»twenty-seven

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Aragog.

El nuevo semestre no había comenzado tan bien como Helena esperaba. Aunque ya no escuchaba tan seguido todos los cuchicheos acerca de que ella era la heredera de Slytherin, muchos alumnos la seguían mirando extraño cada vez que pasaban a su lado.

Para su suerte, el tener a su lado a Adelaide Murton la mayoría del tiempo, ayudaba a que las personas no se atrevieran a decirle ningún comentario acerca de los ataques de la supuesta cámara secreta, ya que, la rubia lograba con una sola mirada que los demás estudiantes pensaran dos veces lo que iban a decir sobre Helena.

Por su lado, Tom Riddle le quitaba puntos a cualquiera al que escuchara decir algo negativo sobre ella, cosa que repitió Cedric Diggory, aunque de una manera más calmada, y explicando por qué decir todas esas cosas estaba mal.

—Tranquila, ya no van a molestarte —le dijo Cedric, después de reprender a tres chicos de segundo año de Hufflepuff que habían llamado "Medusa" a Helena, ya que, según ellos, la chica podía convertir a los demás en piedra.

—Aunque el apodo fue gracioso —se rio Anthony Rickett, recibiendo un codazo de Maxine O'Flaherty—. Digo. Espantoso, no gracioso.

—Mi idea de lanzarles Bludgers a la cabeza también hubiera funcionado —comentó por lo bajo Adelaide con los brazos cruzados, haciendo que Helena rodara sus ojos, negando divertida.

—Gracias —le dijo Helena con una pequeña sonrisa a Cedric, el cual se la correspondió junto a un pequeño giño.

—Para eso estamos —le dijo.

Helena se dio media vuelta junto a Adelaide Murton, para regresar a las mazmorras.

—Pregúntale lo de Hogsmeade —le dijo Malcolm Preece a Cedric Diggory, empujándolo antes de que ambas chicas se alejaran.

Cedric apresuró el paso para alcanzarlas—. ¡Helena!

La chica se detuvo confusa, volviéndose nuevamente hacia el Hufflepuff.

—¿Sí?

—Emm, yo. Quería preguntarte algo —titubeó Cedric, a lo que Helena asintió para que continuara—. ¿Querrías venir el próximo sábado a Hogsmeade con...?

—¿Contigo y los chicos? —lo interrumpió Helena, con una sonrisa.

Realmente Cedric tenía en mente que la salida solo fuera entre ellos dos, pero el nerviosismo no le permitió decírselo a la chica—. Sí, exacto.

—Claro —respondió Helena.

Cedric miró a Adelaide—. Igual puedes venir, por supuesto.

—Yo paso —contestó sin más la rubia con expresión seria, volviendo a caminar en la dirección contraria.

—Nos vemos —le dijo Helena con una pequeña sonrisa, siguiendo a Adelaide.

—Nos vemos —respondió Cedric, encontrándose con las miradas de desaprobación y burlonas de sus amigos al volver junto a ellos.





Tom Riddle mantenía su mirada fija en Helena Tremblay, observándola cálidamente y escuchando atento como la chica le contaba que tal había ido su día.

Su turno de patrullar había acabado hace cinco minutos, por lo cual, ambos iban caminando uno al lado del otro por los pasillos del castillo, en los cuales solo se podían escuchar la somnolienta voz de Helena, y la profunda voz de Tom, la que aparecía de vez en cuando para responderle tranquilamente.

ᴏʙsᴇss ; tom riddle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora