»twenty-eight

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Vigilia.

Aunque había disminuido notablemente, la histeria por los ataques aún seguía rondando en Hogwarts. En menos de dos semanas ya se había cancelado por completo el quidditch, y apenas el sol comenzaba a ocultarse, los alumnos no podían estar en ciertos sectores del castillo sin que algún profesor estuviera cerca.

El ambiente en el castillo nunca había estado tan inestable, y los estudiantes se miraban unos a otros con expresiones acusadoras e inquisitivas, intentando buscar al culpable. Aunque para muchos la responsable de ellos seguía siendo Helena Tremblay, la supuesta heredera de Salazar Slytherin.

"Es una tontería", leyó Helena. Penelope Clearwater le había enviado una carta apenas se había enterado de lo que se decía de ella en Hogwarts, "soy hija de muggles, y sé que nunca me hubieras hecho nada malo".

—¿Qué dice? —le preguntó Adelaide, al ver la pequeña sonrisa que Helena había hecho.

—Que no cree que yo haya provocado los ataques —respondió, volviendo su mirada a la carta, siguiendo con la lectura.

—Era de esperarse, los que te conocemos sabemos que no harías algo así...

—Oh, no —dijo de repente Helena, llamando la atención de la rubia—. Penelope terminó con Percy.

—¿Weasley? —Helena asintió— Bien por ella.

Un pequeño carraspeo hizo que Helena no le pudiera responder a Adelaide. Giró en su asiento, encontrándose con Hannah Abbott; la chica tenía una pequeña sonrisa amable en su rostro, la cual ocultaba el temor que le provocaba estar tan cerca de la mesa de Slytherin, a diferencia de Neville Longbottom, el cual se encontraba a un lado de ella mirando atento a cada lado de la mesa, alerta ante cualquier movimiento de Malfoy y su grupo.

—Hola —saludó alegre la chica de Hufflepuff, captando también la atención de Adelaide Murton, la cual se volteó para mirarla inquisitivamente. Ante la mirada de Adelaide, Hannah extendió hacia Helena dos bolsas de tela, las cuales estaban atadas en dos lindos moños de color turquesa—. Son galletas de jengibre y limón. Son de agradecimiento por cubrirme en... ya sabes, eso. Una es para Riddle.

—¿Por qué no se la entregas tú? —dijo de manera abrupta Adelaide, haciendo que Helena le diera un pequeño empujón en el brazo.

—Da miedo —respondió sin pensar Neville Longbottom, logrando que, igualmente, Hannah le diera un pequeño toque en el brazo.

Helena agradeció el obsequio antes de que se marcharan, y miró las galletas en su mano, pensando que probablemente no se las merecía, ya que, ella era la más partidaria en avisar a Dumbledore sobre la araña que la Hufflepuff ocultaba en el castillo.

Helena guardo las bolsas en el bolsillo de su túnica, y regresó su atención a la carta que le había enviado Penelope Clearwater.

Remojó la pluma en la tinta, y comenzó a escribir su respuesta en una pequeña hoja marrón claro, expresando que se sentía apenada por la noticia de su ruptura con Percy Weasley, aunque Adelaide le había aconsejado que más bien debía anotar que la felicitaba.





Ambas chicas subieron hasta la buhonera. Helena le entregó la carta a su pequeño búho Delthi, y este enérgico emprendió vuelo hacia la dirección de los Clearwater.

Por su parte, Adelaide Murton le entregó a Pickett la carta semanal que le solía enviar a Oliver Wood, llena de insultos y burlas.

Seguidamente se dirigieron de vuelta a la sala común. Faltaban cuarenta minutos para que comenzara la cena, y Helena quería repasar sus apuntes de Historia de la magia, mientras Adelaide solo deseaba lanzarse en la cama y dormir un poco.

ᴏʙsᴇss ; tom riddle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora