Chuuya

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Las últimas semanas habían sido un total desastre. 

Gracias a que Kouyou convenció a Mori para que no me dejara trabajo estos días, pude estar más en el hospital. 

Tenía planeado enfrentar y disculparme con Dazai por básicamente insitarlo a suicidarse, pero cada que me acercaba a la puerta, más litros de culpa me ahogaban. El sólo tocar la manija de la puerta me requería un esfuerzo inhumano.  

A la semana me rendi con mis vanos intentos de comunicarme con él, y volví a la mafia para intentar realizar algunas misiones que tenía pendientes, aunque estas terminaban siendo desastrozas y muy a penas podía concluirlas con éxito. 

Ante el riesgo que había de que arruinara todo, Mori me relegó a hacer papeleo. 

A pisotones, me dirigí hasta la oficina. Abrí la puerta de un sólo golpe, listo para dejar salir mi berrinche, pero fui detenido por la presencia de una mujer pelirroja.

—A-Ane-san.—murmuré, cerrando la puerta con suavidad, tratando de apaciguar la ira que apenas iba floreciendo.

—Chuuya, te he estado esperando toda la mañana.—me informó con suavidad, acercandose lentamente para quedar frente a mi. 

—Lo siento, estaba en una reunión con Mori-san.

Ella asintió, y limpió un poco mi sombrero. 

—Me enteré que Dazai será dado de alta hoy.—me dijo mientras me acariciaba un mechón de cabello.

—Oh, ¿en serio? Que bien.

Me quedé pensando en que haría hoy para mantenerme todo el día fuera del departamento, y así seguir huyendo de Dazai.

—Parecía que te esperaba.—comentó, sentándose en la silla frente al escritorio.

—¿A mi? Jaja, no creo.—reí con nerviosismo.

La aparente dulzura con la que Kouyou me hablaba —que excedia la normal— me parecía extraña, y me daba la misma sensación que cuando Mori o Dazai tratan de convencerme de hacer algo.

—¿No lo crees? ¿Por qué?—pregunta con la obvia intención de dirigirme a un punto de la conversación. No sé si seguirle la corriente o tratar de poner en práctica todas mis habilidades de evasión que aprendí de Dazai.

—No parece ser de tipo que espera a alguien.—respondí, sin tener idea de lo que estaba diciendo en realidad, sólo quería decir algo.

Ella se quedó en silencio un rato, analizandome tal como una madre haría cuando sabe que algo está mal con su hijo.

—¿Qué tal iba tu relación antes de que Dazai hiciera lo que peor le sale?

Hubo silencio por unos momentos, donde un pequeño puchero me salía de los labios, y desviaba la mirada. 

—Bien.

Volví a dirigir la mirada a la alta mujer que seguía mirandome como la madre que trata de atrapar a su hijo en su mentira. 

—Lo eché de tu departamento.

Repetí las palabras en mi mente una y otra vez. Y no lo entendí hasta unos segundos despues.

—¿Lo fuiste a visitar?

—Si, y tuve un conversación con él, aunque más bien fue un monologo de mi parte. Dejando eso de lado, quería hablar contigo sobre el adefesio ese.

Caminé hasta la silla que quedaba enfrente de ella, me senté sumisamente como si fuera un perrito siendo regañado por su dueño.

—Primero necesitó que me digas que pasó. Lo último que me dijiste fue que sentías algo extraño y ya no me contaste más. 

Not Enough || SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora