Dazai

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*Para este punto ya han pasado unos cuantos meses desde el último capítulo.

El día era tranquilo. Las nubes cubrían un poco el sol, por lo que no era mucho el calor.

No había mucho trabajo en la Agencia. Tal vez algunos robos misteriosos que eran resolvidos con velocidad por Kunikida. También había uno que otro asesinato que Ranpo fácilmente resolvía.

En general, tenía mucho tiempo para acostarme en el sillón con los ojos cerrados, fingiendo estar escuchando música, aunque en realidad reflexionaba en el silencio, y de vez en cuando escuchando algún chisme.

Kenji hablaba de la vez que ayudó a unos cachorros a nacer. Tanizaki y Naomi decían cosas raras a las que no pondría mi atención, y podía oír a Atsushi comer su plato de chazuke.

Era un buen día, aunque mis vendas picaban un poco. No sé si era porque esta vez use un tipo de vendas menos suaves, o porque hacía ¿semanas? ¿meses? Que no intentaba suicidarme, aunque ganas no me faltaban.

Solo una semana después de que se cerrará el caso de los Chimuu, busque ayuda psicológica. Mencionarlo todavía hiere mi orgullo.

Me excuse con que el jefe me lo había ordenado (y si lo había hecho, pero hace mucho, mucho, mucho tiempo atrás) y en que así podría trabajar menos (pero eso solo lo decía para molestar a Kunikida).

La psicóloga era una mujer en la mediana edad, ella nunca se reía de mis chistes.

Aún es difícil poder contar todo lo que pasa por mi mente, no porque tenga miedo de hacerlo, o me haga sentir incómodo, lo cierto es que estaba tan acostumbrado a guardar secretos, que mentía incluso cuando no había necesidad.

—Hey, Dazai —llamó Kunikida, acercándose al sillón
—ponte a trabajar.

—Lo haría, Kunikida, si tan solo hubiera algo que hacer.

El rubio volteo a los lados, buscando algo para ponerme a hacer.

—Saca la basura, entonces.

—Ugh— me queje, levantándome. —¿Tanto quieres que me vaya? —le pregunté, sin esperar ninguna respuesta.

—Sí.

Agarre la bolsa de basura y caminé hasta la salida del edificio.

Tiré la bolsa al tambo, miré hacía atrás, decidiendo entre volver al trabajo, o tener un divertido paseo. 

Con lentitud me fui alejando del edificio. Las nubes dejaban de cubrir el sol, cuyos rayos calaban en mis ojos. Es por eso que cuando vi una cabellera pelirroja a lo lejos, lo primero que pensé que lo estaba imaginando. 

Me fui acercando más, y conforme la distancia se acortaba, aquella mancha naranja fue tomando forma. 

Chuuya estaba observando un horrible sombrero en la tienda, con sus grandes y expresivos ojos reflejandose en la vitrina.

—Realmente tienes mal gusto.—le saludé, acercandome más a la vitrina para ver mejor el sombrero.

Él levanto una ceja, ni sorprendido ni ofendido.

—¿No tendrías que estar trabajando?

—Me escape.— seguí observando el sombrero. Viendolo bien, no estaba tan mal. En forma era igual al  que traía Chuuya, pero su color era ligeramente más oscuro pero, la más grande diferencia eran las flores azul rey en el lado derecho del sombrero.

—Kunikida se enojará.

Me encogi de hombros.

—No hay nada que hacer de todos modos.—coloqué mis manos en mis bolsillos observandolo.

Not Enough || SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora