Capítulo IV
Sara
Empecé mi camino, largo y aburrido. Los tres extraños se estaban peleando a lo lejos ya ni podía diferenciar sus palabras. Tendría que caminar cinco horas cruzar los límites y no dejar que alguien acabase con mi vida... Fácil. Escuche los pasos de los imbéciles que secretamente me caían bien acercándose, si venían conmigo los matarían... Nos matarían a todos, creerían que vamos a atacar o algo parecido.
– ¿Cómo se te ocurre irte sola, estás loca? Te mataran antes de que logres lo que sea que quieres hacer. Su ejército es el más fuerte, no vayas. – El castaño que había oído se llamaba Sebastián, parecía muy molesto y los otros dos solo miraron al piso.
– ¿A quién le importa? Yo sólo tengo un propósito y ese propósito es proteger a mi gente si alguien más muere será por mi negligencia, no entiendes el peso que cargo en mis hombros. Para todos es más fácil hacer juicios de valor, no tengo ganas de pelear y debo caminar cinco horas espero entiendan ¿Me quieren ayudar? Pueden comenzar por irse, no me quedare viendo que matan a mi manada. – Al parecer tenía un don haciéndolos callar porque no dijeron nada solo me miraban intentando procesar mis palabras y mientras ellos hacían eso yo los detalle bien.
Sebastián alto para ser hombre lobo, piel morena y cabellos oscuros, sus ojos azules claros contrastaban a la perfección con su cara, mandíbula marcada y su cuerpo musculoso e imponente. Era la mezcla perfecta de rasgos que hacían que se viera serio y peligroso. Por el contrario, Camilo, ese castaño que nunca hablaba y no me había mirado altaneramente, era delgado, sus ojos miel, su cara te hace pensar que es un niño bueno que no tiene nada que ocultar, a simple vista era alguien común. Y luego estaba el que me quería entregar Andrés ojos verdes, pelirrojo, la cara llena de pecas y su cuerpo era la mitad perfecta entre Camilo y Sebastián, no era muy musculoso, pero tampoco era un palillo.
– Deja de mirarme, ¿Quieres una foto, nena? Después hablamos de lo mucho que quieres conmigo, por el momento necesitamos un plan a menos que quieras que te maten, en todo caso si vas a morir deja que te llevemos con el concejo, causarías menos problemas, niña. – Fruncí el ceño, era altaneramente sincero y eso me encantó, sonreí. – ¿Estás loca? Te acabo de molestar y estás sonriendo, tiene un serio problema ¿La llevamos a un loquero, a ver si se cura? – Eso sólo me hizo sentir mejor y una pequeña carcajada que los dejo atónitos salió de mis labios.
– Tú sinceridad me encanta es refrescante después de diez años que alguien me trate con normalidad. Tengo un plan no estoy loca, como verán puedo ocultar muy bien mi olor, mis sentidos son más desarrollados que los de ustedes y sé si alguien está cerca; ustedes serian una carga. Pero necesito que hagan algo, deben ir al concejo y finjan demencia... Ustedes no sabían que me juzgarían y yo les dije que me llevaran a la otra manada con mi voz de Alfa, si me pueden acercar a la frontera lo agradecería. Nos vemos acá cuando la luna este bajando en el cielo si sobrevivo. – Los tres levantaron las cejas y asintieron sin preguntar más señalaron el auto y subimos. El camino tardó una hora en la que ninguno hablo, cada uno pensaba en lo que tenía que hacer no teníamos tiempo para tener una conversación inútil, nuestras vidas pendían de un hilo un mínimo error y ellos o yo o todos moriríamos. El auto paro y cuando me iba a bajar Sebastián que iba conduciendo puso los seguros del carro.
– Cuídate, estaremos esperando acá, si te hacen algo los matare yo mismo ¿Entiendes? Tienes que vivir para que ese idiota no nos mate a todos. – Lo mire y no pude evitar las lágrimas, era la primera vez que alguien se preocupaba por mí en años, mire a los demás y la preocupación estaba en sus ojos y me sentí parte de algo y se sentía increíble. – No llores tonta, si mueres llorar será lo último que hagas y no quieres eso. – Me reí su humor negro me encantaba.
– No moriré hoy, debo enjuiciarte por no cumplir órdenes, a Andrés le tengo que dar unos latigazos para que aprenda a respetar y el pobre Camilo sufrirá por sus malas compañías. – Los cuatro nos reímos y el ambiente dejo de ser tenso y pasó a ser nostálgico, aunque nos conociéramos hace dos horas... Y sin palabras lo supimos estábamos destinados a encontrarnos y ser cercanos, pero no duraría por siempre tenía que irme. – Si muero, me siento bien que haya vivido un gran momento antes de dejar de respirar. – Sebastián quito los seguros y les di una última mirada antes de irme por ese frondoso bosque que tenía por delante.
