Bienvenidos sean todos a Derry
Te invito a flotar conmigo, aquí todos flotan... todos flotan
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El número 8 significa el comienzo. Simboliza la transición entre el cielo y la tierra, y escrito horizontalmente, representa el infin...
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UN BUEN ESCONDITE
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Lo que habían visto los ojos de Nathalia se percibía como extraño y tal vez, era un fiel castigo de haber salido cuando claramente, no debía salir. Ahora no corría el riesgo de que su padre le diera una paliza o algo peor, no, ahora también jugaba con Henry, Victor y Belch persiguiéndola dispuestos a matarla. Antes también había ocurrido, pero antes estaba con sus amigos, ahora estaba sola e indefensa.
Corrió como si la llevara el diablo, y en ese momento miraba atrás, miraba atrás por sobre el hombro, buscando señales de ellos, mientras resbalaba por el terraplén. No había rastros, al menos de momento. "Le había dado una buena", como decía a veces su padre... y el solo recordar a su padre arrojó sobre ella otra oleada de pánico.
Miró bajo el puente desvencijado con la esperanza de ver allí a "Silver", rezando por que estuviera Bill allí, pero no estaba. Sólo había un depósito con las armas de juguete que ya nadie se molestaba en llevar a casa. Echó a andar por el camino, miró hacia atrás... y allá estaban: Belch y Victor prestaban apoyo a Henry, de pie los tres en el borde del terraplén, como centinelas indios en una película de Randolph Scott. Henry estaba horriblemente pálido. La señaló con un dedo. Victor y Belch empezaron a ayudarlo a descender. Sus talones levantaban tierra y grava. Nathalia los miró por un largo instante, casi hipnotizada. Luego volvió a correr cruzando el hilo de agua que discurría bajo el puente. Corrió por la senda, jadeando. Sentía temblar los músculos de las piernas. Ya no le quedaba mucho. La casita del club. Si lograba llegar hasta allí quizá estuviera a salvó. Corrió por el sendero abierto; las ramas azotaban sus mejillas, imponiéndoles aún más color. Una le golpeó en el ojo haciéndola lagrimear. Se desvió a la derecha avanzando a tumbos por entre la maleza y llegó al claro.
Tanto la trampilla como el ventanuco estaban abiertas; desde dentro surgía música de rock and roll. Al oír sus pasos. Ben Hanscom asomó la cabeza. Tenía una caja de caramelos de menta en una mano y una replica de "El Principito" en la otra. Echó un vistazo a Nathalia, boquiabierto. En otras circunstancias eso habría sido casi divertido
- Lia, ¿qué diablos...? - Ella no se molestó en responder. Atrás, no demasiado atrás, se oía ruido de ramas rotas; de pronto, un juramento sordo. Al parecer, Henry estaba volviendo a la vida. Por lo tanto, Nathalia se limitó a correr hacia la trampilla. Su corta cabellera volaba tras ella enredada de hojas verdes, ramitas y basura recogidos al pasar bajo el camión. Ben la vio llegar como un regimiento aerotransportado y desapareció tan rápidamente como había surgido. Cuando Nathalia saltó, la sujetó con torpeza
- Cierra todo – jadeó ella – ¡Date prisa, Benny, por el amor de Dios! ¡Ya vienen!