Dazai

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He resubido el capítulo porque escribí mal el nombre de Akutagawa. Pobrecito, suficiente tiene con el desprecio de Dazai como para sumarle más penas.

Que triste, ni para escribir nombres sirvo.

Pidoperdón.

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Ahora recuerdo el porque mis intentos suicidarme.

Aburrimiento.

Y el aburrimiento trae consigo algo peor:

Estrés.

En la Port Mafia me entretenía el torturar y/o matar personas. Pero ahora que soy de los buenos, y se supone que protejo a las personas,  la única forma de aliviar mi estrés es tratando de matarme a mi mismo.

Pero nunca funciona.

Abrí la puerta de la agencia aún con la rota soga colgando de mi cuello. Me dirigí a mi escritorio ignorando los sermones de Kunikida y la cara de lastima de Atsushi. 

—No sé ni para que vienes si estamos a poco de terminar.— dijo Kunikida, a lo que solo respondí con un quejido. 

—¿Está bien, Dazai-san?—preguntó Atsushi aún sin quitar su expresión de lástima.

—La muerte me odia— le contesté.

Kunikida soltó un resoplido y nadie dijo nada más. El silencio era decorado por el sonido de teclas siendo presionadas, las plumas deslizandose por papel, y el sonido de los envoltorios de los dulces de Rampo.

Agarre una gran cantidad de aire y lo solté. Mire al techo apoyando mi cabeza en la silla con mis pies arriba del escritorio, pensaba en posibles maneras de suicidarme y trate de no distraerme en las diferentes formas de torturar alguien. Lo logré parcialmente. 

El sonido del telefono me interrumpió justo en mi planificación del suicidio perfecto. Busque molesto el origen de la llamada. No era de Kunikida, entonces... ¿Fukuzawa?

Volteé a ver la pueta que permanecía cerrada, esperando. El jefe salió a los minutos. 

—La Port Mafia está teniendo un problema.—anunció con un tono que me recordaba al hablar de Oda. 

—Y supongo que eso nos afecta a nosotros.— dije cerrando los ojos con pesar al saber lo que eso significaba: trabajar.

—En efecto. Al parecer un grupo armado ha empezado a atacar a varios comerciantes, algunos de esos comerciantes estaban aliados con la mafia. 

—Espere, ¿la mafia lo llamo? ¿Cómo Mori-san obtuvo su número?—cuestionó Atsushi con inocencia.

Un profundo silencio inundo el lugar, con sólo la pequeña risa de Rampo.

Fukuzawa carraspeo.

—Hay varios testigos que dicen que algunos de los atacates parecian tener "poderes". El grupo se esta expandiendo rápido, y necesitamos capturarlos cuanto antes. 

Fukuzawa siguió hablando, dando algunos detalles importantes. Mientras tanto me dedique a pensar en que pasaría un tiempo muy entretenido molestando a cierto enano.

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Atsushi y yo llegamos a un almacén abandonado en medio del bosque. A este punto ya había anochecido, por lo que era difícil ver. Atsushi encontró la puerta del almacen medio abierta, cuando la abrió más el chirrido que dió la puerta fue espantoso, cerré los ojos con fuerza esperando la voz de Chuuya burlandose por nuestra poca discreción.

Not Enough || SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora