Capítulo 3: Regreso a clases.

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Era domingo por la tarde. La noche se acercaba lenta y dolorosamente, anunciando el fin de mi receso escolar. Siempre fui una estudiante dedicada, de aquellas con múltiples reconocimientos académicos. Pero eso no era sinónimo de amor a la escuela, simplemente era fácil obtener buenas calificaciones si me lo proponía.

Eran las 5:20 pm y en un intento de distraer mi mente, abrí el reloj y pronuncié:

—Amelia.

De inmediato se encendió la pantalla, dejando ver a mi mejor amiga recostada en su cama. Su expresión me hizo darme cuenta que se sentía tan decepcionada como yo y la razón, era más que obvia. Decidí llamarla, con el objetivo de darnos apoyo moral, por esto agarré mi celular y marqué su número.

—¡Lucy! Estoy muriendo lentamente...

—Lo sé, luces tan triste como yo.

—¿estuviste observándome de nuevo?—dijo con tono de sorpresa—¡te dije que no me gusta que hagas eso! Me siento expuesta.

—¡por Dios Ami! Ya hemos hablado de esto. Ya lo habías superado, ¿recuerdas?

—Sí, está bien. ¡pero no lo hagas seguido!—respondió resignada. Pude sentir un suspiro de aceptación a través del móvil.

—es extraño... Vamos a pasar al penúltimo año y no estoy para nada emocionada—dije, cambiando bruscamente al tema  central de aquella llamada.

—Yo tampoco. ¡No quiero regresar a ese horrible lugar!—soltó de repente, refiriéndose al colegio.

—Lo sé.

—Por lo menos a ti te va genial, eres la preferida de todos los maestros—mencionó.

—Pero tu permaneces en sus mentes, créeme—dije.

—¿por qué lo dices?

—Porque estás loca.

—No estoy loca, tal vez solo soy un poquito inestable.

—Le cortaste el cabello a la profesora de geografía.

—Me reprobó.

—Porque jamás entregaste ni un solo trabajo.

—ya le pedí perdón, todo está bien entre nosotras.

—claro, ¡porque te tiene miedo Ami!

—¡No exageres! El cabello crece—dijo riéndose.

—Es mejor que intentemos dormir—exclamé mirando el reloj de pared de mi habitación—tenemos que descansar bien.

—Adiós Lucy, nos vemos mañana en el infierno—concluyó mi amiga a modo de despedida.

Reí ligeramente y colgué.

...

Agarré mi mochila y la observé por unos segundos. Hacía tiempo que no la tenía en mis manos y me deprimió la idea de volver a utilizarla, mi mente la interpretaba como el comienzo de otro tortuoso año escolar, lleno de estrés y trabajo. Empaqué un cuaderno y una cartuchera con materiales básicos. En el bolsillo pequeño puse una barra de chocolate y lo cerré.

Miré la hora, era bastante tarde ya. El tiempo había transcurrido con rapidez, justo como sucede cuando no quieres que llegue el siguiente día. El tiempo siempre solía estar en mi contra, cosa que me resultaba bastante irónica. Me acosté en mi cama con la intención de dormir, acción que fácilmente pude llevar a cabo.

...

Al día siguiente me levanté en un estado extraño, comparable solo con el comportamiento de un zombie. Intenté levantar mi cuerpo de la cama, pero se me hizo imposible. Mis ojos seguían cerrados y no parecían tener intención de abrirse. No recordaba lo frustrante que era madrugar y al parecer mis músculos habían olvidado ese pequeño detalle.

Pasaron aproximadamente 10 minutos y por fin pude levantarme de la cama. Observé la hora, 5:00 am.

El sentimiento del suicidio se apoderó de mí.

—¡No es de humanos levantarse a esta hora!—dije con un hilo de voz, pero realmente irritada.

Mi cuerpo no quería colaborar y mi mente solo repetía lo injusto que era despertar antes que el sol. Apesar de eso, decidí ser responsable y empezar a caminar hacia el baño.

—¡Todo por mi futuro!—grité.

A esa hora me tenía sin cuidado si me veía ridícula gritando estupideces. Esa acción sirvió para despertarme un poco y pude lograr bañarme y vestirme a una velocidad aceptable.

Bajé a la cocina con el fin de desayunar rápido ya que no tenía mucho tiempo. Después de comer algo y arreglarme un poco, tomé mi mochila y me dirigí al colegio.

Cuando llegué a la puerta perteneciente a mi escuela me sentí aliviada. No tenía ganas de estudiar, pero el establecimiento era tan familiar para mí que no me molestaba entrar.

Ingresé al lugar y lo observé detenidamente, era bastante bonito. El director se había encargado de que el aspecto de la institución fuera impecable. Tenía un aire campestre bastante acogedor, era agradable observar las distintas decoraciones con plantas  y flores que este poseía. Estaba acostumbrada a aquel panorama, pero no por eso dejaba de admirarlo.

Empecé a caminar rumbo al auditorio, cuando percibí un destello. Giré mi cuerpo con dirección a aquel brillo repentino y vi a una mujer; llevaba una cámara fotográfica profesional y se dedicaba a tomar fotos a las plantas. Se veía bastante concentrada en su trabajo y pese a que la vi desde lejos, se notaba que disfrutaba lo que hacía. No pude distinguir su rostro claramente debido a la lejanía, pero hubo un aspecto de ella que me llamó mucho la atención: Tenía un hermoso y abundante cabello rizado...

Love Time ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora