Capítulo 27; Remordimiento

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Viernes

Aun con el pulso acelerado y una ligera capa de sudor en la frente, salí por la misma puerta metálica por la que entré, el Mustang de Dawson estaba justo frente.

–Tenías razón –soltó pesadamente mientras me subía al asiento del copiloto.

Sus palabras salieron como si lo hubiera estado reteniendo y fuera un alivio sacarlas de su garganta.

–¿En cuál de todas la cosas? –pregunté tratando de analizar su estado de ánimo.

–Sobre Luke –se acomodó el cabello con una mano –. Su hermano sabía que Quinn era hija del alcalde y lo chantajeó por meses. Al parecer cuando el alcalde se hartó, s... se –tartamudeo un poco –se aseguró de eliminar la amenaza.

Sabía que le afectaba, estaba demasiado involucrado en esa amistad como para no hacerlo.

Pero no hice nada porque no estaba segura de que tan alejados nos hallábamos, de que tan perdidos nos encontrábamos uno del otro.

–Y así es como su hermano terminó sin vida sobre del pavimento –terminé por él.

–Exacto –confirmó cabizbajo.

–Por lo menos ahora sabemos que Luke no tiene nada que ver –traté de animarlo.

Miércoles

Caminaba hacia mi última clase, pero me detuve al ver que Hoyuelos estaba en el salón de arte, ya iban varias veces que lo encontraba por ahí.

Estaba sentado en una de las mesas para dibujo, con la espalda algo curvada, resaltando sus fornidos omoplatos y se veía tan concentrado que no era capaz de notar mi presencia.

Me aproximé a sus espaldas y cuando estuve lo suficientemente cerca, acomodé mi cabeza justo por arriba de su hombro, observando su dibujo.

El olor de su masculina colonia me derritió de pies a cabeza.

–¿Qué dibujas? –pregunté haciendo que diera un pequeño brinco del susto.

–A ti –contestó después de recuperar el aliento.

–Eso es un caballo, Di Maggio –lo miré preocupada.

–No eres tú físicamente, –rio –son tus características –. Giró sobre el banco quedando frente a mí –. Tu fuerza, tu belleza, tu libertad. Es todo lo que me gusta de ti.

No me esperaba eso, mi boca estaba seca y me encontraba aturdida.

–El chico idiota es todo un sentimental.

–Puedo ser todo lo que quieras que sea –soltó en un tono lujurioso.

Se levantó quedando a su altura usual, tomando mis manos y colocándolas sobre sus hombros.

El brillo travieso de sus ojos apareció y sentí un temblor en todo el cuerpo,  las piernas me fallaban.

–El viernes me dejaste solo –fingió tristeza –. Creo que necesito una recompensa –me lanzó una intensa mirada llena de deseo y se empezó a inclinar hacia mí poco a poco.

–Tus horribles aullidos destruyeron mis pobres oídos –dramaticé intentando mantenerme calmada –. Si quería sobrevivir, tenía que huir.

Sonrió, y desde ese ángulo se veía completamente tentador.

Su rostro perfectamente perfilado.

Sus grandes y largas pestañas.

Su boca carnosa.

Colisión InevitableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora