Capítulo 20: Aquel 3 de septiembre.

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Anneliese.

Observé el horario convenientemente pegado en mi escritorio en la sala de profesores y me percaté de que la siguiente hora sería impartida al grado décimo. Con la mano derecha agarré torpemente mi portátil, seguido de mis preciados marcadores de colores con los que escribía en el pizarrón, con la mano izquierda tomé mi botellón de agua y me dispuse a caminar hacia el aula de literatura. Durante el recorrido, procurando no dejar caer nada de lo que mis atareadas manos cargaban, continuaba pensando en mi sobre-explotado mejor amigo, quien ahora mismo estaría recorriendo con toda la paciencia del caso, cada rincón del plantel educativo junto al Sr. Williams. La petición del nuevo director había sido sorprendentemente impulsiva, pero debía admitir que me sentía aliviada por no haber sido yo la elegida para realizar tan tediosa labor; definitivamente, el ocurrente Alexis sería un mejor guía turístico que yo y mi nulo sentido de la orientación.

Una vez entré al salón, descargué mis cosas sobre el escritorio del docente y me giré hacia mis alumnos, quienes ya se encontraban en perfecto orden esperando mi llegada. Instintivamente paseé mis ojos por toda el aula buscando encontrarme con ese tono verde esmeralda tan cautivador que poseía la mirada de Lucía. Una vez lo hallé, sonreí sin razón aparente para luego saludar:

—¡Buenos días, chicos!

—Buen día, profesora Anneliese—recibí de parte de ellos, formando ese característico coro de voces que tanta gracia me causaba oír.

—Vamos a iniciar leyendo los ensayos que les indiqué que realizaran para hoy. Uno por uno irán pasando al frente a leer su trabajo y los demás escucharemos atentos; ¿está bien?

Ahí estaba ese ambiente tensionante que mis palabras lograban producir en pocos segundos. Esa palpable mezcla de nervios y ansias que volaba por el aire cuando aquellos jóvenes escuchaban la frase: "pasar al frente". Incluso podría jurar que los latidos de sus asustados corazones eran audibles cual tambores en una banda. Y justo en ese instante, estando a punto de llamar al desdichado primer nombre del listado para iniciar el ejercicio, mi mejor amigo Alexis hace presencia en la puerta del aula.

—¡Buenos días, muchachos! ¿cómo están el día de hoy? —suelta alegremente mientras camina dentro del aula y se ubica a mi lado.

—¡Buenos días, profesor Alexis!

—Ya no es necesario que saluden en coro, como les había enseñado el antiguo director—dijo con burla en mi oído, provocando por mi parte una pequeña risita.

—¡Déjalos! Es tierno—le susurré de vuelta.

El impecable Marco Williams se acercó a nosotros y me saludó amablemente ofreciendo su mano. Yo la tomé con firmeza y lo saludé igual. Noté como acomodaba su corbata roja y luego exclamó al alumnado:

—¡Buenos días, estudiantes!

Ellos tardan un poco en responder, pero aún con sus caras de confusión, saludaron al apuesto hombre.

—Muchachos, él es Marco Williams, el nuevo director del colegio. Llegó hoy como reemplazo del Sr. Davis quien fue trasladado a otro plantel—dijo Alexis, confirmando así las sospechas de todos los alumnos, quienes ya conocían los rumores.

Todos abrieron colectivamente los ojos, probablemente tratando de disimular la alegría por tan maravillosa noticia. Definitivamente, yo no era la única a quien le desagradaba el Sr. Davis y su constante mal humor. No pude evitar esbozar una sonrisa ante la reacción de los chicos, me sentía plenamente identificada; volteé para mirar la reacción de Lucía y me encontré con su bello rostro sonriendo mientras hablaba en voz baja con sus dos amigos Damián y Amelia sobre lo ocurrido.

Love Time ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora