Capítulo 6; Hoyuelos

168 35 1
                                    

Viernes

La tarde del jueves estuve sola en detención, ya que el idiota decidió no ir al castigo, y fuera por el motivo que fuera, no me importó.

Me sirvió tener una hora para ordenar mis pensamientos y planear como acercarme a mi objetivo.

A pesar de que desde el día que salí a correr vigilé los horarios del alcalde, descubriendo un par de cosas, me faltaba mucho por saber.

El chofer del alcalde no solo manejaba sino que también era su guardaespaldas personal, lo que sumaba un total de siete escoltas.

Sus horarios eran muy marcados, por lo menos los de las tardes. A las tres llegaba a comer con su familia, una hora más tarde regresaba al trabajo, y hasta las 8:30 estaría en su casa.

Su esposa se la pasaba en el centro comercial, en un café con sus amigas o en la estética haciéndose algún tratamiento.

Y sus hijos comían en casa, salían a la misma hora que su padre y rara vez llegaban antes de las 7, por lo que generalmente la casa se quedaba sola de 4 a 7.

Tiempo suficiente para obtener lo que necesitaba.

Pero como solo los había observado por dos días y cualquier cosa podía cambiar, todavía no haría ningún movimiento.

Deje mi celular a un lado después de contestar el mensaje de Baco y dirigí mi vista hacia el reloj, todavía faltaba una hora para la escuela, por lo que no me apresuré en arreglarme.

Me puse una falda blanca plisada, una sudadera gris y unos tenis blancos, para después pasarme el cepillo por el cabello y buscar una diadema que adornara mi cabeza.

Una vez que terminé de aplicar un poco de maquillaje, bajé las escaleras y me dirigí a la cocina, donde Dawson se estaba encargando del desayuno.

Dos platos de cereal de Lucky Charms se encontraban sobre la mesa.

–Buenos días, pecas ¿dormiste bien?

–Algo así, ¿tú?

Supuse que se acababa de salir de bañar, ya que su cabello mojado le caía frente a los ojos.

–Bien –murmuró tras pasarse un bocado –. Oye por cierto ¿qué has podido investigar?

–Pude ver un poco la casa del alcalde y observé sus horarios –lo señalé con la cuchara –. No me dijiste que parecía un fuerte medieval, tiene más seguridad que la casa blanca.

–La última vez que fui no tenía ni cámaras de seguridad –comentó moviéndose un poco, flexionando los músculos.

Tragué saliva.

No supe si su playera le quedaba chica o eran mis alucinaciones, pero la prenda se ajustaba perfectamente a sus músculos.

–Pues no se hace cuanto no has ido.

–Seguro exageras, si hiciera eso levantaría muchas sospechas.

Regresé mi mirada a mi plato tratando de concentrarme.

–Cámaras de seguridad 360 en las entradas, autenticador de voz para acceder, sistema de alarmas inteligente Beacon, un par de guardaespaldas armados de pies a cabeza en la entrada principal, y dos camionetas blindadas y polarizadas con otro par de guardias dentro cada una.

–Eso es mucha seguridad –comentó recogiendo los trastes para lavarlos.

–Te dije.

Me levanté de la silla ayudándolo a recoger lo poco que había sacado de su lugar. Al terminar tomé mi mochila y marché a la salida.

Colisión InevitableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora