Capítulo XVI

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Capítulo XVI

Alejandro

Tenerla en mis brazos era paradójico por un lado me sentía culpable de que yo fuese la razón por la que se encontraba en ese estado, pero al mismo tiempo me sentía bien... completo por primera vez en mi vida. Me arrepiento completamente de lo que he hecho y pensar en que esta podría ser la última vez en que la pueda tener así me rompe el corazón.

Íbamos en el carro en un tenso silencio, Sebastián iba manejando a más de 300 kilómetros por hora sin exagerar y no lo culpaba yo estaba preocupado también. Sara se había desmayado y no había vuelto a despertar, aunque su respiración ya se había controlado el verla así me partía el corazón.

- La única razón por la que no te mato es porque te la llevarías contigo, y ya has demostrado que no la mereces. Eres un imbécil, ojalá ella esté bien y no te vuelva a ver nunca. – Dijo el Beta con la voz cargada de furia. El carro paró abruptamente y Sebastián abrió la puerta para dejarnos bajar. - ¡Traigan una camilla y llamen a la doctora! – Todos los que pasaban se acomodaban a nuestro alrededor y Sara seguía sin responder. De repente llegó la doctora corriendo.

- ¿Qué pasó? ¿Ha tenido algún sangrado? ¿Hace cuanto perdió la conciencia? – Sebastián se agarró la cabeza con desesperación y antes de contestar la doctora nos instó a entrar a la clínica y no guio hasta una habitación.

- Yo... Nosotros estábamos en la otra manada, Sara peleaba con un machito que estaba golpeando a un cachorro de la manada y de repente este imbécil la rechazó y ella lo acepto antes de perder la conciencia. Al principio creí que ella moriría su corazón latía muy lento y respiraba apenas, pero se calmó cuando él la cargo, sin embargo, no ha recuperado la conciencia. No ha sangrado y perdió la conciencia hace menos de una hora, conduje como un desesperado. – Dijo con tan rápido que apenas le entendí, al escucharlo hablar.

- Necesito que los dos salgan de la habitación, tengo que revisarla. – Inmediatamente la junte más a mi cuerpo cómo si eso fuera posible y sin previo aviso Zach tomó el control aprovechándose de que no estaba atento a él.

- No. – Dijo Zach agresivamente. – No quiero que empeore, es mía. – La doctora dio dos pasos atrás.

- No me importa si me matas, pero ella necesita que la revisen y entendemos que es culpa de tu humano, aun así debes dejar que la revisen o su estado podría empeorar. – Zach lentamente la dejó en la camilla.

- Te odio, ella es hermosa y nunca perdonaré el dolor que le has causado con tu inmadurez, nos has arrastrado a una vida infeliz, a una tortura. – Dijo decepcionado, devolviéndome el control.

Todos salimos de la sala y la preocupación me carcomía, vi que a lo lejos Sebastián hablaba acaloradamente con alguien mientras maldecía una y otra vez mi nombre. No podía culparlo, yo estaba haciéndome lo mismo. Nunca pensé que mi impulsividad me llevaría a perderlo todo.

- ¡¿Por qué lo hiciste?! ¡¿Por qué?! ¡¿Te sentiste superior verdad?! Te arrepentirás, es mejor que la hayas rechazado se nota que no eres lo suficiente para ella. Pero no te salvarás Sebastián ya nos dijo que no te podemos matar por el momento, pero a penas ella se mejoré te daré la muerte más dolorosa que puedas imaginarte. ¡Te mataré! No lo olvides nunca niño. – El otro guardia que se la pasaba al lado de Sara me tenía atrapado contra la pared, mientras que se notaba que hacía el mayor esfuerzo para no asesinarme.

- Yo no soy el único culpable, vi lo que vi. Tú eres su pareja, los vi saliendo del baño mientras que tenía tu abrigo encima, vi cómo la mirabas y como te miraba, vi cómo le tocabas. ¡Lo vi todo! ¡¿Cómo querían que reaccionara?! ¡Vi a mi mate en los brazos de otro! ¡Y se veía bien! ¡Y si, tomé una decisión cobarde, pero fue porque creí que ella estaría mejor contigo! – Grite desesperado mirando a Sebastián, mientras que se me rompía en mil pedazos la voz. - ¡No soy nada! ¡Nunca he sido nada! ¡Y nunca seré nada! ¡Soy un fracasado a corta edad! ¡Nunca seré un buen Alfa! ¡Estoy tan cansado de todo, que pensé que ella merecía más! ¡Puede que sea un cobarde, pero jamás digas que la rechacé porque creo que es poca cosa, sino todo lo contrario! ¡Soy tan poca cosa para cualquiera que no debería ni respirar! ¡Mucho menos debería arrastrar a los demás conmigo! – Y no pude seguir gritando porque los sollozos se apoderaron de mí, las rodillas me fallaron y terminé en el piso, llorando como un niño al que le han arrebatado todo.

- No es una excusa suficiente, puedes victimizarte todo lo que quieras, pero esa decisión no la debiste haber tomado solo. No debiste condenarla. No tenías derecho. Puede que todo lo que digas sea cierto pero el mundo no vive de intenciones. Entre más justifiques lo que hiciste envés de aceptarlo, jamás podrás seguir adelante. Me alegra que te duela al menos significa que no eres un completo insensible. Sebastián no es su pareja, ella no es pareja de nadie. Puede que lo que hayas visto te diera esa idea, igualmente no debiste hacer lo que hiciste. Te has y le has causado un dolor innecesario, pudieron haber sido felices. No es excusa suficiente, nunca lo será, las excusas no cambian nada. Así que mejor acepta lo que hiciste y sal de ese ciclo de autocompadecimiento, porque por esa razón estamos acá. – Dijo con voz calmada y sincera Camilo. Sus palabras se clavaron más que la espada más afilada en mi corazón. Él tenía razón, no había ni una sola mentira en lo que dijo. Todo era verdad. Vi cómo los tres se sentaban en la sala de espera dejándome solo y roto.

- Necesito que entres, su estado volvió a empeorar. – Dijo acelerada la doctora y sin darme tiempo para reaccionar me agarró del brazo con fuerza sobrenatural y me llevó hasta la habitación, donde Sara seguía inconsciente haciendo su mayor esfuerzo para mantenerse con vida. El beta y los demás llegaron detrás, pero la doctora no los dejó pasar. – Tienes que hacer algo, lo que sea que tu instinto diga, por favor. Esto jamás había sucedido, nunca había visto que alguien se tomará así un rechazo. – Me dijo con desespero. Me recorrieron escalofríos al verla salir.

Me acerqué a la camilla dónde la vi pálida, le toqué la frente y estaba helada, su respiración era pesada, su corazón parecía estar perdiendo la batalla. El desespero que sentía, las lágrimas ya no le permitían ver a su hermosa mate, las manos le empezaron a temblar tanto que no podía tocarla. Esa era la primera ve que experimentaba el dolo. Recordó la primera vez que la vio, su mirada llena de determinación, su cuerpo en perfecto estado y la fortaleza con la que caminaba, recordó cuando la abrazó, recordó todo. Vio la vida de ella pasando frente a sus ojos. Y sintió que la respiración también se le volvía pesada y su corazón tampoco parecía querer dar batalla. Estaba echada la suerte, él los había condenado. Este era el último momento de su vida.

Black & MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora