Dazai

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Cuando estaba en la mafia, pocas cosas podían sacarme de la indiferencia que me rodeaba. 

A veces las torturas y asesinatos podían entretenerme un poco, pasaba horas buscando maneras para que esos pobres hombres me dieran lo que quería y aún así no lograban que la apatía desapareciera por completo. Pasar tiempo con Odasaku y con Ango era, por mucho, más entretenido. Aunque por supuesto, después de que el whisky se acabara, todo volvía al gris aburrido con el que crecí.

Solo hay algo que a día de hoy sigue sacandome de la monotonía: Chuuya Nakahara.

Pasar tiempo con el no era tan agradable como pasar el tiempo con Oda, eso es verdad, pero la sensación de su presencia no era tan efímera como lo era con Odasaku o Ango. Su existencia me hacía enojar en aquel entonces, esa indiferencia se transformaba en odio. Era extraño, no lo odiaba igual que odiaba a Mori, mi odio hacía Chuuya era lo que podria definirse como inspirador. Y lo sé, suena raro, Nakahara realmente me hacía olvidar mi anhelos de morir y me ponía a pensar en todas las maneras en las que podría molestarlo sólo para que se quedara más tiempo conmigo peleando, y así atrasar mi recuerdo de la indiferencia.

Minutos después de que el enano destrozara a esos feos perros todo se volvió un caos. Kunikida había llegado tarde por primera vez en su vida, venía arrastrando a un Atsushi visiblemente herido junto con Tachihara cargando a Akutagawa. Kenji iba con Kyoka increíblemente sonrojada cargando en brazos.

—Sólo me torci el tobillo, no sé porque me cargas.—le reclamó.

Gin se acerco a Tachirara sacando un pequeño pizarrón de no sé donde y escribio "¿Dónde esta Kaiji?"

—Se quedo poniendo bombas en algunos pasillos.—le contestó poniendo a Ryunosuke (que recién despertaba) en el suelo. Volteó a verme a mi y a Chuuya que estaba recostado en mis piernas.—¿Consiguieron eso?

—¿Conseguir qué?—cuestionó Kunikida, colocando al inconsciente Atsushi en el suelo también.

—Nada que le interese.—le respondió Ryunosuke, levantandose poco a poco mientras tosia.

—Me temo que no encontraran la tal sustancia.—me dirigí al pelirrojo feo, no al que estaba en mis piernas.—La sustancia no es otra cosa que su saliva.—señale a la mujer que hasta ahora estaba con la cabeza agachada.

—Me llamó Alondra e hice todo esto porque-

—Si, si, no me interesa, eso se lo cuentas a Kunikida después.—le interrumpi

—Tendré que preguntar, ¿de qué están hablando?

La pregunta de Kunikida desencadenó una discusión entre Tachihara y Akutagawa sobre si decirle o no.

El movimiento de Chuuya me distanció de la conversación. Sus parpados comenzaron a abrirse dejandome ver ese mar que tenia por ojos. Sabía que no iba a durar mucho despierto así que me permiti hacerle una broma y darle un roce con mis labios que hubiera llegado a ser un beso si el pelirrojo feo no me hubiera tirado de la parte de atras del cuello obligandome a alejarme de los labios de Chuuya.

—Damelo.—me ordenó extendiendo sus brazos.

—¿A Chuuya?—él asintió.—¿por qué debería?

—Sabes, creo que besar a alguien inconsciente cuenta como acoso.

—He hecho cosas peores.

—No me importa, damelo.—se agachó y agarró a Chuuya por la cintura tratando de alejarlo de mi. Yo le daba manotazos para que lo dejara.

—No, no, no, lo voy a cargar yo.—Tomé al enano por debajo de los brazos y lo acerqué más a mi.—Tú tienes que ayudar a Akutagawa.

—Él puede caminar solo.

Not Enough || SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora