31. Elecciones de vida

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Luna apenas pudo mostrar su rostro al día siguiente, fingiendo un fuerte dolor de cabeza para quedarse en su cabaña la mayor parte del día. Ciertamente tenía el rostro colorado de a ratos, cuando recordaba con total vergüenza lo que había sucedido la noche anterior, que Xeno la había descubierto desnuda y tocándose, nada menos que pensando en él. ¿Podría haber algo más vergonzoso que eso?

Tenía que pensar cómo hacerle frente a la situación, tarde o temprano iban a cruzar sus caminos. Más allá de la vergüenza, lo que la mortificaba más era pensar que el científico podría mostrarse frío y serle indiferente, o directamente rechazarla, no sabía qué le dolería más. Dedicó ese día a imaginar las distintas posibilidades de esa dura realidad, como para hacerse la idea mentalmente de qué podría pensar o decir, además de que quizás así no le dolería tanto si las tristes expectativas coincidían con la realidad. Así resultó su nefasto primer día, lo cual acabó por verdaderamente causarle dolor de cabeza y ni siquiera tuvo ganas de salir para cenar, prefirió quedarse dormida desde temprano.

Por otro lado, Xeno sí mantuvo su actividad usual con sus ocupaciones, aunque no podía decirse lo mismo de su atención y de lo inmersa que estaba su cabeza en dichas actividades. No sólo lo seguía atormentando cómo iba a hablarle a Luna y pedirle disculpas por haberla mirado indiscretamente, por más que lo había hecho de pura sorpresa, sino que constantemente levantaba la cabeza y la buscaba alrededor con la mirada, sin encontrarla en todo el día. Todavía estaba indeciso de si corresponderle o no, aunque era más por dudas e inseguridad de cómo resultaría aquello, no podía decir que no le interesara en absoluto.

La otra que notó la ausencia de la rubia durante el día fue Kohaku, que todavía no se había enterado del vergonzoso episodio de los otros. Stan había sido discreto y disimulado, y ella no era chismosa como para sonsacarle la información. Al principio se había creído lo del dolor de cabeza de Luna, pero cuando luego notó que Xeno estaba inusualmente distraído y nervioso, incluso cometiendo errores y rehaciendo sus planos más de una vez, fue que supo que ese malestar era una mera excusa.

Esperó al día siguiente, decidiendo ir a buscar a la joven cuando no la vio durante el desayuno, así como tampoco la había visto en las comidas del día anterior. Dejó a Neal al cuidado de su hermana y su padre, que se mostraron encantados de poder compensar el tiempo ausente en la vida del bebé, y fue directamente a la cabaña de la estadounidense. La encontró comiendo a solas, mostrándose sobresaltada y con culpa de haber sido descubierta, seguramente estaba comiéndose las sobras de lo que había quedado del desayuno general. La preocupación la hizo ser muy directa.

- ¿Luna? ¿Por qué estás ocultándote aquí desde ayer?

Los ojos café de la médica se abrieron de par en par, ante la acusadora pero no menos cierta expresión de la otra. Dudó por un momento si decirle la verdad, o si buscar otra excusa, aunque la duda no duró demasiado, ante lo siguiente que oyó.

- Tengo cierta certeza de que estás así desde anoche porque sucedió algo con Xeno, él también está comportándose extraño. ¿Quieres contarme? Me gustaría ayudarte, y recuerdo que a ti... Bueno, que él te estaba empezando a gustar.

- Puede que lo haya arruinado –Murmuró Luna, con un hilo de voz.

- ¿Qué? ¿Por qué? –Preguntó sorprendida Kohaku, y se sentó junto a su amiga– ¿Le confesaste tus sentimientos?

- No, para nada. Aunque... Creo que después de ayer ya debe hacerse a la idea, de cualquier forma.

- ¿Stan abrió la boca demás? –Inquirió con molestia, ya predispuesta a amonestar al soldado.

- No, él no tiene nada que ver, yo sola lo arruiné, la culpa es toda mía.

- Hmm, no tengo idea de lo que sucedió. Si puedes ser directa y contarme, te agradecería. De verdad quiero ayudarte.

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