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Sección prohibida.

Quizás se había pasado. Si. Quizás había hecho algo sumamente tonto e impulsivo. Si. Y quizás ahora su estancia en Hogwarts dependía de si George Weasley decidía decirle a algún profesor lo que había hecho, o de si estos le creían...

¿Se arrepentía? Por supuesto que no.

Quizás las cosas que hacía impulsivamente por Helena podían costarle la cabeza de muchos modos, pero nunca se arrepentía de lo que hacía por ella.

Pero para suerte de Tom todo le había vuelto a salir bien.

Los días pasaban y George Weasley no se atrevía a mirar a ninguno de los dos. Bajaba la mirada cuando pasaba cerca suyo, no volteaba cuando le tocaba clases junto a Slytherin, y se sentaba dándoles la espalda en el gran comedor.

Helena estaba molesta. No podía creer que después de acceder a seguir hablando con George (dejando de lado el haberlo visto besarse con Angelina Johnson), él ahora estuviera ignorándola de la nada y haciendo como si no existiera. Y lo peor es que George parecía estar cada vez más cerca de Angelina.

Se sentía muy tonta por darle una segunda oportunidad; al menos antes no había sentido nada, pero ahora se sentía como si se estuviera burlando de ella.

—Weasley es un idiota —había dicho Adelaide, y no podía estar más de acuerdo. Ya estaba segura de no querer hablarle nunca más.

Tom, por su lado, ya había pasado ese miedo a ser delatado, y ahora solo se reía de la situación, pensando que había asustado lo suficiente a George como para que este ni siquiera les contara lo que había hecho a sus hermanos o amigos, porque si hubiera sido así estaba seguro de que más de alguno lo hubiera encarado.

Ahora podía volver a hacer sus cosas tranquilo; sabiendo que no había ningún idiota tratando de hacerle daño a Helena.

Al menos por ahora...

—Aquí no dice nada —Terence Higgs cerró el libro que tenía en sus manos.

—Aquí tampoco encuentro nada —dijo Theodore Nott ojeando las páginas—. Tal vez es solo un simple mito.

Tom Riddle negó, mientras pasaba las hojas de su libro—. Debe de haber algo. La cámara secreta existe, estoy seguro.

—Bueno, pero lo que buscamos no está aquí —volvió a decir Theo. Un bostezo escapó de sus labios, al mismo tiempo que se dejaba caer sobre la cama de Tom, agotado.

—Mañana tengo que patrullar —Tom comenzó a recoger los libros—. Intentaré entrar a la sección prohibida, y veré que encuentro.

—¿Cómo piensas hacerlo? —preguntó Terence—. Es imposible sin la firma de un profesor.

—Ya se me ocurrirá algo.

Theodore volvió a bostezar— Bueno, ya que tienen todo resuelto... —dijo, acomodando su cabeza en la almohada— dejen dormir.

Tom frunció el ceño, y tiró con fuerza de la almohada—. Ve a dormir a tu cuarto.

—Pero está al final del pasillo —se quejó.

—No me importa —gruñó Tom—. Ahora váyanse, ya es tarde y hay historia de la magia mañana.

—Como ordene, señor —rio Theodore, haciendo una leve reverencia. Terence rodó sus ojos, y comenzó a empujarlo hasta la salida. Se despidió de Tom con la mano antes de cerrar la puerta.

La habitación quedó en completo silencio. Tom dejó los libros con cuidado a un lado de su cama, y se acostó, mirando sereno el techo.

Un leve suspiro salió de sus labios; tendría que hallar la manera de entrar a la sección prohibida de la biblioteca, y tenía que ser rápido.

ᴏʙsᴇss ; tom riddle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora