Capítulo V

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Capítulo V

Sara

– No vengo buscando lástima Alfa, he sido muy clara los problemas que tenga con mi Beta y mi manada los resolveré yo misma, tengo que irme antes de las dos de la madrugada así que ¿Por qué no empezamos? – Y por tercera vez consecutiva ese imponente hombre quedo sin palabras ante una puberta como yo. – Tengo muchas propuestas, aunque no han sido estudiadas a la profundidad que yo quiero y aparte debo tener su aprobación para seguir con las mismas, la primera es un tratado de paz como dije con anterioridad a mí no me importa quién, cómo, cuándo o por qué se produjo esta guerra. Tampoco quiero saber quién perdió más, las excusas para continuarla o reproches inútiles creo que como Alfas podemos dejar eso para los niños. Vine a hablar de paz y no me iré hasta tenerla. – El Alfa seguía sin poder hablar la impresión en sus ojos me causaba gracia, asintió e hizo una seña para que continuara con mi monologo.

– Veo que está dispuesto a escucharme, lo segundo es un acuerdo de apoyo mutuo, aunque me apene decir esto, mi manada es débil como vio el pilar que nos mantiene vivos me roba mi vitalidad. Estaba dispuesta aguantarlo hasta que esta tarde me enteré de que planeaban matarme y no me quedo otra opción que adelantar abruptamente mi visita a sus tierras. No soy una cachorra soy consciente de que en un acuerdo ganan ambas partes. A cambio de su protección cada miembro de mi manada hará lo que necesite usted desde milicia hasta construcción, usted me da protección y yo le daré lo que necesite. Tercero, quiero acabar con el odio mutuo de las manadas, el odio es para los débiles porque los vuelve irracionales, sólo los débiles se dejan guiar por sus impulsos. Mi propuesta es una controversial a corto plazo, pero efectiva a largo plazo, propongo colegios mixtos. ¿Qué opina? – Estaba estupefacto no hablaba, me miraba sin dar crédito a mis palabras en cualquier momento se le saldrían los ojos. Y de pronto regresó a sus cabales y comenzó a hablar.

– Sé que quieres ignorarlo, pero son muchos hombres, eres fuerte, aunque no físicamente por el momento ¿Por qué no te quedas unos días? Te están lastimando y tú te dejas ¿Cómo puedes pensar en se Alfa? ¿Cómo puedes pensar en tu manada en este estado? – Por cada palabra que decía el exponente de mi enojo aumentaba y si seguía explotaría, debía calmarme y controlarme... Ser fuerte.

– No huiré de mis responsabilidades no soy cobarde, enfrentare mis problemas de frente cómo se debe hacer esconderme no arregla nada y no le sirve a nadie ni a mí. Este es mi estado desde hace diez años y lo llevo bien, mi propósito es esta manada sin el soy inútil quedaría la deriva sin esta ancla. Cree que su verdad es acertada y única pero la verdad es que me han pasado cosas terribles por esta guerra; perdí a mis padres, mi posición, mi libertad, mi infancia, mis ganas de vivir y hasta mi virginidad. Así que si en verdad está tan afectado por mi situación actual lo mejor será firmar los acuerdos que le dije y acordar el cese al fuego inmediato. – Cuarta vez ese señor que parecía tener nervios de acero sucumbía antes mis palabras.

– Tienes razón déjame arreglar unas cosas, pero considéralo hecho. Hace mucho quería terminar esto, pero tu manada siempre se negó deberían agradecer tener una Alfa tan cuerda. Te puedo hacer una pregunta. – La curiosidad que sentía por mí era interesante asentí. – ¿Por qué eres tan inteligente y estratégica? – Mi crianza era un tema del que no pensaba, no lo valía pensar en el pasado era inútil para alguien que sólo quiere sobrevivir un día... Aunque sea un día más.

– Los miembros del Concejo no podían matarme o sacarme de la manada, por mi aura así que me escondieron en las mazmorras. Llegue allí y ni siquiera había tenido tiempo de mirar los cuerpos de mis padres una última vez. Baje esas escaleras llorando como loca, me pusieron en una celda y me desmaye de tanto llorar, me desperté cuando sentí que un hombre me tocaba grite, pataleé y suplique para que me dejara. Cuando terminó me dijo que nunca había sometido a una Alfa, que mi olor lo volvía loco y que volvería. Ocurrió eso unas veinte veces con otros hombres hasta que un guardia que sintió lástima por mí me dijo que ocultará mi olor sino quería que pasará de nuevo. Usted sabe que nuestro olor es más potente y por tanto requiere energía extra, caía exhausta todos los días intentando ocultarlo hasta que se volvió parte de mí. Empecé a tener clases con profesores de oratoria, historia, estrategias bélicas y demás. Mi vida perecía mejorar hasta que metieron a guardias a darme palizas para que me aprendiera a defender y así tuve que aprender a sobrevivir. Hasta ayer que fui sacada y me enteré de la situación y ahora estoy acá. – Quinta vez, esto se convirtió en algo tedioso mire la luna por la ventana, si quería llegar a la hora que debía, tenía que salir ya. – Me tengo que ir ahora que respondí su pregunta y tenemos un acuerdo de palabra. Un placer conocerlo. – Se levantó por inercia me abrió la puerta y me acompaño a la salida.

– Una pregunta más ¿Cómo es que tuviste tanto contacto con personas de tu manada y nadie abrió la boca? – La curiosidad que ese hombre mostraba era intensa.

– ¿Quién iba a abrir la boca? ¿Los guardias que me violaban? ¿Los que veían y no hacían nada? ¿Los maestros que no podían hablar con nadie en la manada y eran tildados de locos? ¿Los prisioneros que me golpeaban? ¿El Concejo que sabía y no le importaba? ¿El asqueroso de mi Beta? Todos cometieron crímenes por los que merecen morir, decirle a alguien que habían visto a su Alfa y la habían lastimado. No son tan tontos sólo cerrar la boca los mantenía vivos. – Eso sólo aumento su curiosidad.

– ¿No te quieres vengar? ¿Qué harás con los que te hicieron daño? – Suspire cansada por las preguntas, tenía que irme rápidamente.

– Naturalmente, pero no lo haré hasta que todo se estabilice. Debido a esta guerra muchos habrán muerto. Sinceramente no pienso en eso por el momento. – Asintió comprensivo y al ver que me levante de mi silla me imitó y salimos de la habitación.

– Alejandro te presento a la Alfa de la manada Moon, se llama Sara. – Miré a mi mate, sentí que me tenía odio, pero no podía evitar sentir anhelo, quería que sus hermosos ojos verdes me miraran con amor, no sólo lo quería sentía que lo necesitaba. – Hemos firmado el cese al fuego inmediato y un acuerdo de apoyo mutuo y paz. – El alfa hablo con orgullo y por mi parte sólo asentí ante mi turbación por ese rubio.

– Ha sido un placer Alfa Jaime y futuro Alfa Alejandro, esto es muy exultante, pero ya es tarde y tengo que ir a darle instrucciones a mi manada. Mañana volveré y terminaremos de arreglar lo de los colegios mixtos. – Incliné mi cabeza y salí de ahí debía cruzar nuevamente el bosque, llegar a donde habíamos acordado los tres dementes que por alguna razón estaban de mi lado y rogar porque no estuvieran muertos. Por mi mente se cruzó Alejandro, pero lo ignoré y seguí mi tedioso camino hasta donde supuestamente estaban mis amigos. Mi alivio fue tanto al ver el carro y a mis tres salvadores, tanto que las piernas me fallaron y los vi correr hacia mí.

– ¡¿Qué te pasó?! ¡¿Te lastimaron?! ¡¿Estás bien?! – Camilo se arrodilló y tenía mi cabeza entre sus piernas mientras que me acariciaba la frente, Sebastián y Andrés me miraban con angustia esperando mi respuesta.

– Estoy bien, no me hicieron nada sólo me duelen las piernas. – Bajaron la mirada a mis piernas que temblaban por el cansancio de haber soportado esa caminata solas. – Acordé la paz y otras cosas, ¿Cómo les fue a ustedes? Veo que están bien. – La sorpresa y el alivio inundo sus rostros, Camilo me levanto y me pego a su cuerpo abrazándome, estos tres seres increíbles eran lo único que puedo considerar una relación personal en mi vida.

– No nos des sustos así, sé que quieres mi atención, pero no tienes que fingir caerte para ganártela. Puedes morirte al lado y nunca te ayudaría, no pierdas tu tiempo. – Me reí inevitablemente y Andrés se sentó a el lado de Camilo y me acarició el cabello con suavidad.

– Casi nos matas de un susto, ¿Por qué te demoraste? Estaba a punto de salir, armar un escándalo hasta que aparecieras. – Se dejo caer al lado izquierdo de Camilo y me empezó masajear mis piernas y píes. Cerré los ojos para no derramar lágrimas de felicidad, esta era la primera vez que alguien me consolaba, que alguien me cuidaba y que alguien me quería proteger... Casi muero, y aun así este era el mejor día de mi vida. El calor que sus cuerpos me transmitían me hacía sentir paz. Y por primera vez en años me deje caer dormida sin preocuparme por qué pasaría.

Desperté y estábamos en el carro mi cabeza iba apoyada en las piernas de Camilo. Me incorpore con ayuda de él y todos me miraron. – Necesito que me digan que pasó es hora de armar un plan. – Bajaron la mirada instantáneamente. – No importa nada, solo cuéntenme y todo saldrá bien... Lo prometo. – Les sonreí y Sebastián empezó a contarme lo acontecido.

– Llegamos al concejo y les dijimos lo que nos dijiste... Dijeron que era traición mayor a la manada, les dijimos que estabas firmando la paz, respondieron que no podías pasar sobre el Concejo para hacer algo así que apenas pusieras un pie en la manada morirías. Estaban tan preocupados que ni siquiera nos miraron de nuevo. Así que salimos de ahí inmediatamente y vinimos por ti. – Asentí haciéndole saber que había entendido todo. ¿Por qué me querían matar? Sin mí no puede haber manada, ¿Encontraron un reemplazo? Imposible... Algo estaban tramando los infelices menos mal tenía un plan en mente.

– ¿Quieren dar un golpe de estado? – Con ellos a mi lado podría protegerlos y viceversa, ahora eran de mi entera confianza y son parte determinante para lo que planeó hacer. Espere pacientemente a que respondieran, pero seguían en silencio.

Toda medida desesperada requiere que personas austeras la respalden y triunfen gracias a ella o se hundan con ella intentándolo.

Black & MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora