Capítulo 27: Lo oscuro de la soledad.

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El apuesto director Williams se levantó de su asiento seguido del malhumorado profesor de inglés, ambos agotados por el día, pero realmente felices y satisfechos con los resultados del evento. El costoso reloj que decoraba la muñeca de Marco, marcaba las 3:45 p.m., y las casi en su totalidad vacías sillas del teatro anunciaban el final de tan esperada premiación.

—Ya debo irme, tengo cosas que hacer—se justificó Alexis, quien realmente solo deseaba llegar a casa y descansar. Su mente estaba un poco nublada, y su cuerpo, bastante agotado.

—¡No! —salió de la boca del guapo director Williams sin previo aviso. Seguido de esto, acomodó su corbata, retomó la compostura, y continuó hablando, ahora con mayor diplomacia. —Es decir, no es necesario que te vayas tan pronto. Te invito a comer en mi casa, ¿qué te parece?, debes tener hambre—concluyó.

Alexis efectivamente tenía hambre, y la propuesta sonaba tentadora, pero el cansancio de su mente y cuerpo eran mayores que los rugidos de su estómago. Por su parte, el atractivo Sr. William solo deseaba un poco de compañía, regresar a su gran y silencioso hogar solo y tan temprano, lo hacía sentir mal.

—No, no se preocupe. Pero muchas gracias por la invitación—soltó negativamente Alexis—de hecho, debo ir a terminar de calificar unos exámenes que tengo pendientes de grado séptimo. Ya sabe, soy muy diligente con esas cosas—continuó, tratando de justificarse y aprovechando para quedar bien delante del atractivo sujeto, quien después de todo, era su jefe.

—No me desprecies la invitación, estaba pensando en cocinar algo para ambos—seguía insistiendo. —y sobre los exámenes, ¡qué responsable eres!, ¿sabes qué?, te ganaste una cena conmigo por tu buena conducta. —terminó burlonamente Marco.

Sí, era su jefe, y eso a veces, jugaba en su contra.

Rechazarlo empezó a sonar como una idea no solo maleducada, sino peligrosa en la cabeza del profesor Alexis, no quería ocasionar problemas con su superior, así que optó por aceptar la cena y sonreír amablemente.

—¡Perfecto!, entonces vamos, te llevo—soltó feliz el elegante hombre de corbata roja.

Sin más opción que seguir los pasos de su obstinado y terco jefe, Alexis se dirigió con paso lento al majestuoso Mercedes Benz del director de la institución. Suspiró antes de subirse en el asiento del copiloto y sin decir palabra alguna, se dejó llevar rumbo a lo que sería quizás la cena más extraña de toda su vida.

...

Era una zona residencial altamente costosa, de esas que no pisarías al menos que un evento extraordinario ocurriese, tal como el que estaba viviendo Alexis en ese preciso momento. El auto empezó a cesar su movimiento, indicando que una de aquellas ostentosas mansiones, eran el último destino. Marco Williams se dispuso a detener el auto frente a la más grande de ellas, mientras Alexis se dedicaba a intentar mantener su boca cerrada ante lo que sus ojos estaban viendo. Él era consciente de que su jefe era una persona adinerada, definitivamente su ropa y su auto delataban su "interesante" poder adquisitivo. Pero, ¿una mansión?, eso se salía completamente de sus suposiciones. "Te invito a comer a mi casa", recordaba Alexis las palabras de su jefe. Casa...sí, claro.

Ambos hombres procedieron a bajarse del auto, para entrar a la lujosa "casa" del director. Marco caminaba con toda la despreocupación del caso, mientras unos pocos pasos más atrás, su invitado avanzaba con un poco de dificultad.

—Vamos entra, y ponte cómodo. Yo voy a preparar la cena, así que tardaré un rato. —soltó tranquilamente el hombre de la corbata.

Las puertas del majestuoso lugar se abrieron de par en par, revelando un espacio solo semejante a los castillos de las películas de Disney. Alexis se dispuso a entrar en ese tiempo-espacio que tan irreal se le hacía, ¿cómo era posible tener tanto dinero?, ¿era siquiera legal?

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⏰ Última actualización: Dec 08, 2022 ⏰

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