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PASADO

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Pero vio que un murciélago tenía un ala tan desgarrada que por ella se veía brillar el sol neblinoso, y cuando pasaron debajo de un helecho gigante vio una gorda oruga amarilla que cruzaba una ancha fronda dejando caer su sombra hacia atrás. En el cuerpo de la oruga saltaban diminutos insectos negros. Si eso era un sueño, era el más nítido que había tenido en su vida. Caminaron hacia el agua y, en aquella espesa niebla que les llegaba a las rodillas, Richie no sabía si sus pies tocaban el suelo o no. Llegaron a un sitio en que tanto la niebla como el suelo se interrumpían. Él miró, estupefacto. Aquél no era el Kenduskeag... y sin embargo lo era. La corriente hervía en un curso estrecho, cortado en la misma roca. Al otro lado se veía, un corte de siglos en capas de piedra: rojas, naranja, rojas otra vez. No se podía cruzar ese arroyo pisando unas cuantas piedras. Hubiese hecho falta un puente de cuerdas y uno sabía que, si caía en el agua, sería barrido de inmediato. El ruido del torrente sonaba a furioso y mientras Richie caminaba, boquiabierto, vio, que un pez de plata daba un salto en un arco imposible tratando de alcanzar a los insectos que formaban móviles nube sobre la superficie del agua. Volvió a caer, con un chapoteo, dando a Richie el tiempo suficiente para registrar su presencia y darse cuenta de que en su vida había visto un pez como ése, ni siquiera en libros.
Las aves formaban bandadas en el cielo, chillando con aspereza. No una docena ni dos docenas: por un momento los pájaros oscurecieron tanto el cielo que borraron el sol. Otra bestia pasó a toda velocidad por entre los matorrales. Y varias más. Richie giró en redondo, con el corazón palpitándole en el pecho, y vio algo similar a un antílope que pasaba como un relámpago.

"Algo va a pasar y ellos lo saben."

Las aves desaparecieron. Probablemente habían aterrizado en masa, más al sur. Otro animal paso ruidosamente junto a ellos... y otro más. Después se hizo el silencio, salvo el incesante rumor del Kenduskeag. Ese silencio tenía una cualidad de espera, una cualidad preñada que a Richie no le gustó. Sintió que se le erizaban los pelos de la nuca y buscó a tientas la mano, de Mike y Nat

- ¿Dónde mierda estamos?

- El pasado supongo - contesto Nathalia, ya no tenia sus ojos rojos ni tampoco Mike, no parecían sudar ni mucho menos, muertos. Richie asintió. El pasado de tiempos remotos, cuando todos vivíamos en la selva y nadie vivía en otra parte. Estaban en Los Barrens tal como habían sido sabe Dios cuántos miles de años atrás. Estaban en algún pasado imposible de imaginar, antes de la edad de hielo, cuando Nueva Inglaterra era tan tropical como hoy lo es Sudamérica... si aún existía el hoy. Volvió a echar un vistazo, nervioso; casi esperaba ver la cabeza de un brontosaurio, contra el cielo, mirándolos, con la boca llena de barro y plantas arrancadas o un tigre que los acechara desde la espesura. Pero sólo existía ese silencio, como el que reina cinco o diez minutos antes de que estalle una tormenta eléctrica, cuando los relámpagos purpúreos se acumulan en el cielo y la luz toma un extraño color amarillo amoratado, cuando el viento cesa por completo y uno percibe un aroma denso.

BLIND LOVE (Ben Hanscom) IT 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora