34 - Destino Inevitable

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A partir del día siguiente, los dos mejores pilotos del reino científico se tomaron muy en serio el entrenamiento de vuelo conjunto. Ryusui estaba más que entusiasmado con que iba a mejorar su habilidad de piloto y tirador a un nivel profesional, confiando en que iba a lograrlo ya que su entrenador personal no era otro que el mejor soldado vivo de ese mundo. El tiempo era escaso, tenían poco menos de un año para lograrlo, por lo cual Stan organizó un calendario de trabajo muy intenso para ambos, dividiendo su día en cuatro bloques de seis horas. Además de mantener sus seis horas de entrenamientos de astronauta, piloto y tiro, el estadounidense dispuso otras seis horas diarias para entrenar a Ryusui, así como esa misma cantidad de horas destinadas a dormir, así como para comer, descansar y pasar tiempo con su familia.

Esa rutina la mantendrían a rajatabla al menos durante los primeros cinco meses, ya que para esa fecha Stan quería estar más atento con Kohaku y el embarazo, creía que a medida que el vientre le fuese creciendo ella también iba a necesitar más ayuda para cuidar a Neal, ya que estaría más cansada e incómoda por momentos como para estar pendiente de su enérgico hijo. Y si algo recordaba muy bien, aunque no sabía si se repetiría, era que para ese entonces su fogosa esposa volvería a tener una imperiosa necesidad de satisfacer sus "calores" internos. Dudaba que fuese como la primera vez ya que tenían a su demandante hijo pequeño que no les dejaba mucho tiempo a solas, pero quería estar preparado, o una vez más la exigencia de su cuerpo físico lo llevaría a un peligroso límite.

Animados cada uno con su objetivo, los dos se dedicaban de sol a sombra a pulir sus habilidades y cuerpos, y pasaban tanto tiempo juntos durante el día que Kohaku hizo la broma de que Ryusui pasaba más tiempo con él que ella misma. Ni siquiera un día de intensas lluvias en la estación otoñal aligeraba el entrenamiento al aire libre, pero ninguno se quejaba de no tener un respiro, más bien se dedicaban a lo suyo con una sonrisa de desafío.

Una mañana, empezando la segunda semana de entrenamiento, Ryusui jadeaba agotado, al borde de la extenuación a causa de los espartanos ejercicios físicos que Stan ordenaba hacer. Si bien el joven tenía un excelente estado físico, hacerlo con la disciplina al nivel de un militar era algo completamente distinto, podía entender la diferencia que había entre el soldado y él con mucha facilidad. Para cuando Stan al fin se apiadó de él y lo dejó descansar, el rubio se dejó caer al suelo y se quedó tirado con los brazos y piernas extendidos.

- ¿Y tú haces esta rutina todos los días? De verdad te admiro, Stan.

- Por supuesto que no.

- ¿Cómo qué no? –Preguntó sorprendido Ryusui– Si dijiste que entrenas a diario...

Con una sonrisa juguetona, Stan levantó su mano izquierda, moviendo el dedo anular.

- Te olvidas de que soy un hombre felizmente casado, y de quién es mi mujer. No dije que no estoy ejercitando, sino que tengo una forma más satisfactoria de quedar jadeando como tú, reparto la variedad de mi entrenamiento. Kohaku no está embarazada otra vez por nada.

- ¡Jajaja! Ya veo.

- Tú podrías hacer más entretenida parte de tu rutina de ejercicios, ya tienes con quién, ¿o me equivoco? –Dijo con diablura– Mientras obtengas los resultados, hay distintos caminos.

- Soy yo el que esta vez tiene que decir "¡nada mal!"

- Sí, pero eso está por terminarse pronto para mí, al menos por unos meses. Kohaku ya está con algunas náuseas y malestares, así que lamentablemente tendré que unirme a ti en estos duros entrenamientos.

- ¿Quién sabe? –Replicó Ryusui con una gran sonrisa– Si sigo tu consejo, quizás te quedes entrenando solo por tu cuenta la mitad del tiempo.

- Aprendes rápido, nada mal.

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