Capítulo 2; Mis bestias

331 48 10
                                    

Habían pasado dos semanas desde que empecé el entrenamiento y solo faltaba un día para llegar al pueblo que cambiaría mi vida.

Recuerdo haberme puesto muy nerviosa, pero no de la manera que era demasiado conocida para mí, con miedo y euforia.

Si no de la forma en la que la inseguridad te envuelve inminentemente y a pesar de todo no se va, no te suelta.

Tenía muchos sentimientos encontrados; emoción, temor, estrés, culpabilidad, todo era una mezcla extraña que necesitaba arreglar. Tal vez si lo hubiera hecho, nada de lo que pasó hubiera ocurrido.

Hasta antes de ese día no había vivido lejos de la seguridad de mi casa, lejos de la cercanía de mis hermanos, de su protección.

No me gustó que me enviara lejos, pero renunciar no era opción. Aunque hubiera aceptado por impulsividad, esta misión era justo lo que necesitaba.

Era la oportunidad perfecta para demostrar que ya no era la misma persona que hace dos años, para demostrar que no soy la inútil hija menor de la familia.

La idea de vivir en un insignificante pueblo no me emocionaba mucho, y mucho menos cuando me enteré de que se encontraba en Minnesota.

A medio país de distancia y con un clima frío.

Ciro, Vaden y Baco, mi único hermano de la misma madre, me habían ayudado a entrenar durante las últimas semanas. Usualmente hacía ejercicio, era necesario aunque no fuera parte del negocio familiar, no estar en forma nos podía costar la vida.

Pero ese entrenamiento era totalmente diferente, no solo me hacían correr 5 kilómetros más de los diez que siempre acostumbraba a correr, sino que también practicamos varios rounds en el ring de box, defensa personal y prácticas de tiro.

Hacía dos años que no sostenía una pistola en mis manos y hacerlo me hizo  revivir mi culpa mientras unas chispas de electricidad se esparcían dentro de mí.

El sentimiento fue bastante raro, pero igual disparé a mis objetivos y descubrí que no había perdido la puntería, sigo siendo mejor que ellos y eso les sigue molestando.

Al final quedaba tremendamente agotada y ellos terminaban como si solamente hubieran hecho una sentadilla. Mientras yo parecía un cerdo a medio parto ellos eran simples inmortales.

Aunque no todo era un horror, hacía tiempo que no pasaba tanto tiempo con mi trío de bestias y hacerlo me produjo un sentimiento de familiaridad que no había sentido desde hace tiempo.

Una familiaridad que volvería después de conocerlo.

Lunes

Un sonido me despertó a las 4 de la mañana, no fue muy fuerte, pero no estaba muy dormida así que fue lo suficiente para levantarme.

Incliné mi torso hacia adelante buscando el lugar de donde provenía, las luces de mi cuarto se prendieron y sentí un empujón que me hizo caer de la cama sobre el rostro.

Me di la vuelta levantándome aturdida y vi a las tres bestias que tengo como hermanos muriéndose de risa. Ni Charles Chaplin en sus mejores épocas era tan gracioso.

–Deberías ver tu cara –comentó Baco entre risas.

–Olviden que dije que los echaría de menos, creo que una vida de paz y relajación me va a venir bien –contesté mientras me frotaba el costado de la cabeza para aliviar el dolor.

–Sabes que no puedes vivir sin nosotros –dijo Ciro con las manos sobre su estómago conteniendo su risa.

–Teníamos que hacer algo por ti, El, no sabemos cuando te volveremos a ver –completo Vaden.

Colisión InevitableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora