- ¿Qué tú... hiciste... qué?
Había oído mal, de seguro, o Stan no había usado bien las palabras en japonés. No podía ser cierto aquello. Simplemente no podía creerlo, no entendía cuándo ni cómo, por lo que se quería convencer de haber oído mal. Stan la miró a los ojos, sus ojos azules parecían más claros y fríos, más apagados.
- Yo maté a Senku –repitió el soldado, modulando perfectamente las palabras– Fue una orden de Xeno, y la cumplí. Le disparé con mi rifle de francotirador, y acerté completamente, así que está muerto.
- ¿Por... qué? –Kohaku estaba en shock, y eso era lo único que pudo decir.
- Sólo puede haber un líder científico en el mundo, y ese va a ser Xeno. Tus amigos no quisieron rendirse y cooperar, pero no nos interesa perder mano de obra, al contrario, así que sólo con matar al líder alcanzaba para derrotarlos.
- No... –jadeó. ¿Sólo por eso, tan sencillo y frío, no dudaron en matar a Senku? ¿Senku estaba realmente muerto? Otra pregunta logró salir de sus labios– ¿Cuándo?
- Casi dos semanas. Cuando me ausenté de aquí un día entero.
Dos semanas. Dos semanas que Senku ya no estaba más en este mundo, y ella recién se enteraba. De pronto le vino a la mente otro pensamiento: Gen. Él le había dicho que estaba oyendo con el auricular lo que sucedía con sus amigos, ¿por qué no le había dicho nada? No le vio un cambio en su rostro, ni preocupación, ni amargura. Era un mentalista, y tenía un excelente control de sus expresiones, destinado a manipular, pero Senku era un gran amigo para él, nadie podría disimular tanto, y no encontraba un motivo lógico por el cual hacerlo.
- ¿Gen lo sabe?
- Sí –la vio abrir mucho los ojos– Se enteró el mismo día, pero Xeno dio la orden de que tú no te enteres, por lo que su vida peligraba si abría la boca.
- ¿Por qué? ¿Por qué no podía enterarme?
- Yo también me lo pregunté, no tuve respuesta. Yo pensaba decírtelo desde el primer momento, sabiendo que nos odiarías, era lo justo. Pero órdenes de Xeno, me terminé molestando y dejando que él se hiciera cargo. Sólo que no lo hizo, y ya me cansé de ocultarlo y verte toda inocente de la verdad.
Kohaku sudaba frío. Con demasiada calma, Stan estaba diciendo esas cosas, cuando lo que estaba de fondo, la realidad inevitable, era que había asesinado a Senku. Su amigo, el joven científico que la había salvado en el momento que la conoció, y que tanto había hecho por la aldea, por su hermana, por la ciencia del mundo de piedra, y por todas las personas del mundo moderno... ya no estaba en ese mundo, y ni siquiera había podido despedirse. No terminaba de creerlo, y aunque su mente no lograba procesarlo, unas lágrimas silenciosas se derramaron de sus ojos, sin que ella pudiera controlarlas. Seguía muy quieta y boquiabierta, su cuerpo no tenía reacción. Stan tampoco hacía nada, seguía ahí sentado, con esa expresión mucho más fría y reservada, parecía el hombre que había conocido los primeros días de su secuestro, y no el que la noche anterior y ese mismo amanecer la había besado y acariciado con tanta pasión y entrega.
Lentamente, Kohaku se puso de pie. No podía moverse más rápido. Stan la miró, e instantáneamente se puso alerta, aunque no la detuvo, la expresión de shock en el rostro de ella, sumado a las lágrimas que seguían fluyendo por su rostro sin control, de una forma casi ausente, le producían una molestia y una pena que no permitía que fuera más restrictivo con ella en ese momento. A pesar de su trabajo militar y de no involucrarse con los asesinatos que eran parte de su misión, también era humano, y en especial verla sufrir a ella era lo que le producía un escozor en el pecho, más que el motivo por el cual ella lloraba.
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Cautivos
RomanceKohaku es atrapada por Stanley Snyder mientras vigila con Chrome, y queda como rehén en el castillo del Dr. Xeno y los demás. Pero ella no va a vender a sus amigos, y Xeno y Stanley no van a soltarla hasta conocer sus secretos. Pero empatizar demasi...