Empecé mi travesía, no sabía que decir o hacer por primera vez en mi vida, envés de eso prefería estar alerta a cualquier ruido. Las rebeldes ramas rasgaban mi piel y el enterizo que llevaba no ayudaba en mi misión de llegar al otro lado del bosque. Escuche pisadas y supe que era mi fin no podía correr había muchas ramas y solo lograría hacer ruido, los guardias que no se habían percatado de mi presencia comenzaron a caminar en mi dirección y deje de respirar tarde o temprano escucharían mi corazón, solo podía rezar para que caminaran hacia el otro lado. Se escuchaban más cerca las pisadas y más y eso sólo hacía que mi corazón bombeara la sangre con mayor rapidez. Me encontraron lo supe cuando sus pisadas eran más rápidas y en mi dirección.
– ¿Quién eres? Identifícate o muere. – El guardia no bromeaba se veía aún más amenazante cuando se acercaba a mí. – No hablaras perra, ya veo. Firmas tu sentencia de muerte. ¡Habla! – Desperté de mi letargo.
– Soy la Alfa de la manada Moon. – Con el simple nombre de mi manada gruñeron. – Vengo a firmar la paz y los dejare llevarme y hacerme lo que quieran, sé que no me creen, pero soy la hija del Alfa Carlos y la Luna Susan. No quiero pelear sólo llévenme. – Por su mirada supe que no me creían e instantáneamente sentí una espada en mi cuello. Sí, sería mi fin, las probabilidades sólo eran eso que sean más altas o no, no importa si de eso depende tu vida. Y sin saber que más hacer les permití olerme. Me miraron con lástima y sorpresa, al parecer el olor de Alfonso duraba más de lo que creí.
– Te daremos una oportunidad, si intentas escapar ya sabes que pasará, esconde tu olor ahora. – Cada guardia me cogió de un brazo y emprendimos un camino de un par de horas, cuando llegamos ya era de noche. Las puertas del palacio se abrieron, todos me miraban como si se tratará del demonio encarnado, me debería ver mal en este momento. Subimos los escalones, estaba cansada sentía que si no me sentaba me desmayaría, nunca había caminado tanto
Los guardias entraron a una habitación en la que se encontraban dos personas que solo conocía por fotografías... El Alfa Jaime y el futuro Alfa Alejandro. – Dice ser la Alfa de la manada Moon – dijo un guardia a el Alfa quien les hizo una seña para que salieran.
Mate, su esencia no se asemejaba a nada que hubiese olido antes, es indescriptible, me quedé atónita mirándole. Es perfecto, el mundo paró y todo dejó de tener sentido, sólo lo quiero a él, quiero estrecharlo, quiero reclamarlo. Los guardias perdieron su agarre en mí y la realidad volvió de golpe.
– Sé que no me creen, pero lo soy y vengo a firmar la paz antes de morir. – El Alfa le ordenó a su hijo que saliera de su despacho y nos quedamos en silencio cuando ese ser de ojos verdes y cabellos rubios salió, mi corazón se estrujo en mi pecho, luego pensaría en eso por el momento debía salvar mi vida y a mi gente. – Yo no sabía que esta guerra seguía vigente y vengo a terminarla, no permitiré que más gente de mi manada muera. No vengo a discutir sobre culpables y quien ha perdido más, vengo a discutir sobre la paz. No traigo excusas eso es infructífero. Pero, a mí me importa mi gente lo suficiente para arriesgar mi vida y venir aquí ¿A usted? – Creo que ese era mi don, dejar boquiabiertos a los demás, acababa de desafiar a un Alfa poderoso me tenía en sus garras si quería, ni siquiera me podía transformar sería tan fácil matarme.
– ¿Cómo sé que lo que dices es cierto? ¿Cómo sé que no me traicionaras? ¿Por qué debo confiar en ti y en tu manada? – Deje de ocultar mi olor una milésima de segundo solo para que él lo distinguiera, abrió los ojos y me vio anonadado. Los demás olían a Alfonso, mi miedo, su semen y mi posición. Pero él era como yo, olía las lágrimas, el semen viejo y de otros hombres, olía mi dolor y mi miedo, mi angustia olía todo en mí y eso le decía mucho de mí... Más que mil palabras.
La lástima es algo que todos odian, para mi significa que somos suficientemente sensibles para entender que el otro está mal y lo queremos ayudar es un sentimiento que pocos valoran... Los que no lo valoran son los que nunca han estado o se han sentido solos y abandonados por el mundo; o simplemente su orgullo es más importante que su propio dolor. En todo caso eso me salvaría por el momento... La lástima.
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Black & Moon
Werewolf- Yo Alejandro Black te rechazo a ti Sara Moon, como mi mate y Luna de la manada Black. - Me miró con superioridad, cómo si el fuera rey y yo una simple basura en el suelo, mi alma se quebró en dos y el corazón me quemaba mientras que lágrimas bajab...