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PENNYWISE

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Cuatro horas después, todos los Perdedores se agazapaban entre los matorrales, cerca del sitio donde Beverly había visto a Patrick Hockstetter abrir la nevera. El cielo se había cubierto de nubes tormentosas; en el aire había otra vez olor a lluvia. Bill sostenía el extremo de la larga cuerda. Los ochos habían reunido sus monedas para comprar la cuerda y un botiquín de primeros auxilios para Beverly, Eddie la curo en un dos por tres mientras que ella resumía todo lo que había pasado. Estaba aburrida y quiso pasear un poco por los Barrens, o peor aun, algo la había llamado hacia ese lugar. Y luego de varias preguntas por parte de su amiga Nathalia Monspet, terminaron caminando hacia el lugar de los hechos.

 - ¡Mis patines! – recordó Beverly, horrorizada. Los había olvidado por completo. 

- Ahí están, Bev – señaló Nat. Yacían a poca distancia. La chica corrió a recogerlos antes de que ninguno de ellos pudiera ofrecerse. Acababa de recordar que los había dejado a un lado antes de orinar, y no quería que los otros se acercaran a ese sitio. Bill ató un extremo de la cuerda al tirador de la nevera; todos lo acompañaron cautelosamente, en grupo, listos para huir a la menor señal de peligro. Nada se movió. Aunque el suelo frente al artefacto estaba manchado de sangre, los parásitos se habían ido. 

- Podríamos traer al comisario Borton, al señor Nell y a otros cien policías, sin que sirviese de nada –comentó Stan Uris, amargamente.

- No verían un pimiento –concordó Richie 

– ¿Cómo está tu brazo? - preguntó Nat

- Duele – contesto simple, hizo una pausa, miró a Bill, a Richie, a Nat y otra vez a Bill - ¿Creen que mis padres verán la herida que tengo? 

- N...no creo – musitó Bill – Prep...párense para correr. V...voy a atar esto - indico. Pasó el extremo de la soga por el tirador cromado, lleno de herrumbre, con el cuidado de quien desactiva una bomba. Ató un nudo flojo y retrocedió. Cuando hubo cubierto cierta distancia, dedicó a los otros una sonrisa temblorosa - Uff – dijo – M...menos mal. Ya está. 

Ya a una distancia prudencial (eso cabía esperar) de la nevera, Bill les repitió que estuviesen preparados para huir. Un trueno resonó directamente arriba haciéndoles dar un respingo. Comenzaban a caer las primeras gotas. Bill tiró de la cuerda con todas sus fuerzas. El nudo se soltó, pero no antes de haber abierto la puerta de la nevera. Del interior cayó una avalancha de pompones naranja. Stan Uris emitió un gruñido. Los otros se limitaron a mirar, boquiabiertos. La lluvia se tornó más fuerte. Los relámpagos soltaban latigazos allá arriba, intimidándolos. En el momento en que la puerta se abría por completo, restalló un rayo azul purpúreo. Richie fue el primero en ver aquello y gritó con voz aguda, herida. Bill soltó una exclamación de furia y miedo. Nathalia murmuro un maldito por lo bajo. Los otros guardaron silencio.

BLIND LOVE (Ben Hanscom) IT 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora