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Artes Oscuras.

Tom Riddle tenía un gran potencial, eso era algo indiscutible. El mismo Albus Dumbledore lo había visto la primera vez que fue a visitarlo al orfanato para hablarle de Hogwarts, no teniendo dudas de que Tom podía lograr grandes cosas. Pero la amistad que había generado con Theodore Nott y Terence Higgs había causado que todo ese potencial fuera creciendo por no tan buen camino.

Como muchos Slytherins, Theodore y Terence provenían de una antigua generación de magos puristas, los cuales poseían una amplia colección de diversos escritos y objetos oscuros. Por lo que, ya para su tercer año Tom ya estaba teniendo acceso a libros de magia oscura que por su cuenta nunca hubiera podido tocar.

Pero no solo se conformaron con eso. Poco a poco el interés en este tipo de magia fue creciendo entre los tres Slytherins, por lo que, antes de que comenzara su cuarto año, decidieron comprar los libros con los cuales enseñaban Artes Oscuras en Durmstrang.

Ese año había sido muy caótico. Por un lado, Tom tenía que escabullirse y saber pasar desapercibido mientras intentaba aprender y dominar lo mejor que podía las Artes Oscuras sin tener a un profesor que le enseñara, ya que en Hogwarts estaba completamente prohibido.

También intentaba ocultarle todo eso a Helena Tremblay; la cual había comenzado a ser su novia ese verano. La había conocido tanto en esos últimos meses como para saber que ese tipo de magia no le agradaba para nada.

Por otro lado, Helena estaba haciendo todo lo que podía para subir sus calificaciones aún más, y así poder ser prefecta de su casa el próximo año.

Y esto definitivamente incluía tener que estudiar el triple Adivinación, en lo cual era pésima. La profesora Trelawney le aconsejó pedir ayuda a Penelope Clearwater, quién, en palabras de ella, era su mejor estudiante.

Hasta ese momento Tom debía inventar un sin fin de escusas por las cuales no podía estar en las noches con Helena. Así que el hecho de que la chica comenzara a estudiar con Penelope le vino como anillo al dedo, ya que la Ravenclaw insistía en que debían estudiar en las noches, ya que, según ella la mente se abría en los ambientes nocturnos.

Y así habían funcionado por un par de semanas; los días que Helena estudiaba Adivinación, Tom iba junto a Theodore y Terence a estudiar Artes Oscuras.

Ya para el segundo trimestre Helena había formado una agradable amistad con Penelope, pero se encontraba sumamente agobiada con las clases de Adivinación.

—No puedes seguir inventándole cosas a la profesora Trelawney —la había regañado Penelope una noche.

Pero era inútil, había estado durante dos horas mirando una taza esperando a que le revelara algo, y ya se estaba cansando.

—Es imposible —se quejó Helena, dejando la taza en el piso. El fino humo del incienso entró por su nariz, haciéndola toser—. Y este humo también. ¿De dónde sacas tanto incienso?

Helena se levantó, despejando el humo con sus manos. Ya estaba mareada por el irritante olor a canela y lavanda. Abrió la ventana, y cerrando sus ojos respiró profundamente el aire fresco que se colaba por esta. Suspiró más calmada, y abrió sus ojos.

En esos momentos Tom caminaba de regreso al castillo junto a Theodore y Terence, con unos cuantos libros en sus manos. Helena frunció un poco su ceño, confundida por lo que estaba viendo. Ya eran más de las once de la noche, y se suponía que nadie debía estar afuera hace ya bastante tiempo.

—Vas a ir mejorando, solo es cuestión de práctica —dijo la Ravenclaw intentando alentarla, mientras guardaba las tacitas, las velas y los inciensos. Pero Helena no le prestó mucha atención, estaba con su mirada fija en los tres chicos, preguntándose qué estaría haciendo Tom.

ᴏʙsᴇss ; tom riddle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora