Richard Camacho—Vamos a enumerar los errores del magnate Camacho.— dice Christopher con una sonrisa burlona en los labios—. Uno: follarse a Sibylle.
—Dos: Tirarse a la chica que está en prácticas.— dijo Erick mientras negaba con la cabeza.
—Tres: Coger con la señorita Stone.— enumeró Joel soltando una risita.
—Cuatro: Tener sexo con la española.— finalizó Zabdiel con una sonrisa en los labios.
Puse los ojos en blanco, me causaban estrés con solo escucharlos.
Era más que obvio que había sido un error pero no hacía falta que me lo recordaran una y otra vez.
Un error que estaba dispuesto a volver a repetir, por supuesto.
—Me ha quedado claro, no seáis hijos de puta.— bramé negando con la cabeza.
—Solo estábamos bromeando.— dijo Joel sonriendo en mi dirección.
—Exacto, recuerda que yo hice lo mismo, le hice el amor a Keshia cuando ella trabajaba para mi...— murmuró Zabdiel encogiéndose de hombros—. Y ahora es la mujer de mi vida.
—Y yo me follé a Cyara cuando estábamos prometidos y cuando nos casamos también.— dijo Christopher riendo.
—Yo me enrollé con la periodista que me había hecho una entrevista...— se sumó Erick alzando sus manos.
—Y yo mantuve relaciones sexuales con Fiamma durante los meses que negociábamos para firmar un contrato de empresas.— finalizó Joel.
—Todos hemos cometido errores, pero esos errores fueron sin duda lo mejor que pudimos hacer en la vida... Somos unos hijos de puta con suerte.— terminó por decir Christopher.
Era temprano para decir que mi situación era como la de ellos, que Sibylle Stone sería la mujer de mi vida y que terminaríamos viviendo una historia de amor juntos y con final feliz.
Todo en esta vida era posible pero no valía la pena hacerse ilusiones desde ya.
La puerta de la sala de reuniones es tocada, haciendo que todos los allí presentes llevemos nuestra mirada hacia allí.
—Adelante.— dije lo suficiente alto como para que se escuchara.
La persona que entró era quien menos me esperaba: Sibylle Stone.
Las risas de los chicos se hicieron presentes en la sala, a pesar de que intentaron ocultarlas.
—Perdón por interrumpir la reunión.— murmuró por lo bajo—. Señor, su secretaria me pidió que le trajera los documentos que acaban de llegar desde la empresa de los Medina.
—No has interrumpido nada, no era una reunión de magnates sino de amigos.— aclaro cuando mis ojos hacen contacto con los suyos.
Ella asiente ligeramente mientras deja una carpeta en la mesa.
Me mira por breves segundos y acto seguido camina en dirección a la puerta para volver a salir.
—¿No quieres quedarte?— pregunto ladeando la cabeza.
—No es lo correcto.
—¿Y tú desde cuando haces lo correcto?— pregunto con una sonrisa en los labios.
Ella me mira de la misma forma, niega con la cabeza y sale de la sala de juntas como si nada.
Me muerdo los labios, si ella se quedaba iba a terminar echando fuera a mis amigos para poder recostarla en esa mesa y hacerla mía una vez más.
Verla solo me provocaba querer recorrer su cuerpo con mis manos y mi lengua.
Y de solo imaginarlo ya estaba viviendo las consecuencias...
—Creo que todos somos consciente de cómo terminarán ellos dos.— opinó Erick con una sonrisa de diversión en los labios.
—Deberíamos de apostar.— dijo Joel soltando una risa—. ¿Dinero, acciones o...?
—Lo que sea menos dinero, somos asquerosamente ricos que no nos importaría perder unos cuantos miles.— se quejó Christopher poniendo los ojos en blanco.
—No quiero que apostéis.— dije cruzándome de brazos y frunciendo ligeramente el ceño.
Sin embargo, parece ser que ninguno me escuchó... Y si lo hicieron decidieron ignorarme.
—Yo digo que antes de que termine el mes ya están juntos.— opinó Zabdiel con una sonrisa burlona en los labios.
—No, no... Yo le doy tres semanas.— dijo Christopher alzando sus cejas—. Para que sea oficial, digo.
—Un mes y medio.— apostó Joel chasqueando su lengua.
—Es muy temprano... Como mínimo dos meses.— terminó Erick mientras daba un suave golpe en la mesa.
Gruñí por lo bajo, a estos no se les podía decir nada porque no eran capaces de tomárselo en serio.
Salí de allí casi enojado pero si bastante molesto, para mi era algo importante y ellos se lo tomaban en broma.
Me dejo caer en la silla que hay tras mi escritorio y bajo la mirada a mi entrepierna, efectivamente ver a Sibylle e imaginarme ciertos escenarios con ella en mi mente habían sido suficiente para ponerme duro.
Si es que no podía ir a peor...
Bueno, tal vez si podía ir a peor... Mejor dejo de pensar en ello que no quiero tentar mi suerte.
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Magnate Camacho
Любовные романыLa vida del magnate Richard Camacho siempre fue sencilla, se basaba en trabajar para alcanzar el éxito y una vez alcanzado, seguir trabajando para no perderlo. Los dolores de cabeza comienzan cuando una joven que trabajaba su empresa le empieza a at...