Richard CamachoMe cruzo de brazos mientras camino por la sala, desde donde me encontraba era capaz de escuchar el sonido del agua corriendo en ella ducha. No hacía más de quince minutos que habíamos llegado, digamos que nos entretuvimos solo un poco en mi casa, lo cual no estaba en mis planes pero surgió.
Miro el reloj de mi muñeca y chasqueo la lengua, ni de coña llegaríamos a tiempo a la reunión, faltaba tan solo media hora... Y veinte minutos ya los llevaba el trayecto hasta la empresa.
No había demasiados muebles, al fin y al cabo solo estaba aquí de paso ya que en dos meses volvería a España y no tenía ni la menor idea de si volvería o no.
Ahora que lo pienso, esta mujer no hace más que rechazar mis propuestas... La de trabajo, la de noviazgo... Con suerte en un futuro aceptaría la de matrimonio.
El simple pensamiento me hace reír, saco mi teléfono móvil para distraerme un rato y dejar de pensar en todo lo que tiene que ver con ella.
Doy like a varias publicaciones que suben mis amigos en Instagram, yo no solía usar la aplicación y a pesar de tener miles de seguidores no había subido siquiera mi primera publicación.
—Ya estoy lista.— dice la voz de Sibylle desde la habitación.
—¿Le quieres hacer competencia a flash?— pregunto inevitablemente.
Se supone que las mujeres tardan mucho en arreglarse, ¿no?
Ella ríe saliendo de la habitación, llevaba un vestido rojo, un abrigo de color negro por encima que combinaba con las botas.
Para haber tenido poco tiempo en arreglarse estaba divina de la muerte.
—¿Me haces una foto para subir a Instagram?— cuestiona sacudiendo su cabello.
—¿Que manía tenéis todos con subir fotos a Instagram?— pregunté negando con la cabeza.
Volví a tomar mi teléfono en mis manos, entré a la cámara e hice un par de fotos. En algunas aparecía sonriendo, en otras seria, incluso había alguna en la que hacía muecas. Y en todas salía preciosa.
—Te las paso por WhatsApp y ya subes tú la que quieras.— dije sonriendo.
—Gracias.— se acercó para besar mi mejilla—. Ahora vamos, todavía tengo que maquillarme pero eso puedo hacerlo en el coche.
—¿Estás segura de eso?— cuestioné.
—No, pero no podemos seguir perdiendo el tiempo.
Tomó su bolso y caminó hasta la salida, no me quedó otro remedio más que seguirla. Cuando entramos al coche ella empezó a sacar sus útiles de maquillaje del bolso, no le tomé demasiada importancia e intenté ir a un ritmo moderado y que no hubiera frenazos de por medio, lo que menos quería era que se clavara el lápiz con el que se hacía el eyeliner en el ojo.
—Ni tan mal, ¿verdad?— cuestionó mirándose al espejo—. Creo que para ser todo muy rápido está bastante bien.
—Estás increíble, Sibylle.— aseguré con una sonrisa en los labios.
Y verdaderamente lo estaba... Dudaba incluso que algún día pudiera verse mal con algo puesto, ella simplemente era preciosa y no había ropa ni maquillaje que pudieran decir lo contrario.
Todos y cada uno de los trabajadores se sorprendieron al vernos llegar juntos a la empresa, pero por el mínimo respeto que me debían intentaron ocultarlo.
—Buenos días, señor.— saludó mi secretaria dándole una rápida mirada a la chica que me acompañaba—. ¿Quiere que le lleve el café a su oficina?
—Buenos días.— respondí cortésmente—. Que sean dos, por favor.
—No quiero café...— murmuró Sibylle por lo bajo.
—Sería una buena respuesta si te hubiera preguntado si lo querías o no, pero resulta que no lo hice así que...
—Ya lo he entendido.— me interrumpió—. Te espero arriba para la dichosa reunión.
—Oh, con respecto a la reunión, el señor González ha llamado para cancelarla.— dijo mi secretaria—. Dijo que se pondría en contacto con usted para informarlo de los detalles...
Excelente dato para ponerme de mal humor ya desde tan temprano.
Maldigo por lo bajo mientras camino hasta el ascensor, este me lleva directamente a mi oficina en donde ya me estaba esperando la jovencita española.
—No habrá reunión, el hijo de puta la ha cancelado.— le informé cuando me senté en la silla que había tras mi escritorio. Enciendo el ordenador y, efectivamente, tenía un par de correos—. Jodida mierda...
Definitivamente nos habíamos quedado sin socio y por lo tanto habíamos perdido una gran cantidad de dinero al no tener sus acciones.
—Hey, todo estará bien...— intentó decir Sibylle a modo de consuelo.
—No, no lo estará... Pero de eso se tratan los negocios, unas veces se gana y otras se pierde. En esta ocasión se ha ido todo a la mierda.
Dejé escapar un suspiro mientras le escribía una respuesta al ex socio, si no quería ser parte de esto yo no lo iba a obligar.
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Magnate Camacho
RomanceLa vida del magnate Richard Camacho siempre fue sencilla, se basaba en trabajar para alcanzar el éxito y una vez alcanzado, seguir trabajando para no perderlo. Los dolores de cabeza comienzan cuando una joven que trabajaba su empresa le empieza a at...