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¿ VERDADES O MENTIRAS ?

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Pocos días después, Eddie caminaba hacia el pequeño mostrados de la Droguería. Sí, aquel día hacía calor, pero el interior de la farmacia estaba fresco. Los ventiladores de madera giraban lentamente bajo el cielo raso; había un reconfortante olor a medicamentos y preparados. Ése era el sitio donde se vendía salud; ésa era la convicción de su madre, jamás formulada, pero transmitida con claridad. Con su reloj biológico puesto a las once y media, Eddie no sospechaba que ella pudiera equivocarse en eso ni en ninguna otra cosa.

Ese día era algo distinto a cualquier otro, primero, sus amigos ya no estaban con el y no por que no quisieran, si no su madre se encargaba de se fuera así, segundo, El señor Keene en vez de entregarle la bolsa blanca llena de medicamentos y el recibo, indicándole que guardase el papel en su bolsillo para no perderlo, el señor Keene lo mira, pensativo, y dice:

- Ven a la oficina por un minuto, Eddie. Quiero hablar contigo - Eddie lo miró por un instante, parpadeando, algo asustado. Por la cabeza le cruzó la idea de que el señor Keene podía creer que él había robado algo. Junto a la puerta había un letrero que él siempre leía al entrar. Estaba escrito en acusadoras letras negras, tan grandes que hasta, Richie Tozier podría leerlas sin gafas: "Robar en una tienda no es aventura ni una travesura. Es un delito perseguido por la justicia". Eddie se sintió culpable, creyendo que lo reprocharía o algo peor, por el día que salvaron a Ben de la muerte.

- ¿Te apetece tomar un batido?

- Bueno...

- Oh, la casa invita. Siempre tomo uno en la oficina, más o menos a esta hora. Da energías, siempre que no tengas que cuidar tu peso y creo que ninguno de los dos tiene ese problema. Mi mujer dice que parezco una calavera. El que necesita vigilar el peso es tu amigo, el chico Hanscom. ¿Qué sabor prefieres, Eddie?

- Es que mi madre dijo que volviese a casa en cuanto...

- Me parece que a ti te gusta el chocolate. ¿Uno de chocolate? -

- De acuerdo - cedió. El gesto con que el farmacéutico se ajustó las gafas en la nariz lo puso nervioso. Se le veía inquieto, y complacido secretamente, todo al mismo tiempo. Eddie no quería ir a la oficina. No era sólo para tomar un batido. Y fuese lo que fuese, Eddie sospechaba que no se trataba de nada bueno. "A lo mejor va a decirme que tengo cáncer o algo así - pensó Eddie descabelladamente.

El señor Keene había levantado la trampilla del mostrador y lo llamaba con un dedo huesudo. El chico lo siguió, reacio. Gretta, estaba sentada ante la registradora leyendo una revista de televisión - ¿Quieres preparar dos batidos, Gretta? - le pidió el señor Keene - Uno de chocolate y otro de café

BLIND LOVE (Ben Hanscom) IT 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora