35 - Finales y comienzos

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Un largo silencio se hizo luego de que Xeno pronunciara esas palabras. La tensión en el aire era agobiante, y todos los ojos se posaron en Stan, con nervios y pena. Sin embargo, el piloto se mantuvo estoico y tranquilo.

- Iré.

En ese instante, sólo la férrea disciplina y años de ser soldado lo mantuvieron entero y seguro, sin permitir que ni una emoción de duda se filtrara. Xeno apoyó su mano en el hombro de su amigo, agradecido demostrándole su apoyo.

- Contamos contigo. El lanzamiento del próximo cohete que contiene el módulo de alunizaje de la nave será apenas terminemos de ensamblar la placa de repuesto, será una tarea a contrarreloj. Desde ya lamento decirte que esa parte del cohete no está preparada con el sistema de pilotaje principal, dependerá de tus habilidades.

- Lo suponía. Está bien.

- Y Stan... Esta vez no hay otro dispositivo petrificador, estarás despierto todo el viaje. Pase lo que pase.

- Entendido.

Ese último era el detalle más difícil de informar, porque implicaba que no había margen de error, y que sólo les quedaba confiar de que el lanzamiento fuera exitoso, o sino no quedaría nada de él. Xeno lo miró fijo a los ojos, viendo si fluctuaba su determinación, aunque eso no sucedió. Sólo para asegurarse, se paró muy derecho y le sostuvo la mirada.

- Stan, ¿estás seguro de que puedes hacerlo?

El soldado le devolvió la intensa mirada a su mejor amigo, y esos breves segundos que se tomó para contestar fueron interminable para los que estaban alrededor. Finalmente, Stan sonrió un poco, exudando confianza.

- Por supuesto que puedo.

- Bien, entonces prepararemos todo, tenemos mucho trabajo por delante.

Ni bien terminó de hablar con Xeno, Stan buscó con la mirada a Kohaku. Recién en ese momento se le hizo un nudo en el estómago que no pudo negar, si llegaba a ver la expresión de angustia o desilusión en el rostro de ella, iba a ser un duro golpe para su férrea determinación a no ceder a las emociones como había sucedido meses atrás. Cuando hizo conexión con los ojos aguamarina que buscaba, el sorprendido fue él: Kohaku lo miraba a la distancia con una expresión serena y digna, que transmitía fortaleza y confianza. Caminó a su encuentro, no sabía bien qué decir, por lo cual sólo se quedó parado frente a ella.

- Salva a nuestros amigos, cumplan la misión, y vuelve en una pieza, es lo único que puedo decirte.

- Lo haré, no tengas dudas.

- No las tengo –Afirmó con una sonrisa confiada– Te estaremos esperando y apoyando desde aquí, todos, y en especial nosotros tres.

La rubia dijo eso reforzando el abrazo a su bebé, y acariciando la cabeza de Neal, que miraba intrigado a sus padres. Stan asintió y le dio un beso en los labios, tocó delicadamente la mejilla de su hija dormida, y suspiró profundo antes de arrodillarse para hablar cara a cara con su niño.

Neal... Voy a tener que irme por unos días.

- ¿A dónde, papi?

- A la Luna, con Ryusui, Tsukasa y Senku. Tengo que ayudar a nuestros amigos, que necesitan algo de mí.

- Dijiste que te quedabas con mami, Suri y yo.

- Lo sé, pero surgió algo, y tengo que ayudarlos.

- ¿Están mal?

- Tuvieron unos problemas, sí –Contestó, no quería preocupar a su hijo– Estarán bien en cuanto vaya yo, quédate tranquilo.

Stan sintió un escalofrío recorrerlo cuando los ojos grandes y aguamarina de Neal le devolvieron una mirada que contenía duda y temor, justo lo que quería evitar. Le acarició la cabeza y le sonrió sereno, e iba a abrazarlo y asegurarle nuevamente que todo estaría bien cuando su hijo se apartó de sus manos de forma brusca.

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