Capítulo 38; Conexión

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(disfruten almas pecadoras)

Estábamos en el lago, sentados uno junto al otro, con mi cabeza recargada en su hombro y su brazo colgando a mi alrededor.

Viendo la noche repleta de estrellas, con nuestras chamarras y una manta sobre nuestras piernas cubriéndonos del frío, acurrucados pacíficamente.

Habíamos pasado a mi casa por unos cambios de ropa para Minneapolis y decidimos ir al lago para terminar la navidad en nuestro lugar.

Di Maggio se veía algo agobiado y decidí darle su espacio. Acababa de enfrentarse a su padre por primera vez, por lo que no podía presionarlo, así que nos quedamos callados.

–Es mi culpa –declaró después de un rato.

–¿Qué?

–Que Sean este así.

–¿Por qué lo sería? –pregunté desconcertada.

–La vez que nos golpeamos en la escuela –bajó la mirada –no fue la primera vez.

–¿De qué hablas?

–Yo era...soy un desastre, guapa –suspiró con pesadez.

Acaricié la mano que me rodeaba, dándole un pequeño apretón, tratando de reconfortarlo.

–Nadie es perfecto, Di Maggio.

–Hace casi un año fuimos a una fiesta, todo iba bien hasta que por alguna razón se me ocurrió aceptar droga de unos compañeros –hizo una pausa –. No la ingerí... estuve tentado, mucho... pero no lo hice.

Se acomodó el cabello con algo de frustración, preparándose para lo que iba a decir.

–De igual forma la mantuve en mi bolsillo pensando que luego me podría deshacer de ella, pero alguien llamó a la policía. Y cuando llegaron yo me espanté, si mi padre se enteraba de que estaba en una fiesta, alcoholizado y con droga, sería mi fin.

Jugaba con el cierre de su abrigo y con su anillo nerviosamente, como si se preparara para perderme.

Yo escuchaba con atención esa historia que nadie me había contado, que nadie había pensado que era importante que yo supiera.

Nadie más que Di Maggio.

–Así que oculté la bolsa en la chamarra de Sean, pensando que no lo revisarían, pero lo hicieron y se lo llevaron a la cárcel –me volteó a ver como si esperara una reacción negativa de mi parte, pero no la obtuvo.

Me sorprendió un poco, sin embargo no era algo que me enojara, era un problema entre ellos al final de todo.

–No tengo ni idea de quien pagó su fianza y lo sacó de ese problema, pero al día siguiente fue a la escuela y nos peleamos por ello ... ese fue el fin de nuestra amistad –concluyó.

Me removí un poco incómoda, fastidiada, por mucho que estuviera en malos términos con Dawson, lo que hizo el rubio estuvo mal.

–Actuaste mal –me quedé viendo su perfil –. Muy mal...

–Fui un cobarde –me interrumpió.

Quise darle la razón en eso, pero quien era yo para juzgarlo por un acto de cobardía cuando a mí me molestaba que hicieran eso conmigo.

Quien era yo para tacharlo de cobarde cuando yo no era más que eso.

–¿Te disculpaste? –me dirigió su mirada repentinamente al ver que no estaba molesta –. ¿Alguna vez le pediste perdón?

Colisión InevitableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora