Dazai

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Salí del hospital arrastrando los pies, dispuesto a mudarme de nuevo a mi departamento. Iba a extrañar el departamento de ese enano, todo el lujo que se permitía y la limpieza profunda que le dedicaba.

La Agencia me dió unos días para recuperarme por completo, y estar en una buena forma para la misión que se llevaría acabo en unos meses. 

Me coloqué a la orilla de la calle y levanté la mano. Un taxi se paró frente a mi al poco tiempo. Me subí y acomodé en el asiento mientras sacaba mi celular, tenía una importante llamada que hacer.

—Heyy, Atsushi~

—¿Dazai-san? ¿Pasa algo?—alcancé a oir apenas, por la repentina vuelta que dió el conductor y varios pitidos que le siguieron.

—Necesito que vayas al departame-nto, At-sushi—dije con un corte en la voz por el tope que el conductor decidió ignorar. 

—¿Qué departamento? ¿Al suyo?

—Sí—el chofer giró de nuevo de forma repentina, haciendome chocar con el asiento delantero.—Digo, no. Al de Chu- chibi.

—¿Está bien, Dazai-san?

—Oh, ¡lo estaría si tan solo algUIEN MANEJARA BIEN!—me quejé, recibiendo una mirada de reproche del conductor.

—Ehh, ¿okay? ¿A qué hora tengo que ir?

—Ahora, si puedes—el conductor paró, indicandome con la mirada que lo había ofendido y que quería que bajara. Colgué la llamada, sin oir lo que había dicho Atsushi, tal vez eran razones por las que no podía ir.—Aún no llegamos—le indiqué, el señor no contestó. —Pues no le voy a pagar.—anuncié, bajandome del auto.

—No, no, no. ¡Pagueme!—me intentó ordenar el chofer.

—Es pésimo en su trabajo, no le voy a pagar una mierda—me alejé del auto, pero escuché una puerta siendo azotada. 

—¡Pagueme!—repitió el señor, caminando amenazante hacía mi. 

—¿Realmente quiere pelear con un recién salido del hospital?

—Entonces pagueme, o me encargaré de golpearlo tan duro que irá directo a la tumba.

—Me haría usted un gran favor.

El tipo era intimidante, tenía la apariencia de típico matón, calvo, con un gran tatuaje de lobo en el brazo, y una camisa de tirantes que dejaban ver al tatuaje por completo y con el, sus grandes y marcados músculos. Tendría miedo si no fuera que por años viví con la amenaza de muerte de cierto enano que controla la gravedad y que literalmente puede ponerme bajo tierra.

Por ahora, haré lo que me mantuvo a salvo todos esos años; huir. 

Corrí hacía el callejon más cercano, arreglandomelas para perderme de la vista del chofer. Sólo espero que cuando el señor vaya al departamento del pelirrojo a cobrar el viaje, yo ya me haya ido.

Viéndolo del lado positivo, hasta le hice un favor al ojiazul, le facilitará el trabajo en la mafia.

Caminé hasta el gran edificio departamental en el que me esperaba un tigresito hecho una bola de nervios. 

—¿Qué pasa, Atsushi?—me acerqué a el lentamente, el mencionado levanto la vista mirandome como un niño perdido mira a sus padres después de haber estado perdido diez minutos. 

—¡Dazai-san!—el gato corrió, acortando los pocos metros de distancia que quedaban.—En este lugar, la mayoria son mafiosos—me informó, susurrando la última palabra.

—Wow, ¿quién diría que un mafioso vive rodeado de mafiosos?—ignoré el gesto de fastidio que ponía el albino y me dirigí a la entrada del edificio, ya irritado por el gris color del cielo.

Not Enough || SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora