Capítulo 4; Buenas noches Lobito

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Gotas de sudor recorrían el largo de mi frente.

Gancho izquierdo, dos derechos, un jab y un swing.

Gancho izquierdo, dos derechos, un jab y un swing.

–Recuérdame nunca hacerte enojar –la voz de Sean desvió mi atención a las escaleras, causando que el costal de box chocara contra mí.

–Solo estoy entrenando Sean, deberías de hacer lo mismo –comenté volteándolo a ver.

Lucía recién levantado, con el pelo enmarañado y los ojos algo cristalinos por el sueño.

–Son las 3 de la mañana –dio varios pasos, acercándose hacia mí –lo que tú deberías hacer es dormir.

–Lo haría si no tuviera insomnio –contesté continuando con mi rutina de boxeo.

Gancho izquierdo, dos derechos, un jab y un swing.

–Tienes una manera muy peculiar para lidiar con la falta de sueño, pecas –quedó al lado opuesto del costal, justo frente a mí, deteniéndolo –. Sigue golpeando ordenó.

–Lo bueno es que mi técnica contra el insomnio era peculiar –desvié mi mirada hacia él rodando los ojos.

Él solo sonrió cansadamente, dejando escapar un bostezo de su boca.

–Lo es, solo pensé que alguien te tiene que enseñar como golpear.

–Ambos sabemos que no necesito que me enseñes –dije tratando de mantener mi respiración –.  Te ves cansado.

Las ojeras que tenía debajo de los ojos lo delataban.

–Tú también, tenemos que repasar la información de la misión y del operativo antes de la escuela –soltó su agarre del costal –así que necesito que descanses.

–No necesito mi Beauty night sleep –bromeé tratando de desviar la conversación y causando que riera levemente.

–Sube al terminar esta ronda –ordenó mientras se alejaba subiendo las escaleras del sótano.

No le hice caso, y volví a mis pensamientos.

El rostro de la imagen en la esquina superior derecha.

Mi objetivo.

Eso fue lo primero que vi al abrir el expediente en la cena, desde entonces no puedo sacarlo de la cabeza.

Probablemente era la causa de mi falta de sueño.

Seguí golpeando.

Sin saber que cuando todo acabara sería el motivo de mi eterno sufrimiento.



Una mano moviéndome bruscamente de un lado a otro, eso me despertó.

Abrí los parpados y vi a Sean.

Me tallé los ojos con mis nudillos y parpadeé varias veces imaginando que era un sueño, pero cuando volví a abrirlos su silueta seguía ahí.

–¡Apúrate, pecas, se hace tarde! –exclamó agitado, espantándome.

Quité las sábanas, me levanté de la cama y busqué unos jeans y un top blanco. Entré al baño para cambiarme lo más rápido que pude, me hice un chongo holgado en el pelo y apliqué un poco de maquillaje, resaltando mis ojos cafés.

Salí frenética del baño, pero me detuve al ver que Dawson estaba sentado en la silla de mi tocador, esperándome con ojos sonrientes.

Seguía en pijama y no entendía por qué hasta que se me ocurrió buscar mi celular para ver la hora.

Colisión InevitableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora