Capítulo 35; Rotos

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Las semanas pasaron y la inconformidad de mis hermanos crecía al ver que las fiestas navideñas se acercaban y yo no tenía ningún problema con continuar en Faribault.

Se molestaron bastante cuando tuvieron una silla vacía en mi lugar para el Día de Acción de Gracias, mientras Dawson y yo hicimos una pequeña cena, y con cada llamada que me hacían dejaban claro su posición en contra de mi estadía.

Sobre todo Baco que se preocupaba por mi relación con Di Maggio, decía que iba a terminar de alguna forma u otra y no quería verme sufrir.

Tenía razón.

Ahora deseo haberlo escuchado.

Pero como mi padre no tenía ninguna opinión al respecto y él era el que mandaba, nadie se atrevió a alzar palabra.

Los árboles fueron quedando desnudos gracias a las hojas que caían, desapareciendo en el abismo. Al contrario de mi necesidad de estar cerca del rubio, que por más que la intentara controlar seguía creciendo.

Después de nuestra primera cita salimos cada que podíamos, al terminar el trabajo me llevaba a casa y de vez en cuando se quedaba a ver una película o a cenar.

Dawson lo evitaba en todo lo posible, salía con Mason o Luke, incluso seguía con Jade. Todo para evitarlo, para evitar vernos juntos.

Me estaba poniendo una chamarra abultada café, cuando un mensaje de texto me sacó de mis pensamientos.

De: Hoyuelos

Llegó en cinco, guapa.



Nos bajamos del auto de Di Maggio, yo cargando los tres vasos llenos de bebidas y él la canasta de pícnic.

Caminamos un poco platicando sobre nuestro día, trabajos pendientes y sobre la semana de exámenes que estaba cerca. Recorrimos el ya conocido sendero para llegar a nuestro sitio y cuando estuvimos ahí sonreí.

Aún con la brisa de invierno enfriándome, no hubiera preferido estar en otro lugar.

Nos sentamos en el mismo tronco de la vez que vimos el amanecer juntos, solo que esta vez el rubio colocó una manta azul sobre el pasto para evitar que la humedad nos empapara.

Saqué la comida de la linda cesta y seguimos nuestra charla.

Era una de las cosas que me encantaban de él, podíamos estar hablando de una vil roca y aun así la plática sería interesante.

–¿Por qué demonios mezclas los dos sabores? –pregunté curiosa cuando abrió dos de los vasos y empezó a revolverlos.

–Porque sabe rico.

–Son dos sabores distintos –recalqué.

–Se llama choco fresa, guapa –sonrió de lado –. Edúcate.

Señaló mi boca para que la abriera y metió el último nugget de pollo en ella, alimentándome como a un bebé.

–Déjame ver si entendí –comenté con gracia al terminar mi bocado –. No solo tienes una malteada rara ¿sino qué también sumerges las papas en ella? –lo miré algo disgustada.

–Si tan solo pusieras tus juicios a un lado y lo probaras tal vez te podría gustar.

Se encogió de hombros, como si se estuviera rindiendo conmigo, inundando una papa en su malteada al mismo tiempo.

–¿Acaso no puedes ser normal?

–¿Por qué te importa tanto que lo sea? –espetó algo brusco, en un tono que solo me era conocido proviniendo de mi familia.

Colisión InevitableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora