Dazai

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Siendo sincero, no recuerdo del todo mi infancia, sólo unas pocas cosas. Recuerdo a Mori llevandome por primera vez a la Port Mafia, al primer hombre que maté y por sobre todo, el sentimiento de soledad que me rodeaba.

El recuerdo más claro que tengo, es cuando conocí a Chuuya. Me cayó terriblemente mal al ver esa gran sonrisa poco común en un lugar tan lúgubre, sus ojos brillaban en un azul intenso viendo el chocoflan que Kouyou le había traído. No olvido la manera en que me ofreció de su postre, ni tampoco la golpiza que me dio cuando se lo tiré.

Hay otro recuerdo que me borra la sonrisa que me povoca el anterior. Y era el de Odasaku muerto en mis brazos, pidiendome que estuviera del lado de salvar personas, que me volviera un buen hombre, a mi, Dazai Osamu, el entonces demonio de la port mafia. Si alguien más me hubiera dicho eso, me habría reído en su cara y me iría dejandolo solo para morir. Pero era de mi amigo de quien se trataba, el verdadero buen hombre, el que se reusaba a matar, el que espantaba a los perros cuando estos se me acercaban, aquél que realmente confiaba en mi, el que me daba los únicos consejos que podría apreciar, y el que mancho mi brazo con su sangre. Fue la primera vez que la soledad me embargo estando con Odasaku, y fue mucho más profunda.

Realicé todo un plan para irme y que no me encontraran, incluso pensé en la ultima broma que le haría a Chuuya para hacer un poco más llevadero el vacío que se expandia en mi, pero me enteré que el enano se fue a Francia. Puse la bomba en su auto como despedida, si no lo entendía de esa forma era su culpa.

Escapé de la port mafia con una indiferencia incomoda, preguntandome como carajos haría para convertirme en un buen hombre y no terminar en la cárcel. Miré al cielo en busca de inspiración, sin ninguna estrella, sólo un cielo oscuro y una luna profundamente solitaria.

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Ugh.

Ugh.

Ugh. Observé la pila de papeles en mi escritorio con una mueca de desagrado, no quería hacer nada. Saqué mi libro favorito de uno de los cajones, no estaba muy preocupado con que Kunikida entrara gritandome que deje de vaguear, estaba muy ocupado robandome el ¿novio? Aún no habíamos aclarado eso.

La razón por la que estoy aquí ignorando mis obligaciones es la misma por la cual Kunikida se había tomado un descanso para hablar con Chuuya. Resulta que el de lentes llamó al enano pidiendole que me trajera arrastrado al trabajo, y Chuuya, muy obediente, le hizo caso.

Y no soy alguien particularmente celoso, pero ¿cómo Kunikida consiguió el número de Chuuya? No recuerdo darselo, y claramente la port mafia no brindaria información de sus integrantes, así que sólo había un sospechoso, el mismo Chuuya.

Así que le gustaban los detectives, ¿eh?

Comencé a aburrirme, y de pronto estaba mas conciente del silencio a mi alrededor. Atsushi estaba muy concentrado en su trabajo y Ranpo no habia llegado. La habitación estaba extranamente vacía. Pensé en el dolor de cabeza que estaba creciendo y en cómo no había nadie a mi alrededor, como cuando...

Me levanté del escritorio, esos dos ya se habían quejado de mi lo suficiente. Coloqué mi pila de papeles en el escritorio de Kunikida y me dirigí a la puerta. Caminé hacia la cafeteria tarareando una canción que Chuuya no paraba de escuchar. Cuando llegue, los vi sentados en una mesa riendo y tomando cafe.

—¡Oh! Pero si es Chuuya y Kunikida-kun.—dije cantarin, interrumpiendo su charla. El rubio de inmediato dejo de reir. 

Chuuya se recorrió para que me sentara junto a él. 

—¿Ya terminaste?—me preguntó Kunikida, yo sonreí inocentemente.

—Claro.

—¿En serio?—me miró sorprendido, yo asentí. Chuuya levanto una ceja a mi dirección sin creerme nada.

Not Enough || SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora