Capítulo 21: Aquel 3 de septiembre (2)

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[Nota: para disfrutar mejor este capítulo, recomiendo releer el anterior. Sé que puede resultar un poco tedioso, pero les aseguro que vale la pena]

Lucía.

—¡Buenos días, profesora Anneliese! —dije, dejando que mi voz se perdiera entre las voces de mis compañeros de aula.

—Vamos a iniciar leyendo los ensayos que les indiqué que realizaran para hoy—dijo la linda Anneliese, con aquella pícara sonrisa que ya todos reconocíamos a la perfección. Ella tomó entre sus pequeñas manos el listado de nombres y yo a la par, tomé entre las mías la carpeta donde estaba mi ensayo perfectamente escrito; lo apreté con un poco de fuerza descargando en él mi nerviosismo, pero cuidando no causarle ni la más mínima arruga a ninguna de las hojas.

Podía sentir mi corazón latiendo con rapidez, y la respiración veloz de Amelia sentada tras de mí me calaba en el cuello.

—Lucy...—la oí susurrar a mis espaldas, pero la ignoré. Estaba demasiado concentrada en regular mi propio nerviosismo como para prestarle atención al de mi amiga.

—¡Lucía! —repitió aún susurrando, pero con un tono mucho más desesperado que el anterior.

—¿Qué? —exclamé dirigiendo todo mi cuerpo a ella.

—Mi ensayo, no está.

—¿Qué dices? —le susurré confundida.

—¡Que no traje mi ensayo!, lo dejé en casa por accidente...¡Y soy la primera del listado!

Fue entonces cuando entendí la gravedad del asunto. Amelia Brown tenía la mala fortuna de que su apellido fuera el primero en figurar en la lista de asistencia y si no leía su ensayo reprobaría literatura; sus notas anteriores no eran lo suficientemente buenas para aprobar.

Abrí mis ojos con desesperación y ella me dirigió una mirada de angustia. ¿Qué debía hacer ahora? Solo un milagro podría salvarla, este era su fin.

—¡Buenos días muchachos! ¿Cómo están el día de hoy? —se oyó dentro del aula, cortando de un momento a otro el ambiente de tensión.

—¿Alexis? —susurré para mí misma. —¿y él qué hace aquí?

—Buenos días, profesor Alexis—entoné junto a mis compañeros, tal como lo hacíamos siempre ante la llegada de alguien.

De la nada, un apuesto sujeto entró en el salón de clases. Llevaba un impecable traje gris con una corbata roja notablemente costosa. Saludó al alumnado con autoridad y firmeza, recibiendo de nosotros un desconcertante saludo automático.

—¿Quién es ese sujeto? Es lindo, ¿verdad? —dijo Amelia a mis espaldas, logrando que yo asintiera ante su afirmación.

—Muchachos, él es Marco Williams, el nuevo director del colegio. Llegó hoy como reemplazo del Sr. Davis quien fue trasladado a otro plantel—nos aclaró el amable Alexis.

Amelia y yo nos miramos sorprendidas y sin oportunidad de ocultarlo, nuestras caras esbozaron genuinas sonrisas. Volteé hacia Damián que se hallaba sentado a unos puestos de nosotras y él nos sonrió de vuelta.

El nuevo director se dispuso a presentarse y dar un pequeño monólogo típico de los nuevos jefes. Mientras eso sucedía, yo me dedicaba a hacer gestos de felicidad con mis dos mejores amigos, tratando de disimular lo mejor posible.

Transcurrido un rato, el timbre de cambio de hora se hizo escuchar por todas las instalaciones.

—¡Sí! ¡Gracias Diosito, te debo una muy grande! —gritó Amelia saltando de su silla con alegría y saliendo sin más del aula.

Love Time ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora