Capítulo 10

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Sibylle Stone

Cierro los ojos mientras le doy otra calada al cigarrillo que tenía en mis dedos. No solía fumar con frecuencia, de hecho era algo que hacía solo cuando salía de fiesta por la noche con mis amigos. Pero la situación que estaba viviendo me daba ganas de joderme los pulmones solo un poco más.

Durante años viví con las ideas claras para mi futuro, no quería ser una mujer mantenida ni nada por el estilo, por eso mismo es que había estudiado y ahora me encontraba haciendo las prácticas en una exitosa empresa a nivel mundial.

Estaba jodida.

Había descubierto que no era asexual, que fantasía. Pero también me había follado a mi jefe, cosa que no estaba para nada bien.

¿Y si estaba mal por qué se sentía bien?

Recordarlo solo hacía que mi corazón latiese con más intensidad dentro de mi pecho, que la respiración se me volviera irregular y que me hormigueara la entrepierna.

Efecto Camacho.

—¿Tienes fuego?— preguntó una voz femenina a mis espaldas.

Por un momento casi me olvido que estaba en la terraza de un bar.

Volteo para encontrarme a la chica que me hablaba, tuve que ocultar mi sorpresa al ver de quien se trataba.

—Si, ten.— murmuré sacando un mechero de mi bolso y extendiéndoselo.

—Gracias.— sonrió al tiempo que encendía un cigarrillo y lo llevaba a sus labios—. ¿Puedo sentarme contigo?

—Por supuesto.— respondí sin siquiera pensarlo.

Cyara Ross era una de las mujeres preferidas de la prensa, por su físico, por su encanto y por su carácter.

Vestía con un pantalón de cuero y un top del mismo material, todo en color negro.

La mujer estaba jodidamente buena, la verdad sea dicha.

—Tienes la misma cara que yo cuando la cago en algo.— opinó al tiempo que soltaba una risa—. ¿Me equivoco?

—En realidad tienes razón.— admití—. Por cierto, no sabía que fumabas...

—Malos vicios.— se encogió de hombros—. Oh, eres malísima intentando cambiar el rumbo de la conversación, creo que te pareces a mi.

Una carcajada se escapa de sus labios y a mi me es inevitable reír también.

Razón no le faltaba.

Pero no iba a decirle que me estaba acostando con uno de los mejores amigos de su novio, resultaría extraño.

—Lamento haber sido una maleducada, mi nombre es Cyara Ross.— extiende su mano en mi dirección y yo no dudo en tomarla. Sus uñas estaban pintadas e incluso decoradas, lujos que algunas podían permitirse.

—Descuida, yo soy Sibylle Stone.— respondo con una sonrisa en los labios.

Entrecierra los ojos y pronuncia mi nombre en voz baja, como si lo hubiera escuchado antes y tratara de recordar en donde.

—He escuchado tu nombre antes... En realidad creo que lo leí, dame un momento.— dijo mientras sacaba su teléfono del bolsillo.

Por favor que no sea lo que estoy pensando...

—¡No me jodas!— exclamó sonriente—. Que pequeño es el mundo eh.

—¿Por qué lo dices?— pregunté dejando el cigarrillo en el cenicero.

—Sibylle Stone, la chica que está de prácticas en la empresa del magnate Camacho, ¿no?— pregunta, yo asiento ligeramente—. Se habló de ti por el grupo de WhatsApp, Fiamma dijo que vendrías a la cena de este fin de semana.

—Uhum, supongo, aunque sigo sin saber muy bien la razón... No dejo de repetirme que será extraño.

—No te preocupes, aparentemente son uno hijos de puta pero después son de todo menos eso, van a buscar tú comodidad en todo momento y para nada del mundo se sentirá extraño.— me guiñó un ojo.

La pantalla de su teléfono se iluminó en sus manos y rió al leer la notificación que le había llegado.

—Con respecto a nuestra conversación inicial, espero que no la hayas cagado con Richard... Hacéis buena pareja, a pesar de que todavía no os vi juntos.

—Eh... Bueno...— reí nerviosa, era algo que solía hacer en este tipo de ocasiones—. Me he acostado con él.

No debería de confesarle eso, pero sinceramente no tenía a nadie con quien hablar de este tema y Cyara transmitía confianza.

—¿Eso debería de ser un problema?

—Es mi jefe.— argumenté.

—Si te sirve de consuelo, yo me acosté con Christopher cuando ambos estábamos comprometidos con otras personas... Y lo volvimos a hacer cuando nos casamos.— dijo soltando un suspiro—. La vida es una mierda, Sibylle, trata de que asuntos como este sean de menos importancia porque te ha gustado, no hay ningún problema con eso.

—Claro que lo hay... Yo no quiero que piense que por acostarme con él...

—Richard no es así, no debes de preocuparte.

Una de sus manos acarició mi mejilla, haciéndome sentir vulnerable.

—Ha sido un placer conocerte, nos vemos este finde.— se levantó, invitándome a imitar su acción para después abrazarme—. Voy a dejarte mi número y cualquier cosa me escribes, ¿vale? Nadie merece sentirse mal por una cosa de este estilo.

Tomó mi teléfono para anotar su número en mis contactos y me lo devolvió con una sonrisa.

Magnate CamachoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora