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La vuelta a Hogwarts.

Albus Dumbledore una vez dijo que el amor es una fuerza que es más hermosa y más terrible que la muerte, y Helena al escucharlo se preguntó cómo el amor podía ser terrible, ya que, para ella ese era el sentimiento más bonito que una persona podía experimentar.

Claro que en ese momento ella estaba profundamente enamorada de Tom Riddle, y se sentía volando en las nubes, pensando que nunca se había sentido tan bien en su vida. Porque, si hubiera sabido todo lo que el amor la haría sufrir más adelante, sin duda hubiera estado de acuerdo con las palabras del director.

Pero ahí estaba ella ahora, caminando tranquilamente entre las personas que se encontraban en la plataforma 9¾, pensando que lo peor que le podía pasar en aquellos momentos era que el profesor Snape le reprochara el no haber hecho su tarea de pociones.

Se subió al expreso de Hogwarts y comenzó a caminar por el angosto pasillo, mirando de un lado a otro en busca de un asiento desocupado, mientras saludaba amable a los rostros conocidos que se iba encontrando por el camino. Al poco tiempo se topó con cuatro asientos libres en la parte derecha del tren, por lo que se sentó dejando su bolso a su lado.

Sin más que hacer, apoyó su brazo en el marco de la ventana y observó la plataforma 9¾. En esta se encontraban alumnos conversando animadamente, y padres quienes se despedían de sus hijos de primer y segundo año. Echo un vistazo a la hora en uno de los postes del andén, y suspiró al ver que aún faltaban diez minutos para que el tren partiera.

Sin duda sería un largo y aburrido viaje.

Normalmente iba acompañada de Adelaide Murton, una chica de Slytherin que se había acercado a Helena cuando esta había sido sorteada en la casa de las serpientes en segundo año. Helena en ese entonces había estado muy nerviosa por su repentino cambio de escuela, pensando que sería muy difícil hacer amigos en un lugar donde ya todos se conocían, pero Adelaide le había hablado apenas se había acercado a la mesa de Slytherin después de su selección, y desde ese entonces parecían inseparables.

Adelaide desidia pasar sus navidades en Hogwarts, debido a que sus padres iban a visitar a su tía, y a ella no le podía agradar menos. Por lo que Helena había pasado sus anteriores tres navidades en Hogwarts acompañándola. Pero ese año había sido diferente, sintió que necesitaba un respiro de todos los rumores y chismes que estaban girando en torno a ella y su relación con Tom Riddle.

A ella le encantaba Hogwarts, era un lugar fascinante lleno de personas maravillosas. Pero si algo no le gustaba era que allí dentro los chismes volaban y los rumores se esparcían de una manera tan rápida que le llegaba a sorprender. Y todo era mucho peor cuando se trataba de comentar la vida amorosa de los demás.

Lamentablemente ella sabía que al poco de acabar su relación con Tom todos posarían sus ojos en ellos y las teorías de su rompimiento no tardarían en llegar. Pero, a pesar de todo decidió tomárselo con calma, ya que a todos en algún momento les tocaba ser el centro de los cotilleos del castillo, y lo mejor que podía hacer era irse a casa para navidad y esperar que al regresar todos ya estuvieran hablando de algo nuevo.

Y realmente deseaba que así fuera...

Helena escuchó un carraspeo a su lado, lo que hizo que apartara su mirada de la ventana y se girara confundida. Frente a ella, parados en el pasillo, se encontraban tres chicos mirándola un tanto incómodos.

—Disculpa, ¿Están ocupados? —habló uno de ellos, viendo los asientos vacíos alrededor de ella. Helena solo negó con la cabeza—. Genial, ya no quedan asientos de tres.

ᴏʙsᴇss ; tom riddle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora