»twenty-four

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Nuevos ataques.

Tom Riddle tuvo razón, quién saliera del gran salón, donde se celebraba la fiesta de Navidad de Slughorn, se llevaría una gran sorpresa.

Y vaya que Helena se la llevó.

La chica seguía con su mirada fija en el rígido y frío cuerpo de Justin Finch-Fletchley (un chico de cuarto año de Hufflepuff), y en la oscura y humeada figura del fantasma de Gryffindor, el cual se encontraba flotando inmóvil a un palmo del suelo.

Helena podía escuchar los gritos del conserje Filch, quien aseguraba haberla descubierto con las manos en la masa, culpándola por la escena que estaba frente a ella.

Todos los alumnos que se encontraban en la fiesta de Navidad comenzaron a salir del gran salón, atraídos por los gritos. Y en segundos tanto Slughorn como McGonagall y Snape se acercaron al lugar.

Helena no reaccionó hasta que escuchó a Filch afirmando a los maestros que ella había causado todo eso, al igual que lo había hecho con la señora Norris.

Rápidamente levantó su mirada, topándose con todos los ojos curiosos y aterrados que habían alrededor de ella. Hasta ese momento la chica no se había percatado del espectáculo en el cual se había convertido.

Reconoció de inmediato entre la gran turba de estudiantes a Adelaide Murton, la cual miraba con sumo enojo a Filch, probablemente por todo lo que estaba diciendo de ella. Su mirada vagó a la izquierda, posándose en el chico al cual estaba buscando y por el cual se había metido en tal alboroto.

Tom Riddle de igual manera la observaba a ella, pero gracias a la conmoción y a todo lo que estaba pasando, no se detuvo a analizar la forma en la cual la veía, de lo contrario, se habría percatado del deje de culpa que reflejaban sus lúgubres ojos azules.





Helena se mantuvo con la vista gacha, observando las líneas de la madera en el despacho de la profesora McGonagall, mientras escuchaba las indicaciones que esta le daba a los prefectos de Hufflepuff para lidiar con el miedo de los integrantes de su casa tras el ataque a Justin Finch-Fletchley.

Al terminar de hablar, ambos Hufflepuff asintieron, y dieron media vuelta para salir del lugar.

Antes de marcharse, Cedric Diggory pasó a un lado de Helena. Posó su mirada en ella pensando en entregarle una mirada de apoyo, pero la chica estaba demasiado distraída como para notarlo.

Minerva McGonagall se quedó observando a ambos prefectos de Slytherin.

Con el nuevo ataque que había sufrido el colegio a manos del supuesto heredero de Salazar Slytherin, no había duda de que serían meses difíciles para la casa de las serpientes, si no se encontraba un culpable.

Y más aún si se creía que uno de sus prefectos lo era.

—Señorita Tremblay... —habló la subdirectora. Helena levantó su mirada.

—Yo no lo hice —se apresuró a decir. Ya no sabía cuántas veces había dicho esa frase en la última hora.

McGonagall la miró con una expresión serena—. Le creo —dijo con suavidad, para intentar calmar a la chica—. Pero necesito saber que hacia fuera de la fiesta del profesor Slughorn, para poder explicarle a Argus Filch, sigue muy alterado por lo ocurrido a la señora Norris.

Helena le dio una rápida mirada al chico que tenía a su lado. Tom Riddle se mantenía de pie, esperando las indicaciones que la profesora McGonagall les entregaría para manejar el alboroto que se formaría debido a lo ocurrido. Pero se mantenía atento ante todo lo que sucedía.

ᴏʙsᴇss ; tom riddle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora