»sixteen

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Amortentia.

1 de septiembre,
Hogwarts

Los sentimientos; estados duraderos inexplicables que no podemos controlar, y que muchas veces nos orillan a hacer cosas impulsivas y tontas.

O muy peligrosas...

Uno de los sentimientos más conocidos es el amor. Mariposas en el estómago, exaltaciones en el pecho, y una enredadera de emociones en la mente: felicidad, tristeza, odio, celos...

El amor... ¿Qué era el amor?

Un sentimiento estúpido, si le preguntaran a Tom Riddle. Estúpido e innecesario.

Claro que esa respuesta podría sonar hipócrita viniendo de alguien que parecía perder toda racionalidad por una sola persona. Pero, para ser justos, muchas veces ni siquiera él era consciente de todo el abrumador amor que sentía por Helena Tremblay.

Y, si le preguntaran a Helena en estos momentos, diría que así eran los sentimientos: abrumadores... e incomprensibles.

Tom debía estar agradecido de tener un verano tan ocupado tratando de averiguar sobre su pasado y la cámara secreta, o posiblemente sus pensamientos se abrían enfocado en la imagen de Helena hasta que la hubiera podido ver nuevamente en Hogwarts (ya que no lo había podido hacer en el último baile).

Helena no había corrido con tanta suerte. Después de escuchar la historia de Merope Gaunt, y el consejo (si se le podía llamar así) de su madre, no pudo dejar de pensar en Tom Riddle el resto del verano, y todas las decisiones que había tomado en torno a él.

Las rupturas eran difíciles, y más cuando terminas una relación con una persona a la cual quieres.

A pesar de que Helena pensara que la decisión de alejarse de Tom (y todo el asunto de las artes oscuras) era la correcta, inconscientemente su instinto protector seguía arrastrándola a él.

Era innegable; le seguía importando lo que le pasara a Tom. Y quizás su madre tenía razón: era mejor ayudarlo desde cerca, a ver cómo se hundía desde lejos. Aun cuando la hundiera con él.

El primer día de regreso en Hogwarts, aunque emocionante para algunos, siempre era tedioso. Lo único "interesante", si se le podía llamar así, había sido el anuncio por parte de Dumbledore en el gran comedor, acerca del nuevo profesor de pociones, y la asignación de Severus Snape como el nuevo profesor de DCAO.

La mayoría en la casa Slytherin habían celebrado el anuncio, aunque a las otras tres casas no les agradó tanto la noticia.

Tom había tenido la oportunidad de hablar con el nuevo maestro de pociones, Horace Slughorn, unos pocos días antes de que todos regresaran a Hogwarts, debido a que debía pasar sus vacaciones en el castillo al estar bajo la tutela de Dumbledore.

A pesar de que Slughorn abundara mucha más energía de la que a Tom le gustaba, se había comenzado a llevar muy bien con el profesor en poco tiempo, tanto, que habían pasado los últimos días de vacaciones hablando sobre diferentes e interesantes tipos de pociones y hechizos.

A diferencia del profesor Snape, a Slughorn le encantaba comentar y enseñar todo lo que sabía a cualquier alumno que se sintiera interesado, y Tom vio en eso algo que le serviría en un futuro.

La cena había llegado a su fin, lo que significaba que los prefectos debían llevar a los nuevos integrantes de primer año a cada casa.

—Deja a esos mocosos tirados, y vámonos a dormir —le había dicho Adelaide a Helena, cuando esta se había parado para ir por los pequeños.

ᴏʙsᴇss ; tom riddle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora