Bienvenidos sean todos a Derry
Te invito a flotar conmigo, aquí todos flotan... todos flotan
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El número 8 significa el comienzo. Simboliza la transición entre el cielo y la tierra, y escrito horizontalmente, representa el infin...
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BABA Y PELO
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Nathalia oyó gruñidos como de un animal salvaje enjaulado. Vio que unos patas grandes y peludas descendían por los peldaños. Más arriba había un gran abdomen marcado cubierto por mas pelo, mejor dicho todo de el estaba lleno de pelo... manos que se balanceaban... Pero no eran manos... sino garras. Enormes garras deformes.
- ¡T...trepa por el c...carbón! –aulló Bill. Pero Nat estaba petrificada. Súbitamente supo qué era aquello, lo que iba a matarlos en ese sótano que apestaba a tierra húmeda y a vino barato. Lo sabía, pero necesitaba verlo - ¡Ha...hay una ventana a...ahí arriba! - grito Bill pero la chica seguía viendo al horrible ser que bajaba las escaleras acercándose - ¡Nat! ¡Ve...ve...vete! – vociferó Bill, dando a Nat un fuerte empujón. La chica cayó despatarrada en el carbón.
Aquellos gruñidos salvajes seguían y seguían. Apenas consciente de lo que hacía, trepó por la montaña de carbón ganando terreno, resbalando hacia atrás para volver a avanzar, aullando mientras subía. La ventana, allá arriba, estaba negra de polvo de carbón y apenas dejaba pasar algo de luz. Estaba cerrada con un pasador. Nat aplicó sobre ella todo su peso, pero no pudo hacerla girar. Los gruñidos ya sonaban más próximos. Abajo estalló un disparo, casi ensordecedor en el cuarto cerrado. El humo de la pólvora, áspero y acre, le llegó a la nariz. Entonces se dio cuenta de que había estado tratando de girar el pasador en dirección contraria. Cambió la dirección del movimiento y la ventana se abrió con un chirrido prolongado, herrumbroso. El polvo de carbón le cayó en las manos como pimienta. La pistola volvió a disparar un segundo bramido ensordecedor.
Bill Denbrough gritó: ¡Mi hermano! ¿Donde esta mi hermano? - Nathalia Monspet juro que por un momento, la bestia que había bajado por la escalera pareció reír, pareció hablar; era como si un perro cruel hubiera comenzado a ladrar palabras confusas. Nat creyó, que aquella cosa peluda había graznado, a su vez: "Y a ti también te pasara..."
- ¡Nat! – vociferó Bill. Y Nat oyó el repiqueteo del carbón que caía, mientras Bill empezaba a trepar. Los rugidos y los gruñidos continuaban. Hubo un astillar de madera. Aquello era una mezcla de ladridos y aullidos, como una fría pesadilla. Nat dio a la ventana un fuerte empellón, sin importarle que el vidrio pudiera romperse y reducirle las manos a jirones. Ya no le importaba nada. Se retorció hasta salir al patio lateral como una anguila, aspirando el aire fresco, sintiendo el latigazo de la hierba alta en la cara. Tuvo una vaga conciencia de que estaba lloviendo. Vio los gruesos tallos de los grandes girasoles, verdes y velludos. La Walther se disparó por tercera vez y la bestia del sótano aulló; fue un sonido primitivo, de rabia pura - ¡Me ha at...atrapado, Nat! ¡Ayú...ayúdame! ¡Me atr...!