A mis 16 años de edad, este accesorio que al principio consideraba insignificante, se convirtió en mi adquisición más preciada.
Cuando tenía 10 años descubrí sus increíbles poderes. Desde ese instante comprendí que había llegado a mi vida por una razón, el mar sí me había obsequiado algo mágico.
El reloj poseía una cubierta que al abrirla dejaba ver una pequeña pantalla, pero no marcaba la hora. Antes pensaba que eso lo hacía inservible, no podía estar más equivocada al respecto.
En una ocasión dejé abierta aquella tapa por accidente. Ese día, quise buscar a mi madre y me dirigí a la cocina, donde siempre solía estar. No la encontré así que me dispuse a buscarla por toda la casa, olvidando cerrar el reloj. Entré a todas las habitaciones del hogar sin tener éxito.
—¡mamá!—grité, esperando que me contestara para saber al fin donde estaba. No recuerdo la razón de mi afán por hallarla, pero era increíblemente fuerte.
No obtuve respuesta.
Resignada me senté en un sillón y percibí un brillo extraño en mi muñeca, así que me fijé en el reloj. No podía creer lo que estaba viendo: ¡Mi madre estaba reflejada en él!, se veía caminando por el supermercado, comprando algunas cosas.
—esto es similar a los espejos mágicos que salen en las películas de princesas—pensé feliz.
Cerré la cubierta y la pantalla volvió a su estado habitual. De inmediato entendí que había acabado con el momento mágico, así que quise ver a mi madre de nuevo, con la esperanza de repetir la escena; en un rápido y torpe movimiento apreté un botón que se encontraba al costado del reloj, esperando que de alguna forma esto devolviera su imagen a la pantalla.
Empecé a sentir un ligero mareo, seguido de una extraña sensación en el brazo. Pensé que me iba a desmayar así que cerré con fuerza los ojos y me sostuve del sillón. Pasados 5 minutos me sentí mejor y decidí abrirlos lentamente.
Lo que vi me dejó aún más petrificada que lo anterior: todo mi ser se había trasladado hasta el supermercado, en medio del pasillo de las frutas...
Desde aquel suceso, ya han pasado 6 años. En ese momento no entendí lo que sucedía, me limité a presionar nuevamente el botón, volviendo a mi casa. Estaba feliz de tener "poderes mágicos" como los superhéroes. No le conté jamás lo sucedido a mis padres y hasta ahora, no lo saben. A medida que pasaban los año fui adquiriendo una actitud defensiva, pasé de creerme "la mujer maravilla" a proteger mi preciado poder entendiendo que era demasiado inusual. Decidí no compartir aquello con mis padres pues sabía que no lo entenderían y era inútil pasar por ese momento incómodo.
Aprendí con el tiempo a utilizar correctamente el reloj. Podía mirar en su pantalla a cualquier persona que quisiera, simplemente diciendo su nombre y abriendo la cubierta. Pero, lo que lo hacía realmente increíble era el hecho de que podía teletransportarme al lugar reflejado, con tan solo apretar un botón.
El mareo sigue siendo el único aspecto desagradable a la hora de viajar utilizándolo. El adquirir ese poder, es una anécdota que solo conocen mis dos mejores amigos. Pasaron de estar incrédulos al temor en cuestión de minutos, pero eventualmente terminaron acostumbrándose.
Gracias a él mi vida posee ese toque extraordinario que todos esperan tener. Nunca supe la procedencia del reloj y mucho menos la causa de su peculiar utilidad, pero me siento inmensamente agradecida por ello...
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Love Time ©
Romance"El amor aparece cuando menos lo esperas" solo suponía una frase vana para Lucía, de aquellas que suenan bien al decirlas, pero tienen poca cabida en la realidad. Jamás se habría molestado en buscarle algún tipo de lógica a esas palabras, hasta que...