Anneliese.
Todo había pasado tan rápido que aún me costaba asimilarlo. Mi carro estaba destrozado, se veía realmente mal. No tenía dinero para pagar por una nueva pintura y eso me estresaba.
—Tendré que tomar el transporte público más seguido—pensé con tristeza.
Alexis se acercó a mí, estábamos en la sala de maestros, donde solíamos reunirnos siempre. Él era profesor de inglés y llevábamos varios años de amistad. Aunque era un poco mayor que yo me entendía muy bien, por esto me sentía afortunada de tenerlo conmigo.
—Aún no comprendo por qué alguien te haría eso Ann—dijo.
—Yo tampoco. He procurado ser amable con mis alumnos, ¿enserio me odian tanto?—expresé bajando la cabeza, suponiendo que el culpable probablemente estaba entre los chicos.
—No pienses así, ¡es imposible odiarte!—expresó consolándome.
—Lo dices porque eres mi amigo.
—Lo digo porque es cierto—repuso.
Sonreí, él siempre sabía como hacerme sentir mejor.
—Tienes que decírselo al director—siguió.
Yo no quería llevar la situación a un nivel tan extremo, prefería dejar las cosas así. El director era un hombre estricto e intimidante. Desde que llegué a esta escuela he evitado ser el centro de su atención, consideraba mucho mejor pasar desapercibida.
Alexis había luchado mucho para que me aceptaran aquí, sus referencias fueron muy importantes para conseguir el trabajo, ya que yo no poseía experiencia laboral. No quería arruinar todo sólo por lo sucedido con mi auto.
—Prefiero solucionar esto yo misma—dije.
—¿Estás segura?—preguntó.
—Sí, no te preocupes. Agradecería que esto quede entre nosotros, ¿está bien?
—Claro que sí Ann, sabes que puedes confiar en mí.
Me despedí de él y me dispuse a ir al salón de décimo. Pero sentí que me tomó del brazo, así que volteé.
—¡Feliz cumpleaños!—me dijo extendiendo un regalo hacia mí.
Sonreí inmediatamente.
—¡Gracias Alexis!—dije abrazándolo.
—Por lo menos por hoy, sonríe. No quiero verte triste—me dijo.
—Eres el mejor amigo del mundo—exclamé.
—Sí, lo sé. Y también el más guapo.
Reí por su comentario, sabía que no le importaba mi opinión al respecto. Ni la de ninguna otra mujer...
Seguí mi camino hacia el grado correspondiente. Entré al aula y saludé a los estudiantes, me sentía extraña al pensar que uno de ellos podía ser el causante de mi desgracia.
—Empezaré a tomar asistencia—informé.
aprovechaba siempre ese instante para tratar de memorizar los nombres de los alumnos, como lo hacían todos los maestros nuevos. No era fácil, pero me esforzaba por lograrlo. Llegué al único nombre de la lista que conocía a la perfección, así como sabía a quien pertenecía.
—Lucía Cortés.
La chica levantó su mano y con una sonrisa exclamó:
—¡Presente!
Sus ojos verdes tenían un brillo particular, la observé un poco más de lo necesario. Noté como sus manos temblaban ligeramente y movía sus pies con ansiedad.
Continué pasando lista y seguí con la clase. Las dos horas correspondientes acabaron rápido, era muy entretenido hablar sobre los libros clásicos, era una de mis temáticas preferidas y agradecí que estuviera en el currículo.
—Eso es todo por hoy chicos, tengan un bonito día y no olviden la consulta para mañana—dije.
Todos empezaron a retirarse del salón, excepto la chica de bonitos ojos y su amiga. Las había observado un par de veces, parecían ser bastante unidas.
Lucía empezó a caminar hacia mí, traía su mochila en la mano, eso me causó curiosidad. Justo cuando iba a iniciar a hablar, su compañera la interrumpió.
—Vamos Lucy, Damián nos debe estar esperando.
Pude notar la molestia en sus ojos esmeralda, ella realmente quería hablar conmigo, por este motivo decidí no retirarme del lugar.
—Lo siento Ami, pero hoy no puedo ir con ustedes. Ve por Damián, yo necesito hablar con la profesora en privado.
Al escuchar estas palabras mi curiosidad aumentó y no pude evitar acercarme un poco a ella. Su amiga hizo una expresión de confusión, se encontraba tan sorprendida como yo, pero eventualmente asintió con la cabeza y se marchó.
Lucía se volteó hacia mí y sonrió. Yo le devolví la sonrisa.
—¿Necesitas hablar conmigo?—le dije amablemente, sus ojos eran un poco intimidantes.
—En realidad, quería darte algo—dijo nerviosa.
La observé extrañada, no comprendía la situación. Ella sacó una pequeña bolsa de su mochila, de inmediato reconocí la marca, era una joyería bastante costosa.
—Me enteré de que hoy es tu cumpleaños, sé que no es común esto, pero quiero darte un regalo—dijo y puso la bolsa en mi mano.
Me dispuse a abrir la bolsita, intrigada por su contenido. Al tomarlo en mis manos, no podía creer lo que sucedía, me estaba obsequiando un hermoso collar de oro; mis ojos se abrieron con sorpresa al observarlo.
—No era necesario Lucía—dije apenada, pero irremediablemente feliz.
Ella me miró con sorpresa.
—¿Sabes mi nombre?—preguntó.
—¡Claro! Eres la única con redacción decente aquí—respondí.
Ella rió ligeramente.
Su sonrisa era bastante bonita. Hicimos silencio por varios segundos, mirándonos fijamente; pero el momento no se tornó incómodo. Puedo jurar que fue extremadamente agradable.
—¿Me ayudas?—exclamé, rompiendo la calma.
Con una mano sostuve mi cabello y puse el collar en sus manos, inmediatamente entendió la idea y se puso detrás de mí, dispuesta a ayudarme a abrocharlo. Me fijé como delicadamente posaba el collar en mi cuello y después de unos segundos lograba su tarea.
—Listo profe—exclamó.
Observé cautivada el collar, era realmente hermoso. Levanté la cabeza para encontrarme de nuevo con aquellos ojos verdes.
—Dime Ann—dije sonriendo.
Ella asintió con la cabeza algo avergonzada.
—Muchas gracias Lucía, no sabes lo feliz que me hace tu regalo. Estaba pasando por un mal momento—mencioné sin querer.
—Lo sé, te veías triste ayer. Quería verte de nuevo alegre—mencionó ella.
Con una sonrisa en mi rostro la abracé. Pude notar que temblaba un poco, sentí ternura.
—Ya me tengo que ir—dijo.
—Está bien—expresé—de nuevo, muchas gracias.
Ella sonrió por última vez y salió del aula. Me senté en el escritorio sin poder creerlo. Quizás sí le agradaba a los alumnos...
Empecé a jugar con el collar en mis manos, no podía evitar sonreír. Me distraje observándolo, cuando derepente una duda me asaltó.
—¿Cómo supo que hoy era mi cumpleaños?
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Love Time ©
Romance"El amor aparece cuando menos lo esperas" solo suponía una frase vana para Lucía, de aquellas que suenan bien al decirlas, pero tienen poca cabida en la realidad. Jamás se habría molestado en buscarle algún tipo de lógica a esas palabras, hasta que...