Capítulo XIV

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Capítulo XIV

Sara

El embarazo no me da tregua, entre las náuseas, las hormonas y el cansancio, poco tiempo me queda para estar al tanto de la manada. Aunque los muchachos me ayudan, siento una necesidad horrible de ver a Alejandro y sentirlo. Aunque lo siga negando él es mi mate, mi cuerpo lo llama silenciosamente cada vez que me siento a la deriva.

– Sara, sigue sin aparecer ya expandimos el perímetro, sigue sin dar señales de vida. Camilo hace diariamente un recuento de los habitantes especialmente niñas y adultas jóvenes. Todo está bien por el momento ¿Cómo te sientes hoy?– Andrés no ha dormido nada en este mes intentando encontrar a Alfonso, ha buscado fuera de la manada, en todas partes, se esfumó y con él mi paz.

– Estoy bien.– Rocé mi abultado vientre e involuntariamente sonreí.

– Eso parece ¿Has visto a Sebastián? Hoy hubo entrenamiento y no estaba.– Preguntó sonriendo. Después de lo que sucedió con Alfonso y a sabiendas de que en algún momento otra manada se enterará de que estamos desprotegidos, decreté que todos los adultos sin importar el género debían entrenar.

– Está ocupado siendo Beta, sabes que es desgastante. Hoy tengo cita con la obstetra ¿Puedes ir conmigo? No quiero ir sola.– Andrés frunció el ceño.

– ¿Por qué no están Sebastián ni Camilo, es un día importante?– Últimamente Andrés es el único que está en el día en la casa, Sebastián y Camilo llegan en la noche a cambiar turno con Andrés. – Sé que crees que no tienen tiempo por tu culpa, pero estarán tristes si no están contigo hoy. – También me hablaban como bebé de otra forma empezaba a llorar inevitablemente.

<< – ¿Quieres tocino?– Me preguntó Camilo a lo que asentí entusiasmada.

– No deberías llenar a esa mocosa con cerdo, después no cabrá por la puerta.– Dijo Andrés con su típica sonrisa juguetona. Bajé la cabeza y mis ojos se aguaron.

– No la molestes ahora come por dos, déjala ser.– Sollocé sin poder evitarlo. – ¡Mira lo que has hecho! ¡Eres un animal! No le hagas caso nena, estás bien come lo que quieras. – No podía parar de llorar.

– Cálmate por favor, no llores ¿Sí? Eres hermosa y soy un tonto no volveré a decir algo así, eres sensual y... Eres inteligente y... ¿Te quiero?– Sonreí entre las lágrimas, y le mostré mi hermosa lengua. – Eres terrible ¿Lo sabías? – Y las ganas de llorar volvieron.

– ¡Sólo cállate!– Gritó Sebastián desde la sala. Haciéndome reír, pobres. Este es sólo el comienzo.>>

– ¿No los quieres esperar?– Estoy en el primer mes de embarazo y me quedan cuatro y empiezo a dudar si lo lograré, estoy aterrada de ir, quiero que todo salga bien pero cuando llegue al consultorio podría no estar todo bien. Las lágrimas empezaron a caer por mis mejillas. – Está bien, vamos los dos, no llores.– Envidiaba la paciencia de Andrés, si todo fuese al revés ya lo hubiera asfixiado mientras dormía.

– ¿Y si no está bien? ¿Y si los hago ir y nada está bien? ¿Y si todo está mal? ¿No es mejor no dañarles el día?– Andrés levantó sus cejas abrumado, fijó su mirada en una pared de la habitación intentando no ponerse a llorar conmigo. La realidad es que necesito un milagro para sobrevivir, mi bebé necesita un milagro mil veces más grande para vivir.

– Todo saldrá bien, tú eres fuerte y tú cachorro será igual que tú. No puedo ver el futuro, pero yo estoy seguro de que todo saldrá bien, porque los dioses son grandes y tú eres tan pura como ellos. – Me abrazó a él intentando no desmoronarse conmigo.

– No creo en los dioses, pero ruego porque tengas razón, quiero conocer a mi cachorro. El destino no puede ser tan cruel conmigo. – Andrés se aferró aún más a mi cuerpo y posó su mano en mi abultado vientre.

Black & MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora