana edad ella entrena patinaje artístico junto con su entrenadora Emily, una ex patinadora olímpica que desaparece repentinamente ocasionando en Eli...
—ha? —El llamado constante de mi nombre hizo que volviese al sitio dónde me encontraba. Me encontraba en casa de Elle. Su padre había hecho el desayuno. Pancakes con tocino. Mi falta de apetito se hizo notar. Los hermanos de Elle se encontraban allí. Hannah permanecía enfrente mío con su cabello rubio desarreglado, su piel es pálida y sus ojos grandes azules permanecían clavados en la pantalla de su móvil. Y a su lado permanece Nicolás, su hermano menor de 8 años, este tiene su cabello castaño, lacio, un poco arriba los hombros, en su rostro pequeñas pequitas que lo hacen ver divino y un café claro en sus ojos. Los tres habían hecho presencia en los campeonatos de patinaje sobre hielo. Su hermano Nicolás era el mejor en su categoría, ya había llevado varias medallas por sus victorias. Y Elle se encuentra a lado mío. Y el señor Freeman estaba posicionado en la cabecera de la mesa, su cabello es rubio, sus ojos son azules y pequeños.
—Tus padres llamaron hoy temprano-—Se dirigió hacía a mi el señor Freeman.
—Papá... —Elle lo interrumpe acompañada de una mirada filosa.
—Vale —Se dirige a Elle —Sólo quería avisarte, Elizabeth —Su mirada ahora posaba en mis ojos.
—Gracias, señor Freeman— Le dirigí una pequeña sonrisa mientras picoteaba el pancake.
Todos terminamos de desayunar y Elle y yo nos dirigimos a la habitación para terminar de arreglarnos.
—¿Quieres quedarte a descansar?— Elle habla.
—Por supuesto que no. Necesito patinar. Necesito relajarme—Contesté sin pensarlo.
—Vale entonces vamos.
Ambas bajamos y nos dirigimos al estadio.
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el móvil suena. Lo tomó para mirar la pantalla.
Papá: Elizabeth, responde el celular.
¿No entienden indirectas?
—Hola —Van habla atrás mío.
—Hola..
—Necesitamos hablar—Alarga el brazo y con su mano espera a que yo la tome.
—Hoy no, Van—Mi contestación fue al instante
—hey, habla conmigo—Mientras me toma con sus ambas manos.
De repente, sólo sentí como aquel nudo que permanecía en mi estomago iba subiendo por mi garganta, brotando al tiempo muchas lágrimas de mis ojos sin cesar. Sentí cómo mis rodillas me llevaban al suelo, pues ya no podía seguir aprisionando aquel sentimiento que me estaba acabando por dentro.
—Elizabeth —Van habla y se baja al tiempo y nuestros rostros quedaron a una misma distancia.
Las lagrimas en mis ojos no cesaban. Tomo mi rostro con ambas manos y lo coloco en su pecho. Y mis lagrimas seguían cayendo por mis mejillas. Por un momento logre tranquilizarme un poco a causa del latido de Van.
—Tranquila —Su mano sostenía firmemente mi cabeza —Vamos, me levanta de aquel sitio.
—¡Hey! ¿Qué demonios le estás haciendo?—Una voz masculina se escucho
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