28. La vida sin ti

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- Xeno, sobre lo que viste ayer...

- Ya te dije que no necesita explicación, Stan. Déjame olvidar esa imagen mental, te lo pido encarecidamente. Y desde ahora no volveré a entrar sin tocar la puerta antes.

- Si hubieras entrado unos minutos antes, te hubieras unido a la diversión. No te vendría nada mal una guerra de almohadas para relajar.

- Hay formas más elegantes de hacerlo.

- Tú eliges elegancia, yo diversión, no hay nada que hacerle.

Stan se encogió de hombros, con una sonrisa burlona, mientras caminaban con Xeno por el pasillo luego de desayunar, uno a su estudio y el otro al taller subterráneo de Brody. Sólo quería ponerle humor a la situación, había sido demasiado divertido como para dejarlo pasar. Sin poder exprimir un poco más la broma, decidió dejarlo de lado, una pena.

Lo cierto era que, pese a que ese juego con Kohaku había sido inocente y divertido, con una pizca de provocación luego para hacer más picantes las cosas cuando ella lo había nalgueado accidentalmente, Stan no podía quitarse ya la imagen mental de su propia cabeza. De qué servía mentirse a sí mismo, seguía siendo el mismo hombre apasionado de siempre después de haberse convertido en padre, y su cuerpo tenía ciertas necesidades que nunca se había privado, ya sea solo, o en compañía. Claro que en los tres primeros años luego de revivir lo había resuelto siempre con la primera opción, lo más natural para cualquier persona y en especial los hombres, pero las cosas habían cambiado mucho desde que había encontrado una enérgica y hermosa amante y compañera de vida.

El gran problema de ese momento, era que ya no podía compartirlo con ella, al menos no totalmente, ya que seguían con el gran dilema de no contar con medios anticonceptivos fiables, y ya había aprendido la lección, por más frustrante que fuera. Claro que no era lo único, había otras formas de compartir amor y pasión, pero no había nada como la experiencia completa. Tampoco había sentido una necesidad imperiosa de hacerlo con ella nuevamente hasta ese día, el instinto de paternidad y de ver a Kohaku también en ese rol había ayudado a eso. Sin embargo, el cuerpo de la joven ya había vuelto a la "normalidad" después de casi cinco meses en cuanto a la posición y recuperación de sus órganos, a excepción de que sus pechos estaban aún más grandes por la lactancia, y que tenía unos pocos kilos de más, que le quedaban de perlas en su ya curvilínea y hermosa figura. Ese combo no lo estaba ayudando a dejar los pensamientos de deseo de lado, al menos desde que había vuelto a ser consciente de que Kohaku también lo había vuelto a mirar con picardía.

Se preguntaba qué hubiera sucedido si Xeno no los hubiera interrumpido, ya habían cruzado algunas palabras y toques calientes, más allá de la diversión. Quería sacar el tema con Kohaku, pero tampoco que ella pensara que estaba tan desesperado, al fin y al cabo, ella no lo había buscado de esa forma desde que Neal había nacido. Quizás podía optar por el acercamiento sutil y casual, empezar por unos buenos besos, una que otra caricia, y ver qué sucedía. No estaba seguro de cuánto tiempo después del parto una mujer volvía a ser fértil, tenía que averiguarlo, pero tendrían que conformarse con lo seguro. Habían conversado con Xeno sobre la fabricación de condones con el látex natural del caucho que habían conseguido en Sudamérica, no iban a ser tan cómodos ni seguros como los del mundo moderno, pero al menos disminuirían muchísimo las chances de embarazo.

Como sabían que era cuestión de tiempo, Xeno había hecho ya unos bocetos de su confección y él había hecho algunas pocas pruebas con la elasticidad del material, pero ninguna había pasado el test de calidad por completo, y entre tantas otras ocupaciones eso había quedado a un lado. Tal vez era momento de retomar el proyecto, ya que las cosas se habían calmado en el castillo, y tenían que aprovechar el tiempo hasta que el viaje del grupo de Sudamérica alrededor del mundo se completara, ya que desde que eso sucediera, todo iba a ser una tarea infernal y contra el tiempo. Ni de broma pensaba aguantarse más de un año, dudaba que Kohaku lo hiciera también, aunque tampoco podían arriesgarse otra vez, menos cuando evidentemente los dos tenían una alta capacidad de fertilidad.

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