22. Deseos de carne

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Lo que en un principio Stan consideró, con una enorme sonrisa, que iba a ser algo que agradecer, terminaría convirtiéndose en una maldición poco después, y sin imaginarse que la "tortura" duraría casi dos meses. Quizás en otro momento sin tanto trabajo forzado lo hubiera disfrutado tal como pensaba que sería, pero no fue ese el caso.

- Xeno, estoy haciendo el trabajo duro de tres hombres para llegar a tiempo con todo. Ocúpate tú también de ella cuando está así, tu trabajo no te agota tanto.

- ¿"Así"? ¿Cuál es el problema?

- Está con antojos, intensos.

- ¿Qué quiere?

- Carne.

- Tenemos de sobra ahora, en esta nueva ubicación.

- No "ese" tipo de carne –Dijo con una mueca, y su amigo entendió la indirecta al fin.

- Oh... lo siento Stan, pero ya me expresé al respecto, y algo así de impersonal mucho menos cambiará mi decisión. Era de esperar, biológicamente debe ser la combinación del aumento de la progesterona, lo que elevó su estado de ánimo, que ya no tiene mareos ni náuseas, y que toda esa zona del cuerpo alrededor tiene mayor irrigación sanguínea, que le genera más sensibilidad y placer.

- Ajá... pero esa información tan elegante no resuelve mi problema.

- Dile que no tienes ganas, y ya –le contestó simplemente.

- "Y ya", dices, ¿te crees que no lo he intentado? No tienes idea lo feo que me mira cuando lo hago, me gustaría que lo pruebes tú antes de hablar tan livianamente. Xeno, hace una semana me arrastró agarrándome del cinturón del traje, delante de sus amigos, no le importó nada. Y si después de eso viene la extorsión emocional con sus cambios anímicos que provocan culpa... no, gracias.

- Entonces ponle una excusa. Eres uno de los hombres más útiles aquí, no te faltan actividades o tareas para adjudicarte. O pídele ayuda a otro, que te saque del apuro.

- ¿Y qué te crees que estoy haciendo ahora mismo, contigo?

- No me refería a ese tipo de ayuda, tú sólo quieres repartir la carga conmigo.

- Me está dejando seco, me va a deshidratar.

- Sabes que no funciona así, ¿cierto?

- Era broma... pero siento que soy como una vaca que ordeña día y noche... y a veces a la tarde. Tengo la sensación de que no va a quedar nada de mí si no se le pasa esta intensidad.

- Hay peores formas de morir.

- Vamos ya, tú no tienes derecho a bromear a costa mía si no vas a colaborar. Aunque deberías de aprovechar la oportunidad, más si ya reconociste que no vas a hacerte a un lado y que la quieres, de verdad que no te entiendo. En unos pocos meses Kohaku estará más incómoda e irritable de seguro, y luego habrá que olvidarse de tener relaciones por al menos medio año, ya me lo veo.

- Estuvimos más de tres años sin ello, y no pareció molestarte entonces.

- Estás ignorando el contexto, Xeno. Pero una vez que vuelves a probarlo y ya con una pareja, porque al menos para mí Kohaku ya es eso... no quiero volver a la sequía. Hay que aprovechar.

- ¿No era que te molestaba que te dejara seco?

- Todo en su justa medida. De ti no quedarían ni los restos si estuvieras en mi lugar, y lo sabes... Ahora que lo pienso, creo que esa es tu excusa.

- No es así.

- Oh, creo que lo es –le contestó con una sonrisa burlona, para molestarlo– Pero ya, suficiente, si todavía no abandonaste del todo tu plan de ser un negador, no voy a perder el tiempo. Voy a considerar lo de las excusas, una ayuda externa. Eres libre de reconsiderarlo en cualquier momento, y ya sabes que te agradecería. Hasta luego, Xeno.

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