Capítulo 3

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Richard Camacho

Juego con un bolígrafo en mis dedos al tiempo que escucho a mis amigos debatir sobre sus problemas.

¿Problemas? ¿Qué sabrían ellos de problemas?

Dos de ellos vivían felizmente casados, uno de ellos acababa de volver de sus vacaciones en la jodida isla de Skópelos y el último disfrutaba de la paternidad todo el tiempo que no pudo hacer antes.

Yo si que tenía problemas.

Problemas que me estaban jodiendo la cabeza con cada día que pasaba.

Llevaba meses acostándome con una chica, una a la que creía estar queriendo. No amando como decía Zabdiel todo el tiempo. Sentía cosas por esa chica pero nada similar al amor, simplemente la quería.

Necesitaba aclarar mis sentimientos con respecto a ella pero cada día estaba más confuso. Y no confuso en el buen sentido sino todo lo contrario.

Y menos ahora que una tal Sibylle Stone rondaba por mi empresa contoneando sus caderas y mirándome con esa mirada felina tan característica de ella.

Me sentía atraído por ella...

Pero, ¿quien no lo haría?

Ella era hermosa físicamente pero su personalidad también me había dejado marcado, todavía recordaba sus vaciles con mucha claridad.

—Richard, ¿estás prestando atención?— preguntó Erick alzando sus cejas.

—Si, por supuesto.— respondí aclarando la garganta.

Por supuesto que no.

–¿Ah si?— cuestionó ahora Joel entrecerrando sus ojos—. Entonces supongo que sabes que Christopher y Cyara están esperando a su segundo hijo.

El recién nombrado se atragantó con su café y terminó escupiendo este en la mesa.

—Oh, mierda.— pronunció llevándose una mano a los labios—. Creo que me quemé la lengua.

—¿Y ya sabes si es niño o niña?— pregunté.

—¡Cyara no está embarazada!— exclamó negando con la cabeza—. Estos hijos de puta solo te querían tomar el pelo y demostrarte que no estabas prestando atención.

—Y yo que quería ser el padrino...— murmuré cruzándome de brazos, iniciando un nuevo debate entre los otros tres ya que también querían lo mismo que yo.

El magnate Vélez puso sus ojos en blanco antes de mirarme, ese tipo de miradas tan significativas. Christopher era ese tipo de personas que prestaba atención a todos los detalles y cuando sacaba conclusiones solían ser totalmente ciertas.

Asentí en su dirección para hacerle saber que después hablaríamos, él sonrió de lado pero aún así no me quitó los ojos de encima.

—He quedado con Fiamma, así que si me disculpan...— dijo Joel levantándose y guiñándonos un ojo.

—Yo también tengo cosas que hacer... Y esas cosas implican a mi chica.— murmuró Erick sonriente—. Me dijo que saldría a hacer deporte y que nos veríamos después... Y creo que ese después es ahora.

—Bien, chicos, entonces quedamos para mañana.— dijo Zabdiel levantándose de igual forma y alzando una mano en nuestra dirección.

Nos despedimos entre risas y vaciles, para que después Christopher y yo nos quedásemos a solas en la sala de reuniones.

Él miró un mensaje que le apareció en la pantalla de su teléfono antes de guardar este en su bolsillo.

—Bien, Richard, ¿que se supone que te está pasando últimamente?

—¿Quieres que te sea sincero?— pregunto al tiempo que  dejo escapar una bocanada de aire de mis labios.

—Si no quisiera que me fueras sincero no te estaría preguntando.— dijo poniendo los ojos en blanco—. Dime las malditas cosas.

Me es inevitable bufar.

—Me causa cierta impresión una mujer que no está en mi liga.— admití encogiéndome de hombros.

Él me miró burlón alzando una de sus cejas.

—¿Y quien no estaría en tu liga?

—Una chica a la que no le atraigo.

—¿Ya has perdido tu encanto?— se burló.

—No, idiota.— respondí frunciendo el ceño—. Ella es asexual.

—Vaya, esto es una novedad.— dijo juntando sus manos y asintiendo—. No es algo imposible, Camacho. Haz al menos el intento de seducirla, utiliza tus encantos.. Si es que todavía te quedan.

En cierto modo tenía razón, era mejor intentarlo y fallar en el intento antes que no haber hecho nada por conseguirlo.

O tal vez no era la mejor idea...

Sibylle Stone estaba trabajando para mi en estos momentos, no sería nada profesional de mi parte intentar seducirla o intentar algo con ella cuando estábamos en un ámbito formal.

—No lo sé, Christopher.— admito levantándome, empiezo a caminar de un lado al otro como solía hacer cada vez que estaba nervioso.

—¿Cual es el problema?— preguntó mirándome directo a los ojos.

—Trabaja para mi.— confesé.

—Entonces pídele consejo a Zabdiel, él está saliendo también con una chica que trabaja en su empresa.— murmuró con simpleza.

—No es lo mismo...

—Richard, no creo que esa chica sea asexual... Seguramente no ha tenido la oportunidad de conocer a chicos que le alteraran los sentidos y la hicieran sentirse excitada, deseada... Tú eres capaz de eso y de más, demuéstraselo.

Una vez más tenía razón...

Bueno, estaba echándome demasiadas rosas y elevándome el ego.

Pero aún así volvía a la misma idea, quería intentarlo con esa chica.

Magnate CamachoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora