Capítulo XX

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Capítulo XX

Alejandro

Nada me hacía más ilusión que verla de nuevo, redimir mis errores, lo que más anhelaba mi corazón era su perdón. Sólo quiero que ella me vea con sus hermosos ojos noche y me sonría como pocas veces la he visto hacer. Sentía que mi corazón de iba desmoronando entre la ansiedad y a ilusión, siento que todo saldrá mal pero no puedo evitar imaginar lo hermoso que sería dejar todo atrás. A más tiempo pasaba más me arrepentía de mis decisiones.

-Alfa no sé si quiere que lo interroguemos.- Alexander preguntó interrumpiendo mis pensamientos.

-Esperaremos a los Moon, después de todo es su reo.- No me siento listo para volver a ver a Sara, y al mismo tiempo nunca he necesitado algo más en mi vida. Que me perdone es esencial para mí.

Odiaba a ese demente Beta por revelar un secreto que, por seguridad mía, de mi manada, de la manada Moon y especial la de Sara nadie debería saber. Aunque es muy raro que dos Alfas sean mates y sea una ventaja porque las manadas tienen más protección y las auras generan que sus miembros sean más fuertes también es una desventaja, si un Alfa cae muerto el otro le seguirá en cuestión de días y las manadas perecerán. Tan sólo pensar en eso me da dolor de cabeza.

– Necesito despejar mi mente, por favor no apartes la mirada del anciano.- Dije hacía Alexander, sin decir más comencé a caminar en dirección al corazón del bosque, todavía había tiempo antes de que Sara llegase.

-¿Estás seguro de querer verla? Ya estás lo suficientemente deprimido, no sé si será buena idea. No quiero que nos odie. - Preguntó ansioso Zach.

-Sólo quiero verla, sin importar que. Este dolor en el pecho es insoportable y quiero ver que esté bien y que nuestra marca haya servido.- Respondí conentusiasmo.

-Tienes razón con sólo verla ya habremos ganado algo. – Ojalá algún día me perdone.

Me quedé reflexionando en el bosque hasta que la hora de ver a Sara llegó. Comencé a caminar directo a donde se encontraba Alfonso.

- La Alfa Sara está a punto de llegar, Alfa.- Informó Alexander, que estaba al lado del inmovilizado anciano.

- Estos podrían ser tus últimos en este planeta, ¿No te da miedo?- Pregunté cínicamente.

- Podría morir hoy pero que te quede claro algo, yo muero hoy y es mi fin, pero el regalo que te deje te amargará por siempre, ya verás.- Y comenzó a reírse, dudo de la salud mental del viejo.

- Ya llegaron, Alfa.- Dijo alguien a la distancia.- Las alarmas de mi mente se dispararon, era la hora de la verdad. La vi bajarse de la camioneta con ayuda de su nuevo Beta. Se veía radiante.

A medida que se acercaba mi mente quedaba en blanco, su cabello rizado estaba alborotado en un intento de moño, estaba sonriendo cómo porcas veces la había visto. Se veía radiante, sólo la quiero a ella, es a la única persona que quiero como mi Luna. En ese momento tomé una decisión, yo me cansé de tomar mi distancia, desde hoy intentaré recuperarla a todo costo, aunque termine con el corazón aún más roto.

– Alfa Sara, mucho tiempo sin vernos, lamento lo de la vez pasada.– Dije por primera vez desde que pasó todo sonriendo, sentí que todo el dolor se esfumaba. Estaba hermosa, por la Diosa la amaba tanto si me dijera que volvería conmigo a cambio de mi brazo derecho lo haría y le regalaría el izquierdo. Vivir sin ella es una tortura.

– Alfa Alejandro, me alegra ver que se encuentra bien. – Respondió suavemente y por el brillo en sus ojos lo supe, ella me había perdonado, ella me había liberado de la carga que llevaba en el alma. No podría pedir una mate mejor.

-¡Qué lindo reencuentro!- Gritó el Beta y todo quedó sumido en el silencio absoluto, y un sonido resaltó por encima de todos. El sonido del latido de un corazón, un corazón de un cachorro en el vientre de su madre. Pero es imposible, la única mujer acá es... Sara. Miré a Sara a los ojos y ella sólo me miro con miedo, afirmando mi sospecha. Ella está embarazada, ella es de otro y no mía. Ella nunca sería mía. Un dolor indescriptible recorrió mi cuerpo, todo quemaba, todo me dolía.

-No puede ser cierto, debe haber una explicación, las cosas no debían suceder así. Tal vez escuchamos mal.- Dijo Zach intentando aplacar el dolor.

-Sara tomó su decisión, otro ya la tomó y no será nuestra nunca. Van a tener un cachorro y serán felices. Van a tener un cachorro que debería ser nuestro. Ella ya no será nuestra mate, luna o madre de nuestros cachorros. - Mis ojos se empezaron a aguar.

-... ¡Te encontrare y mataré a ese bastardo que llevas contigo! ¡Porque no quiero que nadie se parezca a la zorra de tu madre ni tú, ni siquiera mi...!- Sebastián le disparó antes de que terminará la oración, estaba en shock, no podía ser verdad, no podía acabar así. Me acerqué a ella y la tomé del brazo.

-Dime que es mentira.- Me miró con temor pero fue rápidamente reemplazado por valentía. Mi lobo hacía todo lo posible por tomar el control.

-Yo... es verdad. -Puso su mano en su abultado vientre, lo que hizo que se viera aún más hermosa y me doliera el cuerpo aún más. -Voy a tener un cachorro Alfa Alejandro. – Dijo con esfuerzo y sin permitirme decir algo más, salió corriendo.

-Agradecemos su colaboración Alfa Alejandro, gracias a usted nuestra manada podrá dormir tranquila hoy.- El Beta sonrió y en medio de mi estado de shock mi única reacción fue enojarme y descargar toda mi impotencia contra él.

- Vete de aquí Beta, no quiero volver a saber de tu manada por un largo tiempo, sólo me dan dolores de cabeza. Lárgate con ese cadáver y no vuelvas hasta que así lo ordene, no olvides que tu manada sigue viva por la mía. Si no quieres que nuestro acuerdo se acabe no vuelvas a poner un pie en mi territorio hasta nuevo aviso.- La desesperación me superó, me habían mentido. Ellos habían dicho que ella no tenía pareja, pero estaba embarazada. Por el tamaño de su vientre lo estaba antes de que la rechazará. La rabia me invadió, yo me había sentido mal durante meses pero lo que pasó, no me pude ver al espejo por la culpa y ella ya estaba embarazada cuando todo sucedió. El Beta me miró extrañado, pero sin temor por mi advertencia, era implacable, bajo su cabeza en señal de respeto y comenzó a caminar llevando arrastras y sin cuidado el cadáver del viejo.

De repente la culpa volvió, si Sara hubiese muerte ese día yo habría asesinado a su hijo.

-Última pregunta Beta.- Sebastián me miro. - ¿Por qué le disparaste? ¿Qué delito cometió?- Su mirada se oscureció.

- Lastimó a alguien que no debía múltiples veces y eso en nuestra manada hace que merezca la muerte.- Dijo serio y comenzó a caminar arrastrando el maloliente cadáver sin mirar atrás.

Mi vida debía seguir can Sara o sin ella, ella tomó su decisión, decidió no esperar y no me importa la razón. Por más que quiera odiarla no puedo, lo mejor será alejarme de ella, y aprender a vivir en soledad.

Descubrir que ella ya no sería mía nunca y ya tenía a otro fue devastador, sin embrago yo le había hecho una promesa a su madre y ahora tenía sentido que me hubiese pedido proteger a su hija. Ningún lobo por más poderoso que sea puede huirle a su destino y al parecer el nuestro era vivir separados, específicamente el mío era sufrir.

Black & MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora