Anneliese.
Una semana después.
El salón de ceremonias era grande y vistoso, todo parecía sacado de una película de esas de ostentoso presupuesto. Cubiertos en el más fino cuero, los asientos formaban un negro y casi interminable mar, que en breve se llenaría de cientos de personas emocionadas por presenciar esta premiación. Y ni hablar del escenario, que con solo tenerlo en frente provocaba náuseas en cualquiera que lo mirase; era imponente, era majestuoso, pero sobre todo...era aterrador. Yo me encontraba parada en medio de aquel océano de sillas, con un café muy cargado en mi mano derecha, y nuestro cuento prolijamente impreso y encarpetado, en la izquierda.
La noche anterior había sido horrenda, y dormir definitivamente no había hecho parte de mis actividades nocturnas; en lugar de eso, pasé hora tras hora dando vueltas en la cama, pensando en el cuento, pensando en el esfuerzo que hacerlo nos tomó...pensando en Lucía, pensando mucho en ella. Y así, todo ese tortuoso ritual, concluyó en la decisión de levantarme más temprano de lo previsto, y encontrarme aquí, sola, asustada, y somnolienta.
Siendo las 8:20 a.m. aún no había persona alguna en el lugar, más allá de los administradores del evento, por supuesto. De los concursantes y el público, aún no se sabía nada; pero allí estaba yo, como un fantasma deambulando por el sitio, tomando café y rezando al cielo para que todo saliera lo mejor posible.
Pasados unos tortuosos y extensos minutos, visualicé a lo lejos el perfecto rostro del director de nuestro colegio, Marco Williams había llegado al lugar antes de lo concordado, y agradecí al cielo por ello. Tras él, con cara de resignación y los brazos cruzados, se hallaba caminando mi mal humorado mejor amigo, que había asistido al evento sin aviso previo.
—Buenos días, Sr. Williams. —dije sonriendo, y mirando de reojo a Alexis quien seguía con una expresión descontenta.
—¿Cómo ha estado, Anneliese? —Respondió el elegante hombre, —espero haya descansado muy bien y esté lista para la premiación.
Ante sus palabras, mi rostro esbozó una forzada sonrisa, claramente mi estado era todo lo contrario a lo que él esperaba. ¿Descansada?, no. ¿Preparada?, de ninguna manera.
—Por supuesto—mentí. Y en un afán de acabar con aquel incómodo saludo, me dirigí a mi amigo.
—¡Alexis!, no sabía que vendrías. ¿Viniste a apoyarnos? —pregunté con un tono animado.
—De hecho, yo le pedí que me acompañara—interrumpió Marco, quitándole toda oportunidad a Alexis de decir los verdaderos motivos.
Miré con extrañeza a mi amigo, que estaba parado tras el elegante hombre de traje gris y corbata roja. "Él me obligó", lo vi pronunciar en un susurro, mientras señalaba a Marco con rabia en su mirada.
Sonreí ante la bizarra situación, pero agradecí silenciosamente la presencia de mi mejor amigo en aquel lugar. Sería agradable ver su familiar rostro entre el público.
—No lo obligué, solo fue una amable petición—soltó el Sr. Williams, dejándonos saber que había escuchado el irritado susurro de Alexis.
—Está bien—dije con un poco menos de tensión. La presencia de aquellos dos hombres me proporcionaba tranquilidad. —Me alegra que ya estén aquí.
—¡Trajiste tu cámara! —dijo sorpresivamente mi mejor amigo, al ver el artefacto colgando de mi cuello. —¿piensas tomar algunas fotos de la premiación?
Sonreí ante el oportuno comentario de Alexis.
—Sí, así es...—me limité a responder, cuando realmente, mis intenciones con la cámara ese día eran muy distintas. Lucía, ella era mi intención...quería capturar con mi lente, algunas tomas de ella.
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Love Time ©
Romance"El amor aparece cuando menos lo esperas" solo suponía una frase vana para Lucía, de aquellas que suenan bien al decirlas, pero tienen poca cabida en la realidad. Jamás se habría molestado en buscarle algún tipo de lógica a esas palabras, hasta que...